gratitud

En las últimas dos décadas ha habido un interés creciente en la investigación por identificar aquellas fortalezas humanas que funcionan como amortiguadores o resilientes ante la adversidad, facilitan una mayor satisfacción vital y median positivamente en las relaciones interpersonales e, incluso, en la actitud ante lo desconocido.

Con el objetivo de definir estas fortalezas humanas, Seligman junto a otros investigadores, hicieron una revisión de material filosófico y teológico de las virtudes y fortalezas consideradas en las distintas tradiciones culturales a lo largo del tiempo. De este modo, Peterson y Seligman, determinaron que la gratitud es una de las fortalezas que actúan como factor importante de resiliencia. Para estos autores, la gratitud se define como ser consciente y agradecido por las cosas buenas que suceden.

Otros autores la definen como reconocimiento: la persona que siente agradecimiento ha advertido, ha tomado conciencia de haber sido beneficiado. Atendiendo a esta definición, se tienen que dar tres condiciones que producen gratitud, la presencia de cada una de estas condiciones, aumenta la posibilidad de experimentar gratitud y la intensidad de esta experiencia.

Estas condiciones son: que se perciba el beneficio como valioso, que se reconozca y valore a quien hace el beneficio y que este se perciba como un regalo, como algo inmerecido. Así, esta percepción de agradecimiento provoca una emoción, un sentimiento de agradecimiento. A su vez, este sentimiento de agradecimiento se convierte en un estímulo que motiva al comportamiento prosocial y, se traduce en un comportamiento afectivo hacia el benefactor. 

Los individuos agradecidos: experimentarían un sentido de abundancia, no sintiéndose deprivados en la vida; apreciarían en mayor medida la contribución de los otros en su bienestar; tenderían a apreciar los placeres simples, fácilmente accesibles a la mayoría de las personas y reconocerían la importancia de experimentar y expresar gratitud. Así, la experiencia de gratitud, no solo se limita a los beneficios recibidos por otros, sino también, se abre a otras prácticas que provocan esta misma experiencia, como puede ser, la contemplación de un amanecer o la experiencia de sentirse vivo.

Las personas agradecidas podrían encontrar aspectos positivos incluso en los acontecimientos generadores de sufrimiento. Esto implica que, las personas agradecidas serían capaces de extraer aspectos positivos y aprendizajes vitales de cada situación y, por tanto, les resultaría más fácil superar de forma positiva la adversidad.

Bernabé-Valero agrupa los efectos beneficiosos de la gratitud en dos grandes líneas, teniendo en cuenta la función que realizan: la función prosocial y, la función de promover el bienestar. Así, la gratitud, por un lado, es uno de los predictores más robustos de felicidad y, por otro, es una de las variables que más se relaciona con la consecución de relaciones sociales significativas. Diversos autores han determinado en sus investigaciones, la relación entre la gratitud y conductas prosociales, emociones positivas, satisfacción con la vida, optimismo, esperanza, vitalidad y, percepción subjetiva de felicidad. En cuanto a la relación entre gratitud y ansiedad y depresión, Moyano (2010), señala que la gratitud se asocia a un menor riesgo de desarrollar desórdenes psicológicos como la depresión o la ansiedad. Este mismo autor refuerza esta idea, al reconocer que la gratitud representa una habilidad primordial para desarrollar y mantener niveles adecuados de bienestar emocional, satisfacción y calidad de vida.

Para ejercitar esta fortaleza personal se pueden llevar a cabo diferentes ejercicios que se han mostrado eficaces en la práctica:

  • Decir gracias: mantente alerta durante el día, intenta detectar pequeñas acciones que la gente lleva a cabo durante el día y que normalmente pasas por alto. Puede ser cualquier detalle mínimo, rutinario, pero que contribuye a que tu vida sea más fácil.
  • Escribir una vez al día, durante una semana, tres cosas que consideras dignas de ser agradecidas y sus causas.
  • Escribir una carta de agradecimiento a una persona importante y compartirla con él o ella.

