Guillermo Fouce. Doctor en Psicología, profesor Universidad Complutense de Madrid, coordinador Salud y Consumo Ayuntamiento de Getafe, presidente de la Fundación Psicología sin Fronteras psf@psicologossinfronteras.net
Con frecuencia en un mundo precarizado donde las condiciones de trabajo empeoran llegando a situar, por ejemplo, a los profesionales de la intervención social en situaciones de precariedad y donde la inversión en servicios de psicología está muy lejos de las necesidades expresadas por la población y lo que demanda la realidad, los psicólogos y psicólogas nos encontramos con críticas por ejercer la profesión desde la perspectiva de la solidaridad y el ejercicio responsable del voluntariado crítico y comprometido con la realidad que nos rodea.
Guillermo Fouce
Implicación, compromiso y solidaridad organizada frente a la desigualdad. Reivindicar la salud mental como un derecho humano básico.
Un sector de la profesión sentimos que tenemos que estar, solidariamente, junto a muchas personas vulnerables, en las situaciones de vulnerabilidad, que necesitan ser atendidas, desde principios como el acompañamiento y la escucha, estar junto a las personas que sufren situaciones de dificultad de acceso a la atención en salud mental, que sufren situaciones de desempleo, desahucio o crisis, que dejan sus países en busca de un futuro mejor, por ejemplo. Pero, este mismo sector profesional también siente que debemos reivindicar que la salud mental sea reconocida, considerada y se invierta en ella como un derecho humano básico y fundamental de acceso a la salud.
Hay importantes demandas de muchas personas vulnerables para ser atendidas y para ser acompañadas y escuchadas, hay muchas situaciones de desigualdad. Vivimos en un mundo injusto. Muchas personas sufren, por ejemplo, situaciones de dificultad de acceso a la atención en salud mental, sufren situaciones de desempleo crónico o de falta de oportunidades sufren discriminación o soledad no deseada. Y tenemos y queremos estar junto a ellas y estar con otras organizaciones del tercer sector, con otras plataformas y entidades no gubernamentales, actuando mientras pedimos también que la salud mental sea reconocida, considerada y se invierta en ella como un derecho humano básico y fundamental de acceso a la salud. Hay muchas situaciones de desigualdad y muchas injusticias: desde la pobreza hasta la desigualdad de género, desde la soledad no deseada a la exclusión. Pero, mientras pedimos y reivindicamos más recursos y respuestas, creemos firmemente que tenemos que actuar con las personas que sufren y comprometernos como profesionales con ellas y para ellas en estas situaciones de vulnerabilidad. Creemos que tenemos que implicarnos en cambiar entornos injustos, situaciones enfermas y anormales que nos hacen enfermar.
Dice la ley de voluntariado que “el ejercicio organizado de la solidaridad debe ejercerse desde el respeto a los puestos de trabajo”. Y así lo creemos, al tiempo que creemos imprescindible comprometernos por un mundo más justo y solidario, comprometernos y trabajar, al tiempo, por profesionalizar las respuestas que damos a las personas y a las situaciones.
Creemos también que el ejercicio de la solidaridad debe estar organizado y no basarse en respuestas individuales y aisladas y que debe ser radical en el sentido de ir a la raíz, de atender a las personas que sufren mientras se reflexiona sobre las causas de la desigualdad y se pide con otros y otras cambiarlas. Nos indignamos con la injusticia porque desde esta indignación podemos y debemos removernos para actuar.
Acción y reflexión, atención, acompañamiento e incidencia y sensibilización son para nosotros dos caras de esta necesaria moneda complementaria. Creemos y defendemos los derechos humanos, la agenda 2030, la renta mínima de inserción y el ingreso mínimo vital, el salario mínimo justo, los subsidios de desempleo, las pensiones justas, la garantía de ingresos, la justicia fiscal, la educación inclusiva, el empleo decente, la vivienda accesible, la sanidad universal física- psicológica y social, la prevención y promoción de la salud, la respuesta al reto demográfico, el comercio justo, la toma de conciencia y el desarrollo de medidas para responder al innegable y urgente cambio climático y emergencia ecológica planetaria, la lucha contra la discriminación, los prejuicios y el racismo de todo tipo, la igualdad de género, la lucha por la verdad, la justicia, la reparación y la garantía de no repetición, la intervención en situaciones críticas, las segundas oportunidades para quienes cometen delitos y la reinserción, la participación comunitaria, la acción social crítica y comprometida, el respeto a que cada cual ame a quien le parezca como le parezca. Nos preguntamos qué puede hacer la psicología por todos estos principios y valores y nos ponemos a intentar hacerlo.
