Fundación Psicología Sin Fronteras participó el pasado 27 de octubre en la última edición del ciclo #ConversacionesHumanitarias generadoras de Talento de 2025 organizadas por Fundación Cruz Roja Española. Titulada “Migrar y reconstruirse. Bienestar emocional en contextos de movilidad” fue un encuentro que puso el foco en la dimensión emocional de la migración y en la importancia de los vínculos, la empatía y las redes comunitarias para reconstruir la identidad y la pertenencia.

El diálogo, moderado por Molo Cebrián, comunicador, psicólogo y creador del pódcast Entiende Tu Mente, reunió a tres voces que aportaron perspectivas complementarias:

Carolina Vicente, responsable del Área de Protección Internacional de Red ACOGE; Ousman Umar, emprendedor social, fundador de Nasco Feeding Minds; y Guillermo Fouce Fernández, presidente de Fundación Psicología Sin Fronteras.

Molo Cebrián comenzó la conversación compartiendo algunos datos del Informe de Bienestar Emocional y Vulnerabilidad 2025 elaborado por la Fundación Cruz Roja Española: la soledad no deseada, la desvinculación social y la precariedad son los principales factores de malestar emocional en la población. Y puso foco en los que ese mismo informe arroja sobre el caso de las personas migrantes: 3 de cada 10 viven en alta vulnerabilidad sociolaboral y casi la mitad (47,8%) sufre exclusión residencial, lo que evidencia la necesidad de reforzar las redes de apoyo y los espacios de acogida.

Migrar es también reconstruirse emocionalmente

Durante la conversación, los participantes coincidieron en que migrar no es solo cruzar fronteras, sino recomponer la vida desde lo emocional y lo comunitario.
Carolina Vicente recordó que “la primera pérdida al migrar es la identidad y la autonomía. A menudo parece que quien uno es no basta para encajar”. Destacó la necesidad de “dar espacio para que las personas sean escuchadas y puedan participar activamente en su propio proceso de reconstrucción”, defendiendo un acompañamiento libre de paternalismos: “Los profesionales somos puentes y facilitadores, nada más.”

Desde la mirada de la psicología, Guillermo Fouce subrayó la importancia de poner el cuerpo, escuchar y crear espacios seguros, donde las personas migrantes puedan sentirse vistas y reconocidas. “El factor fundamental es la relación con el otro. Nuestra tarea es generar vínculos y convivencia. Lo social es la esencia de la respuesta al malestar emocional”, destacó.

Ousman Umar emocionó al compartir su historia vital, desde su llegada a España con 17 años hasta su integración en la cultura catalana gracias a los castellers, una experiencia que, como explicó, “le devolvió el sentido de pertenencia”. Y es que “en los castellers todos somos importantes: niños, adultos, hombres y mujeres. Si uno no sostiene, el castillo se cae. Aprendí que todos formamos parte del mismo equipo”.

El poder de ser visto

Uno de los momentos más conmovedores llegó cuando Ousman recordó el día en que Montse, una desconocida, decidió detenerse. En un gesto tan sencillo como humano, le ofreció un vaso de agua y una mirada. Ousman declaró que “el día que alguien me vio, se me derrumbó el mundo. No quería dinero, solo que alguien me escuchara”.

Sus palabras resonaron en la reflexión colectiva sobre la dignidad de ser reconocido y el papel transformador de la empatía en los procesos de integración. Carolina Vicente lo resumió así: “cuando alguien es visto, recupera su dignidad. Lo urgente, dónde dormir, qué comer, impide estar en lo importante, que es poder ser y sentirse persona”.

Espacios para conocerse y romper el miedo

En el tramo final del encuentro, Ousman propuso una mirada esperanzadora sobre la convivencia: “Lo que falta son espacios para conocerse. Cuando conoces al otro, te das cuenta de que todos buscamos lo mismo: paz, amor y salud”.

Por su parte, Guillermo Fouce advirtió sobre la necesidad de combatir los discursos de odio y reivindicar la empatía como antídoto ante la deshumanización. “Hay quien siembra miedo porque divide, pero el odio solo se combate con amor, cercanía y convivencia”.

Y Carolina Vicente concluyó con una llamada a la acción al afirmar que “cuando comprendemos que hablamos de derechos humanos, no hay lugar al debate. La clave es formarnos e informarnos para construir una mirada basada en los derechos y no en los prejuicios”.

Todos estamos en el equipo de la humanidad

El cierre de Molo Cebrián dejó una de las frases más recordadas de la tarde:

“Somos parte del mismo equipo: el equipo de la humanidad”.

Un recordatorio de que la empatía, la escucha y los vínculos son la base de una sociedad más justa y emocionalmente sana.

 

Frente a las soledades, una red que cuida: Universidades Populares construyendo comunidad.

Las Universidades Populares somos espacios de encuentro, aprendizaje y transformación, arraigadas en el territorio y sostenidas por la fuerza de la comunidad. Desde esta identidad compartida, no podemos permanecer ajenas a uno de los grandes desafíos de nuestra sociedad: las soledades.

Reconocemos que este es un fenómeno creciente que atraviesa generaciones, territorios y realidades, afectando tanto a jóvenes como a personas mayores, erosiona la salud física, emocional y social, debilita vínculos sociales, empobrece la vida comunitaria y provoca un alto impacto económico en términos de gasto público. No se trata solo de una vivencia individual, sino de un  problema social y de salud pública que interpela a nuestras comunidades en su conjunto y requiere respuestas colectivas, sostenidas y transformadoras.

Observamos que muchas causas de la soledad son estructurales: pérdida de redes de apoyo, cambios demográficos, urbanización, migraciones o desigualdades sociales. Y nos preocupa, especialmente, su impacto en ciertos colectivos más vulnerables: personas mayores, cuidadoras y cuidadores, migrantes, personas con discapacidad o quienes viven en entornos aislados.

Frente a ello, las Universidades Populares reivindicamos nuestra capacidad y responsabilidad para activar redes de cuidado y solidaridad, tejer vínculos y acompañar procesos de cambio social. Este manifiesto nace como una declaración compartida de compromiso, convencidas de que las soledades solo pueden afrontarse desde lo común, desde la participación ciudadana y desde la certeza de que construir comunidad es el mejor antídoto contra el aislamiento.