Mercedes Fernández Rodríguez, febrero de 2022

 

BIBLIOGRAFÍA

  • Bernabé-Valero, G. (2014). Psicología de la Gratitud. Integración de la Psicología Positiva y Humanista (Col. Cuadernos de Psicología 01). La Laguna (Tenerife): Latina.
  • Bernabé-Valero, G., García-Alandete, J. y Gallego-Pérez, J.F. (2014). Construcción de un cuestionario para la evaluación de la gratitud: el Cuestionario de Gratitud20 ítems (G-20). Anales de Psicología, 30(1), 278-286.
  • Caycho, T (2011). El concepto de gratitud desde una perspectiva psicológica. Revista de Psicología, 13(1),105-112.
  • Moyano, N. (2010). Gratitud en la Psicología Positiva. Psicodebate. Psicología, cultura y sociedad. 10, 103-118.
  • Seligman, M. E., Steen, T. A., Park, N., & Peterson, C. (2005). Positive psychology progress: empirical validation of interventions. American psychologist, 60(5), 410-421.
qué es el duelo psicológico

¿Qué es duelo?

El duelo se define como un proceso psicológico y emocional que se inicia tras una pérdida y dependerá de la importancia de ésta. El duelo habitualmente se asocia con la muerte de un ser querido, pero en realidad las personas a lo largo de nuestra vida sufrimos separaciones o pérdidas de algo o alguien que es importante para nosotros, se da por ejemplo con la pérdida del trabajo por despido o jubilación, de un objeto valioso o por una enfermedad o pérdida de capacidades de uno mismo u otros, entre otras.

Al igual que no todas las personas somos iguales, tampoco lo son todos los procesos de duelo, aun así, existen unas características comunes en el proceso.  Esta manifestación del duelo se puede agrupar de la siguiente forma:

  • Dimensión física. Se trata de las formas fisiológicas que aparecen en el duelo, como dolor o molestias en el estómago, opresión en el pecho o la garganta, palpitaciones, tensión muscular, disnea, cambios del sueño, entre otras.
  • Dimensión emocional. En este punto se apuntan los cambios de estado de ánimo como tristeza, ira, culpa, miedo, ansiedad, venganza o incluso alivio.

Las emociones no son buenas ni malas, son adaptativas y nos ayudan a adaptarnos al entorno. Es normal que en un proceso de duelo aparezcan varias emociones dependiendo del contexto, por ejemplo: Si unos padres han perdido a su hijo en un accidente de moto, pueden sentir tristeza por la pérdida, culpa en el caso de que ellos le hubiesen regalado esa moto como premio a final de curso o ira y venganza si el accidente ha sido provocado por un conductor que dio positivo en el test de drogas.

Todas las emociones son válidas y no debemos sentir culpa o vergüenza de ellas, es importante expresarlas, gestionarlas y en caso de no poder hacerlo buscar ayuda profesional.

  • Dimensión cognitiva. Se trata de aquellas manifestaciones como dificultad para concentrarse, rumiación de ideas, falta de interés.
  • Dimensión conductual. Esta dimensión se refiere a los cambios del comportamiento respecto a la situación previa. Aislamiento, hiperactividad, aumento o inicio de consumo de tabaco, alcohol u otras drogas, realizar conductas de riesgo, autolesiones.
  • Dimensión social. La persona puede aislarse socialmente, tener enfrentamientos con familiares o amigos, culpar a otros de olvidar al difunto demasiado pronto.
  • Dimensión espiritual. Este apartado hace referencia a la parte más mística de una pérdida, preguntas sobre la vida y la muerte, replantearse valores, creencias o formas de vida anteriores.

 

Fases del duelo

Distintos autores han hecho sus propias teorías acerca el duelo y las fases que se dan durante el mismo. No todas las personas somos iguales, por lo que el proceso de duelo tampoco es igual en todos. Las fases del duelo no tienen unos límites rígidos establecidos y se pasa de una a otra de una forma clara, es decir las fases fluctúan unas con otras. De la misma forma no todas las personas pasaran por todas las fases necesariamente.

La teoría más extendida es la de Elisabeth Kübler Ross y a continuación se describen las fases:

Fase Negación

Fase Ira

Fase Negociación

Fase Depresión

Fase Aceptación

Negar la realidad de la pérdida y lo que sucede de forma explícita o implícita. Sentimientos de rabia, venganza, resentimiento.