Desarrollo de respuestas colectivas
Desde una psicología sin fronteras creemos y tratamos de desarrollar intervenciones que van más allá de lo individual, analizando críticamente algunos de estos planteamientos, quizá mayoritarios, en el ejercicio de la psicología actual; creemos en el valor del contexto, en lo dañino de las desigualdades de poder y las amenazas, como elementos para explicar las realidades. Creemos que con frecuencia es el contexto el que está enfermo y hace enfermar a las personas, creemos que no hay intervención psicológica que no sea al tiempo psicológica- individual y social o contextual porque resulta imposible separar a la persona de su entorno y relaciones. Por eso, nuestro foco se pone en cambiar los contextos, respetando a las personas que lo sufren y que son víctimas.
Creemos que nuestra intervención debe basarse en la búsqueda y acompañamiento para dar sentido a lo que ocurre y para generar respuestas sin los profesionales y por encima de los profesionales, generando tejido social.
Apostamos por tejer redes, comunidades, respuestas colectivas. Apostamos por el desarrollo del tejido social y del apoyo mutuo solidario. Apostamos por el análisis crítico de las circunstancias para promover su cambio necesario. Creemos en los determinantes sociales de la salud y de la salud mental y preferimos hablar de amenazas y vulnerabilidades antes que de trastornos o enfermedades mentales. Y cuestionamos la patologización de la vida cotidiana en situaciones donde mal- estamos sí, pero por las circunstancias que nos rodean y no por libre elección.
Creemos firmemente que no se puede defender que quien está mal es porque quiere porque “si quieres, puedes” y todo depende de cómo te tomes las cosas. Apostamos por tejer redes, comunidades, respuestas colectivas. Apostamos por el desarrollo del apoyo mutuo solidario y las comunidades. Apostamos por el análisis crítico de las circunstancias para promover su cambio necesario. Llevamos el nombre de la psicología en nuestra esencia y fundamento y nos sentimos orgullosos y orgullosas del mismo, llevando la profesión, sus principios y prácticas en los ámbitos en los que se desarrolla el tercer sector social, de cooperación y de acción humanitaria, con los que trabajamos.
Nos sentimos también orgullosos de llamar a la profesión a un ejercicio comprometido con la realidad, basado en la ética y los valores, que no patologice, que no etiquete, ni haga análisis reduccionistas que individualizan los problemas y las realidades o las respuestas. Creemos en la psicología comunitaria, en la psicología comprometida, en la psicología de la liberación y por ellas apostamos mientras respondemos de manera activa, profesional y comprometida con las situaciones de injusticia y vulnerabilidad que nos llegan y que conocemos y ante las que no podemos, ni queremos, mirar hacia otro lado.
Llamada a un mundo justo y solidario
No se trata de llamar a la ayuda mutua para sustituir profesionales y atenciones necesarias, no se trata de destruir espacios de intervención sino más bien de crearlos; cuando hace ya unos años nació Psicología Sin Fronteras en la catástrofe de Biescas, casi nadie hablaba en nuestro país de la intervención psicológica en emergencias y catástrofes y hoy es una de las áreas posiblemente con más futuro en el desarrollo de nuestra profesión. Fueron un grupo de psicólogos y psicólogas que decidieron ejercer un compromiso activo y voluntario con las víctimas quienes abrieron este espacio para, a partir del mismo, organizar la solidaridad y desarrollarla con sentido crítico ejerciendo, a veces sí de manera voluntaria, una profesión necesaria y que debe convertirse en transformadora.
Propuesta de una transformación en la psicología
Queremos reivindicar, pedir y desarrollar esa llamada a un mundo más justo, solidario, que cambie las conexiones por relaciones, que genere respuestas colectivas, que llame a la solidaridad y la empatía, que rompa fronteras y en la que eliminemos los reduccionismos psicologistas cómplices en muchos momentos del mantenimiento de las desigualdades. Proponemos construir una psicología crítica comprometida, solidaria, sin fronteras, ecológica, centrada en los Derechos Humanos y en la construcción de alternativas.
¿Te animas con nosotros y nosotras?