Las Universidades Populares, reconocemos nuestra capacidad y asumimos la responsabilidad de ser agentes activos frente a las soledades. Desde esta convicción, DECLARAMOS lo siguiente:

  1. Reafirmamos nuestro arraigo local y comunitario, actuando desde la proximidad, la confianza y el conocimiento de cada territorio; fortalecemos los vínculos sociales y generamos espacios abiertos de encuentro y participación, donde todas las personas puedan sentirse parte y aportar.
  2. Defendemos la dimensión social de la soledad no deseada, convencidas de que no se combate solo desde lo individual: requiere reconstruir vínculos, generar comunidad.
  3. Promovemos el trabajo en red con instituciones, entidades sociales y ciudadanía, construyendo respuestas compartidas que complementen los servicios sanitarios, educativos y sociales.
  4. Apostamos por la prevención: no basta con atender los casos detectados, es necesario crear entornos que reduzcan el aislamiento, fomenten la participación y promuevan el cuidado colectivo.
  5. Impulsamos espacios intergeneracionales y de encuentro, donde los saberes, experiencias y culturas se transmiten y fortalecen el tejido social.
  6. Defendemos la importancia de lo presencial, sin dejar de aprovechar las oportunidades de lo digital, siempre al servicio del encuentro humano.
  7. Nos comprometemos con la formación y la innovación para afrontar con calidad y creatividad nuevas formas de soledad, especialmente entre la juventud.
  8. Reclamamos planes y estrategias frente a las soledades en los ámbitos local y regional, con participación real de la ciudadanía en su diseño y desarrollo.
  9. Demandamos recursos humanos y económicos suficientes que garanticen la sostenibilidad de procesos comunitarios transformadores y el respaldo institucional necesario.

Con estas declaraciones afirmamos que la lucha contra las soledades no puede ser tarea aislada ni pasajera. Requiere corresponsabilidad, compromiso sostenido y la convicción de que es en la comunidad donde se teje la mejor respuesta.

Por ello, la Red de la Federación Española de Universidades Populares asume el compromiso de difundir en todos sus ámbitos y estructuras las conclusiones de este Congreso, así como las que en el futuro se generen en torno a esta realidad. Y hacemos un llamamiento a instituciones, ciudadanía y agentes sociales para caminar juntos en este reto común: Porque frente a la soledad no  deseada, una red que cuida, una comunidad de cuidados.

JORNADAS TÉCNICAS NACIONALES DE UNIVERSIDADES POPULARES. Dos Hermanas, 26 de septiembre de 2025

Nos duele Palestina

“La neutralidad nunca es posible ni absoluta. Trabajar en lo común y colectivo implica posicionarse”.

Desde la Fundación Psicología Sin Fronteras alzamos la voz ante el dolor insoportable que ha atravesado y sigue atravesando el pueblo palestino.

Nos duele la pérdida de vidas, nos duelen las familias rotas, los cuerpos heridos, los niños y niñas aterrorizados.

Nos duele la deshumanización que ha hecho posible que todo lo ocurrido en Gaza no haya provocado una respuesta clara, firme y ética de quienes trabajamos por la salud mental y la dignidad humana.

Como profesionales de la psicología, no podemos permanecer en silencio. La salud mental no existe sin derechos humanos. Desde octubre de 2023 se ha visto claramente que no puede haber bienestar emocional en medio de la violencia, la masacre, el bloqueo de ayuda humanitaria y la impunidad.

Decenas de miles de muertos, desplazamientos masivos (nueve de cada diez habitantes de Gaza han huido de sus hogares durante los dos últimos años, según la ONU), hambre, destrucción. Esta imagen deja una huella profunda en quienes lo viven y en la conciencia colectiva.

Por eso pedimos al Colegio Oficial de la Psicología de Madrid y al Consejo General de la Psicología de España que:

  1. Emitan un manifiesto público de condena ante las violaciones de derechos humanos en Gaza y muestren su solidaridad con las víctimas civiles.
  2. Organicen un acto institucional, abierto a la ciudadanía y al conjunto de la profesión, bajo el título “Nos duele Palestina”, que visibilice el papel de la psicología ante la violencia y las crisis humanitarias.

Pedimos que la psicología española esté a la altura de su responsabilidad ética.

Que recuerde que cuidar es también poner blanco sobre negro. Que acompañar implica no mirar hacia otro lado.

Nos duele Palestina.

Nos duele el silencio.

Nos duele la indiferencia.

Porque defender la vida, la paz y los derechos humanos también es hacer psicología.

FIRMA YA AQUÍ

La Fundación Psicología Sin Fronteras se suma a la reivindicación de miles de profesionales y estudiantes que exigen la inmediata regulación legal de la psicología en España.

El Manifiesto a favor de la regulación de la Psicología denuncia la situación de desigualdad que sufre esta profesión titulada frente a otras disciplinas afines ya reguladas y advierte de las graves consecuencias que la falta de un marco legal tiene para la ciudadanía.

La petición es clara: regular la psicología para proteger el derecho a la salud, el bienestar y la calidad de vida de la población y para acabar con el intrusismo profesional y las pseudoterapias que ponen en riesgo a quienes buscan ayuda.

“La Psicología es una profesión titulada que cumple los requisitos que marca la Constitución. Sin embargo, llevamos más de 20 años siendo discriminados frente a otras profesiones similares”, recoge el manifiesto.

Entre los argumentos se destacan:

  • La necesidad de garantizar la competencia de quienes ejercen, asegurando que cuentan con la formación universitaria requerida.

  • La urgencia de frenar el intrusismo y las prácticas pseudoprofesionales que causan daños reales en la salud mental de miles de personas.

  • El derecho del estudiantado de Psicología a un reconocimiento justo de sus competencias en igualdad de condiciones que otros grados universitarios.

  • La obligación de la Administración de proteger el bienestar psicológico de la población.

Desde Fundación Psicología Sin Fronteras recordamos que la salud mental es un derecho, no un privilegio, y que esta regulación es una cuestión de justicia y de protección ciudadana.

Firma el manifiesto y difúndelo para que llegue a todas las personas interesadas en que la Psicología sea reconocida como merece:

Manifiesto por la regulación de la psicología

 

Introducción. Los bebés robados

Durante los cuarenta años de dictadura franquista, y hasta ya entrada la democracia, en España tuvo lugar uno de los delitos más silenciados y, a su vez, con mayor implicación y difusión mediática de la historia reciente. En el año 2010, los casos de mujeres que habían dado a luz en clínicas y maternidades a neonatos que fallecieron en extrañas circunstancias se hicieron noticia (Tortosa, 2014). Entonces, el término ‘bebés robados’ se popularizó dando comienzo a distintas iniciativas sociales y actuaciones judiciales en busca de la aclaración de la numerosidad de casos de sustracciones de menores sucedidos desde finales de la Guerra Civil hasta los primeros años de democracia en España.

El fenómeno delictivo de los bebés robados engloba una heterogeneidad de situaciones, todas relacionadas con las adopciones irregulares sucedidas en el seno del Estado español durante el siglo XX. A lo largo de este tiempo, multitud de menores fueron sustraídos de cárceles, clínicas, maternidades y centros de internamiento pasando a ser objeto de un delito motivado ideológicamente en sus inicios (Vinyes et al., 2002), y al que, con posterioridad, se le sumarían motivaciones adyacentes como el lucro, sustentadas por una estructura de poder e impunidad (Esteso y Luque, 2018).

