“Gaslighting”: la manipulación invisible que te hace dudar de ti

,

En las relaciones afectivas —ya sean de pareja, familiares o incluso laborales— puede haber dinámicas que, aunque no dejan huella física, causan un profundo daño emocional. Una de ellas es el  gaslighting, una forma de abuso psicológico que se ha vuelto más reconocida en los últimos años por sus efectos devastadores en la autoestima y la percepción de la realidad de quien lo sufre.

¿Qué es el gaslighting?

El término proviene de la obra de teatro Gas Light (Hamilton, 1938), donde un hombre manipula a su esposa para que crea que está perdiendo la cordura. Lo hace, por ejemplo, atenuando las luces de gas de la casa y luego negando que hayan cambiado. Esta historia dio nombre a un fenómeno real que hoy conocemos como gaslighting. Es una forma de manipulación emocional crónica en la que el agresor busca que la otra persona dude de su memoria, sus pensamientos, sus emociones e incluso de su salud mental (Sweet, 2019; Sarkis, 2018).

Pero, ¿y cómo se manifiesta?

Quien realiza gaslighting no suele gritar ni amenazar de forma evidente. A menudo, se presenta como una persona “razonable”, “preocupada” o incluso “madura”, lo cual hace que sus actos pasen desapercibidos tanto para la víctima como para su entorno. Sus armas son más sutiles y consisten en negar, tergiversar, minimizar y confundir a la otra persona, minando poco a poco su seguridad emocional. Por ejemplo:

− “Eso nunca ha pasado, te lo estás inventando.” (niega directamente la realidad vivida por la otra persona, generando dudas en su memoria y percepción).
− “Estás loco/a, exageras todo.” (utiliza la etiqueta de locura o exageración para invalidar emociones, haciendo que la víctima se autocensure).
− “No seas paranoico/a, siempre ves lo peor.” (desacredita los pensamientos críticos o sospechas, reforzando la idea de que el problema está en quien siente, no en lo que ocurre).
− “Tú me haces reaccionar así.” (el agresor elude toda responsabilidad y culpa a la víctima por sus propios actos, invirtiendo los roles).
− “Si me amaras de verdad, no dudarías de mí.” (manipulación emocional que usa el afecto como moneda de cambio, haciendo que cuestionar sea sinónimo de traición).

Este tipo frases, repetidas a lo largo del tiempo, no son simples desacuerdos: son herramientas de manipulación emocional que buscan quitar la confianza de la persona en sí misma. Quien las recibe suele comenzar a preguntarse si está viendo las cosas con claridad, si es demasiado sensible, o incluso si tiene un problema psicológico.

Lo más peligroso del gaslighting es que muchas veces se presenta de forma gradual y normalizada, ya que, puede comenzar con bromas, comentarios sutiles o desacreditaciones pequeñas que no parecen importantes, pero que se van acumulando. La víctima no se da cuenta de inmediato del daño, porque suele estar emocionalmente implicada y desea conservar la relación. Es este vínculo afectivo lo que hace que la manipulación sea tan eficaz y difícil de detectar.

¿Qué consecuencias psicológicas tiene?

Los efectos del gaslighting no se manifiestan de forma inmediata. Son como una gota que cae constante, silenciosamente, hasta erosionar la seguridad interna de quien lo sufre. Al principio puede parecer solo una discusión más, una diferencia de puntos de vista. Pero con el tiempo, la víctima empieza a perder algo mucho más profundo: la confianza en sí misma.
La autoestima se debilita poco a poco. Ya no se siente seguro/a de lo que piensa, de lo que recuerda, de lo que siente. Preguntas como “¿será que estoy exagerando?”, “¿y si realmente soy demasiado sensible?” o “¿tendré un problema?” se vuelven constantes. Es como vivir en una niebla emocional, donde la confusión se vuelve la norma.
Además, aparece el aislamiento. Por vergüenza, por miedo a no ser creído/a o simplemente por agotamiento, la persona deja de hablar de lo que le pasa. Se encierra en sí mismo/a, creyendo que nadie podrá entender lo que vive. Y si lo intenta, muchas veces encuentra respuestas como “pero si parece una buena persona” o “seguro no fue para tanto”, lo que solo refuerza su sensación de estar equivocado/a.

