La fuerza de los bulos, rumores y falsas noticias

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Con el transcurso de los años, ha ido aumentando la propagación de bulos, rumores y falsas noticias. Es algo que siempre ha estado ahí y hemos estado expuestos a ello durante un largo tiempo, pero a medida que la tecnología ha ido avanzando, gracias a Internet y a las diversas redes sociales, se ha ido propagando a una velocidad mucho más seria y preocupante. Los bulos y noticias falsas, también conocidas como “fake news”, comúnmente se propagan mediante las redes sociales, pero en ocasiones también los medios ayudan a su propagación. La inmediatez informativa exige rapidez, exige que las noticias no sean contrastadas como deberían y ahí nacen las falsas noticias y bulos.

 

El hecho de contrastar informaciones y verificarlas es un trabajo que implica detenimiento, precisión y una inversión de tiempo que a veces no se puede brindar, sobre todo cuando la noticia sale de redes sociales. Sin una inspección del contenido, la historia cobra vida propia, se vuelve viral y se difunde de boca en boca o a través de nuestras pantallas digitales, hasta que se vuelve tan viral que resulta creíble y difícil de desmentir.

Basado en diferentes datos empíricos, recientemente se ha descubierto que la red que propaga las noticias falsas y los bulos es muy diferente de la de las noticias reales. La falsedad se propaga sorprendentemente con mayor rapidez, y no solo eso, sino que llegan mucho más lejos, y de manera más profunda que las noticias de verdad, que tienen un argumento válido que las sustenta.

Estas fake news, que pueden llegar a ser historias o incluso declaraciones inventadas sin ningún tipo de confirmación, deambulan en línea a través de la vía de las redes sociales. La rápida circulación de estas noticias puede calar rápidamente y de manera negativa en la opinión pública y distorsionar la sociedad. Muchas de ellas son noticias inofensivas, no creadas intencionadamente, pero también las hay intencionadas, noticias que crean amenazas para la sociedad. Por ello, es importante que, al ser muy difícil de impedir la divulgación de estos rumores falsos, los medios fiables estén preparados para responder y minimizar el riesgo, corrigiéndolas independientemente del contenido. Detectarlas a tiempo es algo crucial. El término “falso” ya es suficientemente negativo, por lo que es importante que al desmentirlas no se empleen más términos negativos, porque pueden llegar a reforzar la mentira e incluso a asumir un riesgo innecesario; es clave dar un mensaje coherente y evitar la repetición del contenido falso.

Ajeno al hecho de que se difundan rápidamente o que la gente pueda creerlas o no, existe un riesgo significativo para las personas que las reciben, así como para las industrias e incluso los gobiernos. Por lo general, los bulos no traen consecuencias positivas. Al propagar un bulo, se crea una idea falsa en las personas, algo lejos de la realidad que conlleva una consecuencia negativa. Las falsas noticias tienen un poder de destrucción en muchos ámbitos, como puede ser el periodístico o el político.

 

Es cierto que no todas las falsas noticias son igual de impactantes e irreparables, pero en ocasiones pueden sembrar el miedo en las personas, y hacer que se creen situaciones que estén fuera de control. Llega un momento en el que, al recibir tanta información, ni siquiera pensamos en contrastarla, y ya no sabemos qué información es creíble y útil y la que no lo es, y eso es algo peligroso. Dejamos de hacer caso a lo que realmente deberíamos considerar importante, o hacemos demasiado caso a cosas que ni siquiera son ciertas. Condicionamos nuestras opiniones y pensamientos y actuamos de manera irracional cuando nos invade el miedo y la incertidumbre. Por eso es importante ser conscientes, no dejar que nuestra mente se alimente de la prisa y pararnos a pensar de dónde viene la información, de si podría ser mentira, y contrastarla.  Pensar antes de actuar, y sobre todo ser cautos al reenviar un mensaje, por ejemplo de WhatsApp y no ayudar al caos ni a la difusión de noticias falsas. Recuerda no compartir nada en “modo automático”.

Otra recomendación a tener en cuenta, es revisar quién es el transmisor, no es lo mismo un video anónimo que si proviene The New York Times… y ya para finalizar identifica la fuente original de la información y confirma la información en los sitios oficiales de la fuente.

Al final, lo mejor es ir a las fuentes originales.

María Lapeña Illán, marzo 2020

 

BIBLIOGRAFÍA

  • Haber, M. (2017). The real risks of fake news. Risk Management64(3), 10-12.
  • Manzano Carrilero, A. (2018). La importancia de la verificación de las informaciones en la era de la posverdad. El desarrollo de iniciativas periodísticas frente a bulos y noticias falsas (Bachelor’s thesis).
  • Moya, A. C. (2018). Las «3 C» en la respuesta integral a emergencias. bie3: Boletín IEEE, (12), 752-774.
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