El desarrollo del delito: etapas y motivaciones

El delito de sustracción de menores en España presentó una evolución diferenciada en dos etapas. El primer periodo, comprendido durante los años cuarenta y cincuenta, se enmarcó bajo un contexto de represión dictatorial donde la separación de multitud de niños de su familia biológica se justificó como medida de “higiene racial” (Vicedo, 2021) en aras a la regeneración del espíritu nacional español. El final de la Guerra Civil española supuso la búsqueda, por parte de la dictadura franquista, de diferentes medios de instauración de la ideología fascista y nacionalcatólica, mientras acababan con cualquier resquicio y manifestación del enemigo. La patologización y negación de la condición humana de los militantes republicanos fue el primer paso hacia su anulación política y social. De este modo, desde el Gabinete de Investigaciones Psicológicas, el comandante Vallejo Nágera se centró en “investigar las raíces psíquicas del marxismo”1 llegando a concluir y promover, partiendo de la consideración de la raza como adquisición cultural derivada del ambiente, las medidas de higiene racial y eugenesia positiva. Y es que, si militaban “en el marxismo de preferencia psicópatas antisociales (…), la segregación de estos sujetos desde la infancia podría liberar a la sociedad de esta plaga tan temible” (Vallejo Nágera, 1939, p.52).

Así se produjo el comienzo de la separación de multitud de menores sustentada por un “entramado legal ex profeso” (Vicedo, 2019, p.360) que abrió paso a las deportaciones de estos niños al ámbito tutelar pasando a depender su custodia de la red asistencial falangista. El Decreto sobre los huérfanos de la revolución y la guerra publicado en 1940 establecía, en su tercer artículo, que dicha tutela sería confiada, en defecto de la propia familia, a causa de existir “razones fundadas para estimar nocivo a este -el menor- para sus intereses de orden formativo y moral” (art. 4), a personas de “reconocida moralidad, adornadas de garantía que aseguren la educación de los huérfanos en un ambiente familiar irreprochable desde el triple punto de vista religioso, ético y nacional” (art. 3). Un articulado que, en última instancia, reducía la operación de la pérdida de la tutela a criterios de carácter arbitral, únicamente dependientes de la opinión política que merecían los familiares según las autoridades. La Ley del 4 de diciembre de 1941 culminó esta arquitectura legal ofreciendo legitimidad al cambio de nombre de multitud de hijos de presos, fusilados y exiliados y abriendo una vía más a las adopciones irregulares y su silenciamiento (Vinyes et al., 2002).

Durante su segunda etapa, y debido al cambio contextual sufrido por el régimen, asociado a su etapa de aperturismo que conllevó la entrada de España en la ONU, la práctica de sustracción de menores y adopciones irregulares que se había mantenido vigente durante más de veinte años adoptó un cambio en su estructura y organización. Todo ello con la intención de dar respuesta a la demanda social de niños por parte de familias afines al régimen, económica y socialmente bien posicionadas, que hasta entonces se había visto satisfecha. El robo de bebés se estableció, entonces, en torno a una red que involucraba a “instituciones de caridad y beneficencia, inclusas, casas cuna, hospitales privados y públicos, casas de maternidad (…), entre otros” (Vicedo, 2019, p.362) y cuya actuación se vio propiciada por el carácter privado que regía los procesos de adopción hasta 1987 (Vicedo, 2021), cuando se atribuye la competencia exclusiva en materia de adopción al Estado para evitar, tal como señala la Ley 21/1987, “la odiosa existencia del tráfico de bebés”2.

En este periodo se consolida un modus operandi caracterizado por el engaño a mujeres solteras, pobres o jóvenes a quienes se informaba falsamente de la muerte de sus hijos al nacer (Esteso, 2012) o se negaba la recuperación de su tutela tras el ingreso de sus hijos en centros de beneficencia (de Tena, 2014). Los recién nacidos eran entregados, a cambio de donaciones o pagos, a familias consideradas aptas para la crianza en un intento de imponer una moral familiar tradicional y favorecer la vigencia de la institución familiar desde el punto de vista nacionalcatólico. Las sustracciones en las clínicas de maternidad se producían, también, por coerción, sobre todo, en los casos de madres solteras y mujeres ingresadas en pisos o casas de maternidad que, tras el parto, eran coaccionadas a la entrega de su hijo en adopción como medio para evitar el estigma de la maternidad en calidad de soltera. Coacción también sufrida por las mujeres y niñas ingresadas en los diferentes reformatorios y correccionales para madres solteras dependientes del Patronato de Protección a la Mujer (García del Cid, 2012). Un organismo constituido formalmente en el año 1942, dependiente del Ministerio de Justicia y presidido por Carmen Polo de Franco, encargado de “velar por las jóvenes caídas o en riesgo de caer” (García del Cid, 2012, p.9) y cuyas maternidades se dirigían, tal como referían sus propios boletines informativos (1971), a voluntarias y forzadas, huidas, rechazadas, rabiosas, listas, tontas, analfabetas, educadas, groseras. Y no hay, no puede haber clasificación, porque no existe, no puede haber discriminación, puesto que el signo único que cuenta es el estado de gestación o la maternidad.

Las voces de las víctimas

La verdadera comprensión de la profundidad de este fenómeno requiere de la escucha y reconocimiento de las voces de sus víctimas. El archivo público Maternidades robadas (Mujer y Memoria, s.f.) recoge los testimonios de distintas víctimas cuyo análisis permite reconstruir el daño ocasionado desde el relato y la narrativa de sus historias. Sus relatos reflejan no solo las consecuencias psicológicas derivadas de la pérdida, sino también una profunda comprensión crítica de los mecanismos ideológicos, económicos e institucionales que sostuvieron este fenómeno criminal a lo largo de tantos años.

Ideología y Poder

En la revisión del discurso de las víctimas, podemos observar cómo la ideología marca para ellas el inicio de la práctica del delito, pasando a ser sustituida por la motivación de lucro a medida que avanzaban las décadas y, en especial, tras el comienzo de la democracia. Algunas víctimas reconocen no haber estado posicionadas políticamente en el momento del robo, sin embargo, sus discursos coinciden en la identificación de la pertenencia a una clase social media-baja como factor determinante en su victimización y destacan cómo la ideología franquista, basada en un modelo de familia nacionalcatólica, legitimó la separación forzosa de madres e hijos.

Empezó por motivo ideológico y con el tiempo pues se convirtió en… en un negocio. Pero, para mí, desde luego que… que tiene que ver con la dictadura franquista porque era una época oscura y donde la gente era ignorante y… y en estos casos, esas madres no podían… o sea, era gente de bajo nivel cultural, familias humildes a las que les pasaba. Es mucha casualidad. Nunca le pasaba a gente preparada ni a gente… con una economía saneada. Entonces, para mí sí que tenía mucho que ver. Eran las víctimas perfectas para… este genocidio.