Búsqueda de culpables

Sensación de control, que se puede manejar la pérdida.

“Hacer tratos” con entes divinas

Culpa y responsabilidad de lo ocurrido.

(No tiene relación con una depresión patológica)

Sensación de tristeza y vacío, conexión con la realidad.

Se acepta la pérdida.

El dolor se va reduciendo.

Vuelta a experimentar sentimientos agradables poco a poco.

 

¿Cuándo pedir ayuda?

En primer lugar, es importante diferenciar entre lo que es un duelo normal y un duelo complicado. Hay ocasiones en las que la persona durante la primera fase tiene cierto embotamiento y sensación de irrealidad, lo cual es normal, en el caso de que esta situación se mantenga en el tiempo y la persona siga sin mostrar ninguna expresión emocional no se iniciaría el proceso de duelo. Parece que la causa de un duelo complicado es el bloqueo del dolor.

El manual DSM-5 recoge este segundo tipo Trastorno de duelo complejo persistente, señalando que el duelo debe ser persistente durante al menos 12 meses y ser desproporcionado en función de su cultura o religión. Para poder catalogarse como tal, además de cumplir una serie de criterios como, por ejemplo: importante dificultad para aceptar la muerte, incredulidad o anestesia emocional, autoinculparse de la muerte de la persona, evitación de recuerdos de forma excesiva, deseos de morir, soledad o desapego de otros, disminución de la identidad propia o dificultad para mantener interés por otras actividades o personas. Este malestar además debe afectar de forma significativa en la vida social, laboral u otras áreas.

Se puede buscar ayuda profesional en cualquier momento del duelo siempre que la persona lo crea conveniente, pero hay situaciones en las que recurrir a la atención psicológica es necesaria. El objetivo en una intervención debe ser mejorar la calidad de vida de la persona con duelo.

Cristina García Heras, abril 2020

 

BIBLIOGRAFÍA

  • American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (DSM-5®). American Psychiatric Pub.
  • Bayarri, E. Z. (2004). Manejo del duelo en Atención Primaria. Conceptos básicos. Semergen: revista española de medicina de familia, (1), 8-11.
  • Cabodevilla, I. (2007). Las pérdidas y sus duelos. In Anales del sistema sanitario de Navarra (Vol. 30, pp. 163-176). Gobierno de Navarra. Departamento de Salud.
  • Cuadrado i Salido, D. (2010). Las cinco etapas del cambio. Capital humano241, 54-58.
  • Dávalos, E. G. M., García, S., Gómez, A. T., Castillo, L., Suárez, S. S., & Silva, B. M. (2008). El proceso del duelo. Un mecanismo humano para el manejo de las pérdidas emocionales. Revista de Especialidades Médico-Quirúrgicas13(1), 28-31.
mitos del amor romántico

El amor puede definirse entendiéndolo desde el punto de vista fisiológico, como las reacciones cerebrales y corporales que surgen cuando se siente una atracción por alguien. Si lo estudiamos desde una posición más amplia, el amor puede ser visto desde una perspectiva conductual, las cosas que se hacen por amor; sentimental, como sentimiento surgido de una emoción innata; y como una actitud, predisposición positiva hacia otra persona.

El amor cuenta con una base adaptativa, que sirve para unir a los individuos y refuerza el vínculo gregario que como especie necesitamos.

Todo este constructo multidisciplinar del amor se encuentra integrado en el pensamiento mediante un sistema de aprendizaje. De esta forma, los ideales románticos se van gestando durante la niñez y adolescencia y se transfiere no solo a las relaciones futuras, sino en un abanico de pensamientos y creencias sobre lo que es el amor. Y a raíz de esto se puede cuestionar la identidad de la naturaleza de este.

Podríamos decir que para cada uno puede significar algo diferente, ya que la expresión de los sentimientos es subjetiva, pero en nuestra cultura los mitos asociados a este concepto de amor son amplios y bien extendidos, compartidos por la gran mayoría de la población en todas sus edades.