Este proceso lleva, en muchos casos, a una dependencia emocional muy fuerte. Como ya no confía en su propio criterio, necesita que la otra persona le diga qué pensar, cómo actuar o cómo interpretar lo que ocurre. El agresor se convierte, sin quererlo, en el centro de su mundo emocional. Y en ese escenario, es fácil que aparezcan síntomas como ansiedad, tristeza profunda, insomnio o incluso problemas físicos sin causa aparente.

Lo más alarmante es que muchas veces la persona no sabe que está siendo víctima de una forma de abuso. Cree que el problema está en él/ella, que si cambia o mejora las cosas irán mejor. Por eso, visibilizar el gaslighting no solo es una tarea urgente: es una forma de cuidado, de prevención y de empoderamiento.

¿Y cómo se detecta?

Detectar el gaslighting puede ser difícil porque no hay gritos ni golpes, sino una manipulación sutil que te hace dudar de tu percepción, tus emociones y tu memoria.
Puedes empezar a sentirte confundido/a después de discutir, a disculparte por todo o a preguntarte si el problema eres tú. Poco a poco, pierdes la confianza en lo que piensas y dejas de contar lo que vives por miedo o vergüenza.

Algunas señales que pueden ayudarte a identificarlo:

  • Te sientes culpable constantemente, aunque no sepas muy bien por qué.
  • Dudas de lo que viste o lo que recuerdas, sobre todo después de hablar con tu pareja.
  • Evitas decir lo que piensas para no provocar una reacción negativa.
  • Necesitas que el otro te diga si lo que sientes es válido.

Si estas frases te suenan familiares, no estás solo/a. Escucharte y buscar apoyo puede ayudarte a salir de ese ciclo.

¿Qué hago si lo identifico?

Darte cuenta de que estás viviendo gaslighting puede ser duro, pero también es el primer paso para salir de ahí. No estás exagerando, no estás “perdiendo la cordura”: lo que sientes es válido.

Si algo dentro de ti te dice que no estás bien, escúchalo. Puedes empezar por hablar con alguien en quien confíes, alguien que te escuche sin juzgarte. También puede ayudarte mucho acudir a un psicólogo o profesional que te acompañe a recuperar tu seguridad.

Informarte, poner nombre a lo que estás viviendo, y rodearte de personas que te cuiden puede marcar la diferencia.

Y, sobre todo: mereces una relación donde te sientas seguro/a, valorado/a y libre de ser tú.

 

Referencias

  • Abramson, K. (2014). Turning up the lights on gaslighting. Philosophical Perspectives, 28(1), 1–30.
  • Durvasula, R. (2021). It’s Not You: Identifying and Healing from Narcissistic Abuse and Gaslighting. Penguin Random House.
  • Hamilton, P. (1938). Gas Light [Obra de teatro]. Londres, Reino Unido.
  • Sarkis, S. (2018). Gaslighting: Recognize Manipulative and Emotionally Abusive People—and Break Free. Da Capo Lifelong Books.
  • Stern, R. (2007). The Gaslight Effect: How to Spot and Survive the Hidden Manipulation Others Use to Control Your Life. Morgan Road Books.
  • Sweet, P. L. (2019). The Sociology of Gaslighting. American Sociological Review, 84(5), 851–875. https://doi.org/10.1177/0003122419874843

 

Artículo elaborado por Sofía Ortiz Rodríguez, alumna de la Universidad a distancia de Madrid (UDIMA), participante en el Programa de Prácticas Universitarias de la Fundación Psicología Sin Fronteras.