Asimismo, las víctimas coinciden en la identificación del poder residual del Estado franquista como facilitador de la comisión del delito en democracia. La vigencia de las leyes franquistas, la permanencia en altos cargos de los diferentes agentes implicados en los robos, y la influencia del poder económico y social de las familias adoptantes habrían facilitado, según estas, la impunidad asociada al delito, aún hoy en día.

Desigualdad y lucro

Al igual que la ideología, la desigualdad y vulnerabilidad social son identificadas por los testimonios como factores predisponentes a su victimización y dificultades a la hora de actuar judicialmente y buscar la reparación del daño ocasionado. El lucro es identificado como motivación principal tras las sustracciones llegando las víctimas a referirse al delito como un robo o negocio y, a sí mismas, como mercancías.

A nosotros nos utilizaron, a las madres, como meras mercancías. Ellos ponían, por decirlo de alguna manera, las fábricas, que eran los hospitales públicos y privados, y allí íbamos nosotros pues como el transportista que lleva la mercancía: llegábamos allí, nos quitaban a nuestros niños, nos engañaban con que había fallecido y se lo vendían al mejor postor.

Consecuencias psicológicas y daño ocasionado

Las consecuencias emocionales y psicológicas narradas en los testimonios son numerosas y devastadoras. Las mujeres describen sentimientos de culpa, duelo no resuelto, y una profunda desconfianza hacia las instituciones. La pérdida de sus hijos, unida al silencio social impuesto durante años, generó daños psíquicos prolongados que persisten en el tiempo.

Además, el desconocimiento sobre la verdadera suerte de sus hijos ha impedido cerrar el proceso de duelo, y la ausencia de acceso a la verdad y estigmatización social genera una victimización secundaria que se refuerza con cada intento fallido de búsqueda.

Estos hechos te producen una sensación de que no has sabido llevar la situación… un sentimiento de culpa por no haber sabido hacer nada en aquel momento. Esto ha hecho que en el tiempo yo misma me hiciera una víctima revictimizada.

Asimismo, encontramos multitud de menciones de las víctimas al proceso de embarazo y parto; y el trato violento recibido por el personal sanitario durante el mismo. Las madres refieren haber sido víctimas de negligencias y haber recibido comentarios desconsiderados con alto componente violento y estigmatizante por parte de los profesionales de la salud encargados de su cuidado.

Ausencia de reparación y olvido institucional

Un eje transversal a los testimonios es la denuncia de la falta de reconocimiento oficial y de reparación efectiva. Las víctimas sienten que el Estado ha desatendido su derecho a la verdad y la justicia. Especialmente relevante es la percepción del olvido como forma de violencia simbólica y estructural, una ausencia de políticas de memoria que, unida a la desprotección judicial, perpetúa una doble victimización: primero por la sustracción de los hijos y luego por el abandono institucional.

El ser reconocidos como víctimas, la implicación, la primera que tiene, es que automáticamente cuando eres víctima tienes unos derechos (…). Nos sentimos totalmente ninguneados. Como que no existimos, somos las víctimas invisibles.

Conclusión. Una herida por sanar

Frente al abandono e inacción estatal, las asociaciones de víctimas han desempeñado un papel crucial en la lucha contra el olvido encarnándose como espacios de apoyo emocional y consuelo. Las víctimas coinciden en la necesidad de concienciar a la sociedad como mecanismo para prevenir tanto el olvido, como la posible futura repetición del delito; e identifican el robo de bebés como una vulneración de los derechos humanos, un maltrato contra la mujer y un fenómeno con implicaciones sociales donde la falta de memoria ocupa el lugar central.

La falta de memoria (…) eso es lo que perjudica. Porque cuando una cosa se sabe, se puede evitar; si no se sabe, no.

La situación de impunidad que acompaña, hoy en día, a la cuestión de los bebés robados merece una respuesta eficaz e integral capaz de garantizar el acceso a la verdad, la justicia, la reparación y el establecimiento de garantías de no repetición de lo ocurrido. La sociedad española, como Estado de Derecho, tiene la obligación de atender a las necesidades de la ciudadanía y velar por la consecución de la justicia social, y, únicamente, mediante la memoria, reconocimiento y respuesta a las consecuencias de su historia podrá dar por cumplida dicha obligación.

El 6 de marzo de 2020 fue presentada en el Congreso de los Diputados la Proposición de Ley sobre bebés robados en el Estado español. A día de hoy, su aprobación sigue pendiente…

 


1 Fuente: Hoja de Servicios del teniente coronel Antonio Vallejo Nágera, LGA: B-382. Archivo General Militar, Segovia.

2 Fuente: Preámbulo de la Ley 21/1978, de 11 de noviembre, por la que se modifican determinados artículos del Código Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Civil en materia de adopción.

Referencias bibliográficas

Esteso, M. J. (2012). Niños robados: de la represión franquista al negocio. Diagonal.

Esteso, M. J. y Luque, S. (2018) El robo de bebés desde una perspectiva de género. Revista Nuestra Historia. 5, pp.169-176.

García del Cid, C. (2012). Las desterradas hijas de Eva. Algón Editores.

Mujer y Memoria (s.f.). Maternidades robadas. https://mujerymemoria.org/maternidades_robadas/

de Tena, F. G. (2014). “Nos encargamos de todo”: robo y tráfico de niños en España. Clave intelectual.

Tortosa (2014). “Los niños perdidos del franquismo”: Último episodio de la memoria de la dictadura. Journal of Catalan Studies.

Vallejo Nágera, A. (1939). La locura y la guerra: psicopatología de la guerra española. Librería Santarén.

Vicedo, R. V. (2019). La desaparición forzada de los” niños robados” en el Estado español: lecciones desde el Derecho Internacional en la lucha por la verdad, la justicia y la reparación. Anuario de los Cursos de Derechos Humanos de Donostia-San Sebastián: Donostiako Giza Eskubideei Buruzko Ikastaroen Urtekaria, (19), 353-410.

Vicedo, R. V. (2021). La represión franquista sobre la maternidad: Los “niños robados” y la necesidad de incluir una perspectiva de género en la memoria democrática. Revista valenciana d’estudis autonòmics, (66), 399-442.

Vinyes, R., Armengou, M., y Belis, R. (2002). Los niños perdidos del franquismo. Barcelona: Plaza & Janes Editores.

 

Artículo elaborado por Elena Fernández González, alumna de la Universidad Europea, participante en el Programa de Prácticas Universitarias de la Fundación Psicología Sin Fronteras.

La Fundación Psicología Sin Fronteras ofrece en su nuevo espacio de Carabanchel (Madrid) un servicio de atención psicológica individual, de pareja y familiar con tarifas ajustadas a cada situación socioeconómica. Un recurso pensado para que nadie se quede sin apoyo por falta de recursos.

