El secuestro emocional

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¿Qué es?

El secuestro emocional o también conocido como el “secuestro de la amígdala” es un fenómeno descubierto por Daniel Goleman en 1995, psicólogo experto en inteligencia emocional. Es un término usado para describir como nuestra parte más racional es “secuestrada” por las áreas del cerebro más primitivas, haciendo que perdamos el control de nuestras emociones y acciones frente a una situación de estrés. Dicho desencadenante es desmesurado para la persona que lo percibe y puede ser ocasionado por múltiples factores, desde acciones más cotidianas, como cargas laborales hasta una catástrofe natural, como un tsunami. Es un mecanismo de defensa del cuerpo adaptativo y esencial, el problema comienza cuando es activado en una situación errónea, como es en este caso, debido a una distorsión cognitiva llevando a cabo una acción completamente desadaptativa.

¿Dónde y por qué se origina?

En una pequeña parte de nuestro cerebro en forma de “almendra” llamada, amígdala. Se encuentra en la zona más primitiva y en la cual se encuentran las emociones más básicas del ser humano, como el miedo o la ira. Ésta forma parte del sistema límbico, encargado de dirigir las emociones y el comportamiento. Está compuesto por: el hipocampo, los cuerpos mamilares, el bulbo olfativo, el septum, el giro cingulado, el tálamo, la hipófisis, el hipotálamo y la amígdala.

Representación gráfica del sistema límbico

Este descubrimiento fue gracias al trabajo previo sobre los mecanismos cerebrales de las emociones por Joseph LeDoux, investigador y profesor en la Universidad de Neurología de Nueva York. Aquí entran en acción dos partes muy importantes: la del tálamo, área del cerebro que procesa la información que llega de los sentidos y la transmite a otras áreas cerebrales y la de la amígdala, área que se encarga de gestionar las emociones y del instinto de supervivencia. Esto revelaría una conexión sensorial desde el tálamo hasta la amígdala, es decir, una información emocional precognitiva, anterior a la razón.

La emoción es más potente que la razón” – LeDoux

Es importante mencionar que según el estado de ánimo de la persona se captará la información de manera más positiva o negativa, afectando en la toma de decisiones. Además, este sistema se relaciona con una de las partes más importantes de nuestro cerebro racional, la corteza frontal. La cual se encarga de almacenar en nuestro cerebro decisiones lógicas, interpretar y generar información relevante para elaborar juicios.

Simpático y parasimpático

También está relacionado con una de las partes más fundamentales del ser humano, el sistema nervioso, que consiste en una red extensa y compleja de nervios que conectan nuestro cerebro con cada una de las partes de nuestro cuerpo. Su función principal es la de coordinar y dirigir nuestras acciones, creando una respuesta adaptativa a nuestro entorno. Se encuentra subdividido en dos partes principales: simpático y parasimpático.

¿Por qué está relacionado con el fenómeno del secuestro emocional? Se debe a que la parte simpática se encarga de ponernos en situación de alerta, provocado por un elemento estresante. De aquí se derivarían los efectos fisiológicos, como el aumento de la frecuencia cardíaca, el malestar digestivo, los sudores, la ansiedad, los temblores, etc. Una vez pasado el tiempo tras la explosión emocional se alcanza la calma, entrando en acción el sistema nervioso parasimpático, encargado de dirigir nuestro cuerpo a un estado de tranquilidad, devolviendo a todos los órganos su estado original.

¿Cómo sé si he vivido un secuestro emocional?

A nivel cognitivo podría decirse que es una sensación abrumadora, incómoda, pensamientos irracionales, reacciones automáticas fuera de lugar. En cuanto al estado fisiológico podrían destacarse las taquicardias, ansiedad, temblores, sudores. Las personas que han vivido este fenómeno lo denominan como “un descontrol emocional”, “acciones impulsivas de las cuales luego se arrepienten”, “caos”, “auténtico pánico”, “perder el control”, “paralizado”. También puede describirse como una sensación de “resaca emocional”, debido a la alta segregación de hormonas como la adrenalina y el cortisol en nuestro riego sanguíneo. Además, es interesante destacar que las personas con TEPT, ansiedad generalizada o trastornos de pánico son más susceptibles a padecer estos secuestros emocionales ya que su amígdala está más hiperactiva tras los sucesos traumáticos, padeciendo un estado de alerta continuo, según un estudio de la Universidad Estatal de San Diego.

“Nos dejamos llevar por nuestras emociones más básicas provocando una respuesta ilógica” – Daniel Goleman

¿Qué hacer en estos casos?

Tras haber vivido este fenómeno, sentiremos una sensación gradual descendente desde el caos hacia la tranquilidad. Dicha sensación puede demorarse dependiendo de la persona, yendo desde pocos minutos hasta las cuatro horas aproximadamente. Se recomiendan ejercicios de relajación, como el mindfulness. Es muy importante volver a conectar con nosotros mismos, autorregulándonos, dándonos tiempo para pensar. Para abordar este suceso es importante contar con ayuda psicológica, de esta manera se podrá tratar y recuperar el control de nuestra vida. Podrían llevarse a cabo otras técnicas como la respiración profunda y la imaginación de una situación agradable con la cual poder conectar. Podemos pasear, hablar con una persona cercana sobre lo que te ha sucedido. En definitiva, es importante pedir ayuda, hay solución.

 

Artículo elaborado por Vanessa Crespo Mamani, alumna de 4º grado de Psicología en la UNED, participante del programa de prácticas de Psicología sin Fronteras.