Migrar y reconstruirse: cuando la empatía se convierte en hogar
Fundación Psicología Sin Fronteras participó el pasado 27 de octubre en la última edición del ciclo #ConversacionesHumanitarias generadoras de Talento de 2025 organizadas por Fundación Cruz Roja Española. Titulada “Migrar y reconstruirse. Bienestar emocional en contextos de movilidad” fue un encuentro que puso el foco en la dimensión emocional de la migración y en la importancia de los vínculos, la empatía y las redes comunitarias para reconstruir la identidad y la pertenencia.
El diálogo, moderado por Molo Cebrián, comunicador, psicólogo y creador del pódcast Entiende Tu Mente, reunió a tres voces que aportaron perspectivas complementarias:
Carolina Vicente, responsable del Área de Protección Internacional de Red ACOGE; Ousman Umar, emprendedor social, fundador de Nasco Feeding Minds; y Guillermo Fouce Fernández, presidente de Fundación Psicología Sin Fronteras.
Molo Cebrián comenzó la conversación compartiendo algunos datos del Informe de Bienestar Emocional y Vulnerabilidad 2025 elaborado por la Fundación Cruz Roja Española: la soledad no deseada, la desvinculación social y la precariedad son los principales factores de malestar emocional en la población. Y puso foco en los que ese mismo informe arroja sobre el caso de las personas migrantes: 3 de cada 10 viven en alta vulnerabilidad sociolaboral y casi la mitad (47,8%) sufre exclusión residencial, lo que evidencia la necesidad de reforzar las redes de apoyo y los espacios de acogida.
Migrar es también reconstruirse emocionalmente
Durante la conversación, los participantes coincidieron en que migrar no es solo cruzar fronteras, sino recomponer la vida desde lo emocional y lo comunitario.
Carolina Vicente recordó que “la primera pérdida al migrar es la identidad y la autonomía. A menudo parece que quien uno es no basta para encajar”. Destacó la necesidad de “dar espacio para que las personas sean escuchadas y puedan participar activamente en su propio proceso de reconstrucción”, defendiendo un acompañamiento libre de paternalismos: “Los profesionales somos puentes y facilitadores, nada más.”
Desde la mirada de la psicología, Guillermo Fouce subrayó la importancia de poner el cuerpo, escuchar y crear espacios seguros, donde las personas migrantes puedan sentirse vistas y reconocidas. “El factor fundamental es la relación con el otro. Nuestra tarea es generar vínculos y convivencia. Lo social es la esencia de la respuesta al malestar emocional”, destacó.
Ousman Umar emocionó al compartir su historia vital, desde su llegada a España con 17 años hasta su integración en la cultura catalana gracias a los castellers, una experiencia que, como explicó, “le devolvió el sentido de pertenencia”. Y es que “en los castellers todos somos importantes: niños, adultos, hombres y mujeres. Si uno no sostiene, el castillo se cae. Aprendí que todos formamos parte del mismo equipo”.
El poder de ser visto
Uno de los momentos más conmovedores llegó cuando Ousman recordó el día en que Montse, una desconocida, decidió detenerse. En un gesto tan sencillo como humano, le ofreció un vaso de agua y una mirada. Ousman declaró que “el día que alguien me vio, se me derrumbó el mundo. No quería dinero, solo que alguien me escuchara”.
Sus palabras resonaron en la reflexión colectiva sobre la dignidad de ser reconocido y el papel transformador de la empatía en los procesos de integración. Carolina Vicente lo resumió así: “cuando alguien es visto, recupera su dignidad. Lo urgente, dónde dormir, qué comer, impide estar en lo importante, que es poder ser y sentirse persona”.
Espacios para conocerse y romper el miedo
En el tramo final del encuentro, Ousman propuso una mirada esperanzadora sobre la convivencia: “Lo que falta son espacios para conocerse. Cuando conoces al otro, te das cuenta de que todos buscamos lo mismo: paz, amor y salud”.
Por su parte, Guillermo Fouce advirtió sobre la necesidad de combatir los discursos de odio y reivindicar la empatía como antídoto ante la deshumanización. “Hay quien siembra miedo porque divide, pero el odio solo se combate con amor, cercanía y convivencia”.
Y Carolina Vicente concluyó con una llamada a la acción al afirmar que “cuando comprendemos que hablamos de derechos humanos, no hay lugar al debate. La clave es formarnos e informarnos para construir una mirada basada en los derechos y no en los prejuicios”.
Todos estamos en el equipo de la humanidad
El cierre de Molo Cebrián dejó una de las frases más recordadas de la tarde:
“Somos parte del mismo equipo: el equipo de la humanidad”.
Un recordatorio de que la empatía, la escucha y los vínculos son la base de una sociedad más justa y emocionalmente sana.