Para la Fundación Psicología Sin Fronteras la salud mental es un derecho, no un privilegio. Por ese motivo lleva mucho tiempo desarrollando el programa de atención “Psicología a tu alcance” que, desde hace dos años, cuenta también con la cofinanciación de la Comunidad de Madrid. Se trata de un servicio de atención psicológica y emocional cercano, profesional y adaptado a la realidad económica de cada persona.

Psicología a tu alcance. Atención psicológica adaptada a tu situación económica.

¿En qué consiste?

  • Atención psicológica individual para infancia, adolescencia, personas adultas y mayores.
  • Terapia de pareja y familiar.
  • Intervenciones en ansiedad, depresión, duelo, estrés, miedos, trastornos del sueño, trauma, etc.
  • Además, orienta de manera muy específica sobre cuestiones relacionadas con soledad no deseada así como sobre sectas y pseudoterapias.
  • Modalidad presencial en Carabanchel y también online o a domicilio en determinados casos.

Accesible y asequible

La primera sesión de orientación es gratuita. Después, la tarifa se ajusta a través de un triaje económico en función de la renta per cápita y la situación socioeconómica de cada persona. Existe incluso la posibilidad de tarifa solidaria a coste cero en determinados casos.

Este modelo de atención cuenta con la cofinanciación de la Comunidad de Madrid, lo que permite que sea sostenible y accesible para más personas.

Cómo se accede

  • La solicitud puede hacerse a través del formulario en la web, por WhatsApp o llamada telefónica al 697 705 436.
  • Fundación Psicología Sin Fronteras envía a la persona interesada un formulario en el que se recogen datos básicos sobre la situación económica (ingresos, vivienda, número de convivientes, situación laboral, etc.).
  • Una profesional revisa esta información y realiza un estudio socioeconómico.
  • Con ello se asigna una tarifa y, si la persona la acepta, se deriva a un/a psicólogo/a del programa.

Inicio de la intervención

La terapia suele comenzar con una frecuencia de una sesión semanal o quincenal, según las necesidades. Puede realizarse en formato presencial en la sede de la fundación en Carabanchel (calle Monseñor Óscar Romero, 4, 28025, Madrid) o de manera online.

Talleres para el bienestar psicológico y emocional y la vida cotidiana

En nuestro nuevo espacio de Madrid organizamos talleres presenciales que ofrecen a las personas participantes herramientas prácticas para afrontar y disfrutar del día a día. Son espacios diseñados para mejorar el bienestar emocional y psicológico y las relaciones interpersonales, combinando la adquisición de habilidades y el afrontamiento de situaciones de especial vulnerabilidad con la reflexión compartida.

Los talleres se agrupan en cuatro bloques principales:

  • Habilidades: comunicación efectiva, escucha activa, empatía, inteligencia emocional, resolución de conflictos, autoestima y autocuidado.

  • Vulnerabilidades: abordaje del duelo, la jubilación, la menopausia, la soledad no deseada, la prevención del suicidio y otros momentos vitales que generan malestar psicológico y emocional.

  • Empleabilidad: desarrollo de competencias para la búsqueda y mantenimiento del empleo, elaboración de currículum, preparación de entrevistas, uso de recursos comunitarios, conciliación familiar y laboral, así como el fortalecimiento de la motivación y la confianza personal.

  • Soledad no deseada: actividades para prevenir el aislamiento social, luchar contra el edadismo y fomentar el envejecimiento activo a través de estimulación cognitiva, hábitos saludables y creación de redes de apoyo.

Cada ciclo consta de cuatro sesiones de entre 60 y 90 minutos. A través de dinámicas participativas, se promueve que las personas asistentes adquieran competencias útiles para mejorar su calidad de vida, su autonomía y sus oportunidades.

Descarga el catálogo de talleres completo y cuéntanos a cuáles te interesaría apuntarte.

Un recurso complementario: “¿Hablamos?”. Consultorio online generalista sobre psicología

Además de Psicología a tu alcance, la Fundación Psicología Sin Fronteras dispone del consultorio online ¿Hablamos?, un espacio de orientación psicológica gratuita donde cualquier persona puede plantear dudas y recibir primeras pautas y acompañamiento breve.
Este servicio no está activo durante los meses de julio, agosto y septiembre, pero vuelve a abrirse en otoño para seguir ofreciendo apoyo inmediato y cercano.

 

Gaza no puede esperar.

Hoy, las organizaciones firmantes —los Comités Nacionales de UNICEF y UNRWA en España, Amnistía Internacional, Oxfam Intermón, Médicos Sin Fronteras, Save the Children y Movimiento por la Paz (MPDL) — alzamos nuestras voces como una sola. Las alzamos porque el sufrimiento de la población palestina es insoportable.
Las alzamos porque en Gaza, con cada día que pasa, algo esencial de nuestra humanidad se desmorona.

Nos dirigimos a los gobiernos, a líderes políticos, a las instituciones internacionales, a los medios de comunicación, a las organizaciones de la sociedad civil y, sobre todo, a todas las personas que  aún no han renunciado a su conciencia ni a su capacidad de indignarse ante los actos de barbarie que el actual gobierno y el ejército de Israel están cometiendo en Gaza.
En menos de dos años, más de 55.000 personas han sido asesinadas, más de 18.000 son niños y niñas. Más de 127.000 han resultado heridas, muchas con amputaciones, quemaduras,  mutilaciones y traumas imposibles de sanar. Después de los ataques cometidos por Hamás, matando a 1.200 personas muertas y tomando alrededor de 250 rehenes el 7 de octubre de 2023, Gaza ha pasado a convertirse en el escenario del sufrimiento humano más desgarrador de nuestro tiempo. Se ha transformado en un símbolo brutal del dolor.
El impacto mental es inenarrable, los niños y niñas nos hablan de una desesperanza total hacia el futuro. Y todavía seguimos buscando palabras que estén a la altura de este infierno, porque ya no alcanza el lenguaje para describir tanto dolor.

Prácticamente toda la población de Gaza vive desplazada y asediada, sin un lugar seguro donde refugiarse. Más de la mitad son niños y niñas. Como consecuencia del asedio total impuesto por las autoridades israelíes el 2 de marzo, el 100% de Gaza corre ahora riesgo de hambruna, según Naciones Unidas. Más de medio millón de personas están en fase 5 de hambruna catastrófica, decenas han muerto ya y seguirá sucediendo si el Gobierno de Israel no permite la entrada de ayuda humanitaria masiva.

La protección y asistencia especiales que el Derecho Internacional Humanitario otorga a la infancia —y que constituyen una obligación legal para las partes en conflicto— no se han cumplido. Asesinados o mutilados, cercados por el hambre y el miedo, niños y niñas están siendo afectados de forma desproporcionada por este conflicto. Más de 41.000 han perdido a uno o ambos de sus progenitores. El impacto es tan profundo que ha sido necesario acuñar un nuevo término para describir a aquellos que han sobrevivido, “niños y niñas heridos, sin familiares supervivientes”.

Los ataques contra la población civil, la destrucción de infraestructuras esenciales, la obstrucción sistemática de la acción humanitaria, la privación del agua y de la comida, así como el  desplazamiento forzoso constituyen graves violaciones del Derecho Internacional Humanitario.

El sistema de salud ha colapsado. Al menos el 94% de todos los hospitales de la Franja de Gaza están dañados o han sido destruidos. La atención médica está siendo sistemáticamente atacada en toda Gaza. Quienes sobreviven a los bombardeos mueren por falta de cuidados básicos. Los equipos médico-humanitarios se están viendo obligados a curar heridas sin analgésicos y a racionar
medicamentos esenciales. En los quirófanos han tenido que operar sin electricidad.

A esta devastación se suma un modelo de ayuda impuesto por el Gobierno de Israel que excluye los principios humanitarios, a las agencias de Naciones Unidas y a las principales organizaciones humanitarias internacionales. Un modelo que, lejos de aliviar el sufrimiento, lo perpetúa. Que fragmenta, condiciona y politiza la asistencia, violando los principios fundamentales de neutralidad, imparcialidad e independencia. Este no es un sistema de ayuda humanitaria, es la militarización de la ayuda contra una población hambrienta. Facilita desplazamientos forzados, bloquea el socorro vital y consolida el castigo colectivo como arma de sometimiento. En los últimos días han sido asesinadas más de 300 personas y miles de heridas en los puestos de ayuda militarizados como consecuencia de los disparos del ejército israelí.

Mientras tanto, toneladas de alimentos, medicinas y material sanitario permanecen retenidas al otro lado de la frontera, a escasos kilómetros de quienes las necesitan con desesperación.

No podemos permitir que esta indiferencia y complicidad se instalen como norma.

No podemos aceptar que los líderes europeos y mundiales observen en silencio mientras una población entera se desvanece bajo las bombas, los escombros, la inanición y el abandono.

Este manifiesto no es una súplica.

Es un grito.

Es un puño sobre la mesa de la indiferencia.

Es un llamamiento urgente a la conciencia del mundo.

Y con cada niña y cada niño muertos, con cada madre que llora sin fuerzas, con cada familia sepultada bajo los escombros, algo de nosotros también desaparece.

En el futuro no podremos decir que no lo vimos venir. La protección es un derecho y una obligación legal que deben garantizar las diferentes partes y también la comunidad internacional.

¿Cuánto más tiene que sufrir un pueblo para despertar la acción internacional?

¿Cuántos niños y niñas más deben morir para que quienes tienen poder actúen?

Las palabras ya no bastan. Las condenas sin consecuencias no salvan vidas. Las declaraciones sin medidas concretas se difuminan. La historia no juzgará lo que dijimos, sino lo que hicimos. O no hicimos.

Hacemos un llamamiento a las autoridades israelíes para que cesen inmediatamente el castigo colectivo a los palestinos y pongan fin a su inhumano asedio de Gaza. Pedimos también que el Gobierno de Israel cumpla sus responsabilidades como potencia ocupante y que sus autoridades faciliten la entrada de ayuda humanitaria en Gaza a gran escala.

Exigimos a España, a los líderes europeos, y a los estados aliados del Gobierno de Israel, que ejerzan su influencia para lograr:

1. Un alto el fuego inmediato y definitivo.

2. La protección efectiva de la población civil, conforme al Derecho Internacional Humanitario.

3. La apertura total y sostenida de todos los pasos fronterizos para garantizar la entrada masiva de ayuda humanitaria, sin condiciones políticas.

4. El respeto y restablecimiento pleno del mandato de UNRWA y de todas las agencias humanitarias, sin criminalización ni obstrucciones políticas.

5. La suspensión de los castigos colectivos como arma de guerra, como el uso del hambre y el desplazamiento forzado.

Fundación Psicología Sin Fronteras se ha sumado a este manifiesto.

Firma aquí y ahora por Gaza. 

¿Qué entendemos por homofobia?

La palabra homofobia se empezó a usar en los años 60 para describir el miedo, desprecio o rechazo que algunas personas sentían hacia personas homosexuales. En ese entonces, muchas ideas sobre la homosexualidad estaban teñidas de prejuicios y conceptos erróneos, e incluso la ciencia consideraba que ser homosexual era una enfermedad.

Más tarde, en 1973 se eliminó del DSM-III la categorización de la homosexualidad como una enfermedad y se empezaron a reconocer socialmente los derechos del colectivo LGTB. Sin embargo, la homofobia sigue estando presente, y en la actualidad algunos autores hacen una distinción entre homofobia manifiesta y homofobia sutil. La primera, manifiesta, que es la forma más tradicional de prejuicio, se refiere a las conductas hostiles y de claro rechazo a las minorías, mientras que la segunda se refiere a la expresión sutil y encubierta del prejuicio (miradas, estereotipos, etc.).

Hoy en día la conceptualización de la homofobia se ha ampliado, gracias a los trabajos de Herek en 2004, que exponían las limitaciones del término y proponían otros términos alternativos como estigma sexual, heterosexismo o prejuicio sexual, para entender mejor cómo se estructura la discriminación hacia las personas no heterosexuales.

Homofobia interiorizada

La homofobia interiorizada ocurre cuando personas homosexuales o bisexuales interiorizan las ideas negativas que la sociedad ha transmitido sobre la homosexualidad. Esto puede suceder incluso antes de que esa persona se reconozca como homosexual o bisexual. Al crecer en un entorno donde ser “diferente” se ve como algo malo, muchas personas interiorizan esas creencias y las aplican sobre sí mismas.

Esto no solo genera vergüenza o culpa respecto a su propia identidad, sino que también puede provocar rechazo hacia otras personas LGBT, negación de la orientación sexual propia o miedo a decir públicamente la propia orientación sexual. En muchos casos, esta autonegación afecta gravemente la autoestima y el bienestar emocional.

Estudios han demostrado que la homofobia interiorizada puede estar relacionada con sentimientos de ansiedad, depresión, aislamiento y, en los casos más graves, ideación suicida. No se trata solo de un problema individual, sino que es el reflejo de los prejuicios aún existentes en la sociedad.

El estrés de minorías

Las personas LGBT, y en general las personas pertenecientes a minorías sociales suelen enfrentarse a lo que se llama estrés de minorías, que se trata de un estrés provocado por vivir en una sociedad que considera ciertas identidades como inferiores o fuera de la normalidad.

Este tipo de estrés puede venir de dos formas:

  • Estresores externos (distales): insultos, discriminación, leyes injustas, violencia, rechazo familiar, etc.
  • Estresores internos (proximales): miedo al rechazo, necesidad de ocultar quiénes son, o el sentimiento de que hay algo “malo” en uno mismo.

Ambos tipos de estrés se combinan y pueden tener un impacto profundo en la salud mental. Las estadísticas muestran que las personas LGBT tienen un mayor riesgo de sufrir depresión, ansiedad, abuso de sustancias y pensamientos suicidas.

¿Qué se puede hacer? El papel de la psicología afirmativa

Frente a este panorama se desarrolló lo que se conoce como psicología afirmativa, que vino de la mano del psicólogo Alan K. Malyon en 1982 en EE. UU. y se extendió por Europa. Se trata de un enfoque que busca apoyar a las personas LGBT en el proceso de aceptarse, valorarse y vivir con plenitud. El objetivo es crear un espacio seguro donde las personas puedan cuestionar los mensajes negativos que han interiorizado, trabajar su autoestima y reconectar con su identidad de manera positiva. Este tipo de terapia puede traer numerosos beneficios, como:

  • Sensación de estar en un espacio seguro y libre de juicios en el que poder expresarte con libertad
  • Validación de tu identidad y empoderamiento: reducción de la homofobia interiorizada y construcción de una visión más adaptativa sobre uno/a mismo/a
  • Fortalecimiento de la autoestima, promoviendo la aceptación de uno/a mismo/a
  • Manejo del estrés de minorías: te puede dotar de herramientas para afrontar situaciones de discriminación
  • Acompañamiento en procesos de transición de género
  • Mejora de las relaciones interpersonales, tomando en cuenta los desafíos relacionados con la diversidad sexual y de género, y ayudando a desarrollar herramientas para mejorar las relaciones familiares y sociales

Para finalizar, y dados los beneficios mencionados de la terapia afirmativa, es recomendable que en caso de estar sufriendo algún tipo de malestar relacionado con la homofobia interiorizada, contactes con especialistas en este ámbito. En este sentido, el Mapa de recursos LGTBI+ del Ministerio de Igualdad permite buscar recursos por localización: Mapa de recursos de apoyo al colectivo LGTBI

Referencias

Balducci, J., Ferrari, S., Galeazzi, G. M., Mattei, G., Mongelli, Perrone, D. y F. Sacchetti, A. (2019). Minority stress and mental health among LGBT populations: an update on the evidence. Minerva Psichiatrica, 60(1), 27-50. DOI: 10.23736/S0391-1772.18.01995-7

Betancor, V., Coello, E., Quiles, M. N., Rodríguez, A. y Rodríguez, R. (2003). La medida de la homofobia manifiesta y sutil. Psicothema, 15(2), 197-204

Bhugra, D., Castaldelli-Maia, J.M., De Berardis, Torales, J. y Ventriglio, A. (2021). Homophobia and mental health: a scourge of modern era. Epidemiology and Psychiatric Sciences, 32(30). doi: 10.1017/S2045796021000391

Broadway-Horner, M. y Kar, A. (2022). Looking into the LGB affirmative therapies over the last f ifty years – a mixed method review synthesis. International Review of Psychiatry, 34(3 4), 392-401. https://doi.org/10.1080/09540261.2022.2051443

Herek, G. M. (2004). Beyond “Homophobia”: Thinking About Sexual Prejudice and Stigma in the Twenty-First Century. Sexuality Research & Social Policy, 1(2), 6-24

Meyer, I.H. (2003). Prejudice, social stress, and mental health in lesbian, gay, and bisexual populations: conceptual issues and research evidence. Psychological Bulletin, 129(5), 674-697. doi: 10.1037/0033-2909.129.5.674.

 

Artículo elaborado por Irene Hostalet Martínez, alumna de la Universidad a distancia de Madrid (UDIMA), participante en el Programa de Prácticas Universitarias de la Fundación Psicología Sin Fronteras.

En las relaciones afectivas —ya sean de pareja, familiares o incluso laborales— puede haber dinámicas que, aunque no dejan huella física, causan un profundo daño emocional. Una de ellas es el  gaslighting, una forma de abuso psicológico que se ha vuelto más reconocida en los últimos años por sus efectos devastadores en la autoestima y la percepción de la realidad de quien lo sufre.

¿Qué es el gaslighting?

El término proviene de la obra de teatro Gas Light (Hamilton, 1938), donde un hombre manipula a su esposa para que crea que está perdiendo la cordura. Lo hace, por ejemplo, atenuando las luces de gas de la casa y luego negando que hayan cambiado. Esta historia dio nombre a un fenómeno real que hoy conocemos como gaslighting. Es una forma de manipulación emocional crónica en la que el agresor busca que la otra persona dude de su memoria, sus pensamientos, sus emociones e incluso de su salud mental (Sweet, 2019; Sarkis, 2018).

Pero, ¿y cómo se manifiesta?

Quien realiza gaslighting no suele gritar ni amenazar de forma evidente. A menudo, se presenta como una persona “razonable”, “preocupada” o incluso “madura”, lo cual hace que sus actos pasen desapercibidos tanto para la víctima como para su entorno. Sus armas son más sutiles y consisten en negar, tergiversar, minimizar y confundir a la otra persona, minando poco a poco su seguridad emocional. Por ejemplo:

− “Eso nunca ha pasado, te lo estás inventando.” (niega directamente la realidad vivida por la otra persona, generando dudas en su memoria y percepción).
− “Estás loco/a, exageras todo.” (utiliza la etiqueta de locura o exageración para invalidar emociones, haciendo que la víctima se autocensure).
− “No seas paranoico/a, siempre ves lo peor.” (desacredita los pensamientos críticos o sospechas, reforzando la idea de que el problema está en quien siente, no en lo que ocurre).
− “Tú me haces reaccionar así.” (el agresor elude toda responsabilidad y culpa a la víctima por sus propios actos, invirtiendo los roles).
− “Si me amaras de verdad, no dudarías de mí.” (manipulación emocional que usa el afecto como moneda de cambio, haciendo que cuestionar sea sinónimo de traición).

Este tipo frases, repetidas a lo largo del tiempo, no son simples desacuerdos: son herramientas de manipulación emocional que buscan quitar la confianza de la persona en sí misma. Quien las recibe suele comenzar a preguntarse si está viendo las cosas con claridad, si es demasiado sensible, o incluso si tiene un problema psicológico.

Lo más peligroso del gaslighting es que muchas veces se presenta de forma gradual y normalizada, ya que, puede comenzar con bromas, comentarios sutiles o desacreditaciones pequeñas que no parecen importantes, pero que se van acumulando. La víctima no se da cuenta de inmediato del daño, porque suele estar emocionalmente implicada y desea conservar la relación. Es este vínculo afectivo lo que hace que la manipulación sea tan eficaz y difícil de detectar.

¿Qué consecuencias psicológicas tiene?

Los efectos del gaslighting no se manifiestan de forma inmediata. Son como una gota que cae constante, silenciosamente, hasta erosionar la seguridad interna de quien lo sufre. Al principio puede parecer solo una discusión más, una diferencia de puntos de vista. Pero con el tiempo, la víctima empieza a perder algo mucho más profundo: la confianza en sí misma.
La autoestima se debilita poco a poco. Ya no se siente seguro/a de lo que piensa, de lo que recuerda, de lo que siente. Preguntas como “¿será que estoy exagerando?”, “¿y si realmente soy demasiado sensible?” o “¿tendré un problema?” se vuelven constantes. Es como vivir en una niebla emocional, donde la confusión se vuelve la norma.
Además, aparece el aislamiento. Por vergüenza, por miedo a no ser creído/a o simplemente por agotamiento, la persona deja de hablar de lo que le pasa. Se encierra en sí mismo/a, creyendo que nadie podrá entender lo que vive. Y si lo intenta, muchas veces encuentra respuestas como “pero si parece una buena persona” o “seguro no fue para tanto”, lo que solo refuerza su sensación de estar equivocado/a.

Este proceso lleva, en muchos casos, a una dependencia emocional muy fuerte. Como ya no confía en su propio criterio, necesita que la otra persona le diga qué pensar, cómo actuar o cómo interpretar lo que ocurre. El agresor se convierte, sin quererlo, en el centro de su mundo emocional. Y en ese escenario, es fácil que aparezcan síntomas como ansiedad, tristeza profunda, insomnio o incluso problemas físicos sin causa aparente.

Lo más alarmante es que muchas veces la persona no sabe que está siendo víctima de una forma de abuso. Cree que el problema está en él/ella, que si cambia o mejora las cosas irán mejor. Por eso, visibilizar el gaslighting no solo es una tarea urgente: es una forma de cuidado, de prevención y de empoderamiento.

¿Y cómo se detecta?

Detectar el gaslighting puede ser difícil porque no hay gritos ni golpes, sino una manipulación sutil que te hace dudar de tu percepción, tus emociones y tu memoria.
Puedes empezar a sentirte confundido/a después de discutir, a disculparte por todo o a preguntarte si el problema eres tú. Poco a poco, pierdes la confianza en lo que piensas y dejas de contar lo que vives por miedo o vergüenza.

Algunas señales que pueden ayudarte a identificarlo:

  • Te sientes culpable constantemente, aunque no sepas muy bien por qué.
  • Dudas de lo que viste o lo que recuerdas, sobre todo después de hablar con tu pareja.
  • Evitas decir lo que piensas para no provocar una reacción negativa.
  • Necesitas que el otro te diga si lo que sientes es válido.

Si estas frases te suenan familiares, no estás solo/a. Escucharte y buscar apoyo puede ayudarte a salir de ese ciclo.

¿Qué hago si lo identifico?

Darte cuenta de que estás viviendo gaslighting puede ser duro, pero también es el primer paso para salir de ahí. No estás exagerando, no estás “perdiendo la cordura”: lo que sientes es válido.

Si algo dentro de ti te dice que no estás bien, escúchalo. Puedes empezar por hablar con alguien en quien confíes, alguien que te escuche sin juzgarte. También puede ayudarte mucho acudir a un psicólogo o profesional que te acompañe a recuperar tu seguridad.

Informarte, poner nombre a lo que estás viviendo, y rodearte de personas que te cuiden puede marcar la diferencia.

Y, sobre todo: mereces una relación donde te sientas seguro/a, valorado/a y libre de ser tú.

 

Referencias

  • Abramson, K. (2014). Turning up the lights on gaslighting. Philosophical Perspectives, 28(1), 1–30.
  • Durvasula, R. (2021). It’s Not You: Identifying and Healing from Narcissistic Abuse and Gaslighting. Penguin Random House.
  • Hamilton, P. (1938). Gas Light [Obra de teatro]. Londres, Reino Unido.
  • Sarkis, S. (2018). Gaslighting: Recognize Manipulative and Emotionally Abusive People—and Break Free. Da Capo Lifelong Books.
  • Stern, R. (2007). The Gaslight Effect: How to Spot and Survive the Hidden Manipulation Others Use to Control Your Life. Morgan Road Books.
  • Sweet, P. L. (2019). The Sociology of Gaslighting. American Sociological Review, 84(5), 851–875. https://doi.org/10.1177/0003122419874843

 

Artículo elaborado por Sofía Ortiz Rodríguez, alumna de la Universidad a distancia de Madrid (UDIMA), participante en el Programa de Prácticas Universitarias de la Fundación Psicología Sin Fronteras.

logo Asociación Nacional Contra la Estafa con Manipulación Emocional

Desde Fundación Psicología Sin Fronteras queremos hacernos eco de la próxima jornada que tendrá lugar el próximo lunes 2 de junio sobre Siete Retos Contra la Ciberestafa Emocional:  Cambiemos la Vergüenza de Bando, organizada por ANCEME (Asociación Nacional Contra la Estafa con Manipulación Emocional) y su presidenta Blanca Frías.

Para ponernos en contexto, la ciberestafa emocional consiste en una forma de fraude basada en la ingeniería social, es decir, que con el objetivo de un beneficio propio (económico) se manipula psicológicamente a las personas a través de sus emociones, generando engaño mediante la utilización de la empatía de la persona, sentimientos de amor, miedo o preocupación, sensación de urgencia, e incluso la esperanza de unas ganancias económicas. El estafador, con una identidad falsa, suele generar un vínculo basado en la emoción que está propiciando para solicitar dinero o datos y posteriormente, tras haber  conseguido lo propuesto, elimina toda forma de contacto y desaparece.

Algunas ciberestafas emocionales pueden ser las estafas del amor o la sextorsión. Cabe destacar la relevancia de este evento para concienciar a los afectados y a los profesionales relacionados, del problema y las consecuencias que está generando la proliferación de las estafas emocionales. Asimismo, alentar a su denuncia, ya que debido a los sentimientos que se producen en la persona por los cuales se ha llevado a cabo la estafa, experimentan un intenso sentimiento de vergüenza por haber sido víctimas de tales engaños.

En la jornada habrá ponentes de diversa índole como profesionales de la psicología, criminología, derecho y ciberseguridad, entre otros, acudiendo la presidenta de ANCEME, Blanca Frías, como un representante de INCIBE (Instituto Nacional de Ciberseguridad), Paz Velasco (jurista y criminóloga) y Jorge Coronado (Quantika14), por ejemplo.

Estaremos encantados de asistir a este evento, en este caso desde el área de Sectas y Pseudoterapias, para seguir concienciando a otros profesionales y ampliar nuestro aprendizaje en el abordaje con afectados.

Escrito por Rebeca Pozuelo. Coordinadora psicóloga del área Sectas y Pseudoterapias en Fundación Psicología Sin Fronteras.