Relacionado con esto, el ideal romántico compartido se expresa a través de una serie de axiomas, verdades que creemos sin cuestionarnos y modulan nuestra forma de pensar y actuar.

Y es precisamente este amor que sentimos y expresamos el comúnmente llamado amor romántico.

Este concepto y lo que lleva asociado es cultural y nació durante la Grecia clásica. Platón ya definía varios tipos de amor, cada uno relacionado con una conducta y unos valores diferentes: Eros (amor pasional), Afrodita (amor afrodisiaco) y Ágape (afecto).

La etapa medieval y siglo XVIII contribuyen a la formación del concepto romántico que hoy conocemos. Durante estos periodos históricos se producen las formas de amor cortés y el romanticismo, los cuales estaban basados en la distinción de roles de género. Durante estos periodos la conducta de cortejo masculina estaba orientada hacia el rol activo, era él el responsable de conquistar a su amada y, por tanto, ella debía dejarse conquistar.

Aquí, pueden empezar a atisbarse pequeños trazos de lo que hoy en día conocemos como la diferenciación de roles femeninos y masculinos, ya que la síntesis del amor romántico se basa en conductas distintas de hombres y mujeres, como si cada uno tuviera su propio repertorio de actuaciones y comportamientos, su guion en relación con lo que se espera de ellos por su género.

Entendiendo qué podemos definir como amor y qué lleva asociado aquel que conocemos como romántico, los mitos siempre han acompañado a la historia de humanidad, ya que han dado sentido aparte de la realidad humana. Por tanto, aunque en un principio esto sirviera a las personas para pensar sobre objetos o situaciones alejados de ellos y darles un significado imaginativo, actualmente los mitos pueden suponer un lastre y cuestionarlos es parte fundamental de la apertura a nuevas ideas.

Como se mencionaba anteriormente, el amor está sujeto a una serie de verdades que no se cuestionan (mitos) y que orientan a las personas a la hora de experimentarlo. Los más importantes se plasman en la siguiente tabla:

GRUPO 1: “El amor todo lo puede”

GRUPO 3: “El amor es lo más importante y requiere entrega total”

1.     Falacia de cambio por amor

2.     Mito de la omnipotencia del amor

3.     Normalización del conflicto

4.     Creencia en que los polos opuestos se atraen

5.     Mito de la compatibilidad del amor y el maltrato

6.     Creencia de que el amor ‘verdadero’ lo perdona y a guanta todo

12. Falacia del emparejamiento y conversión del amor de pareja en el centro y la referencia de la existencia

13. Atribución de la capacidad de dar felicidad

14. Falacia de la entrega total

15. Creencia de entender el amor como despersonalización

16. creencia en que si se ama debe renunciarse a la intimidad

GRUPO 2: “El amor verdadero predestinado”

GRUPO 4: “El amor es posesión y exclusividad’”

7.     Mito de la media naranja

8.     Mito de la complementariedad

9.     Razonamiento emocional

10.  Creencia en que solo hay un amor ‘verdadero’ en la vida

11.  Mito de perdurabilidad, pasión eterna

17. Mito del matrimonio

18. Mito de los celos

19. Mito de la fidelidad y la exclusividad

A pesar de que estos mitos suponen la forma de entender y expresar el amor en nuestra cultura, y en algunos casos ser entendidos como relación directa del cariño expresado en la pareja, tienen una vertiente negativa que puede generar numerosos problemas en las personas. A continuación, se pasa a describir cada grupo.

El primer grupo hace referencia a la concepción de que el amor todo lo puede y engloba diferentes pensamientos sobre la omnipotencia de este. Además, sustenta la base de que por amor puede realizarse cualquier acto y que todo puede justificarse si se hace por amor. La problemática principal de este grupo se plasma en todas las creencias acerca de la posibilidad de cambiar a alguien indistintamente de los esfuerzos que esto ocasione, pensando que podemos conocer al otro mejor que él mismo y que sabemos sin lugar a dudas qué es lo mejor para esa persona. Además, la idea de que si es amor se debe aguantar y perdonar cualquier acto puede ocasionar en las personas sentimientos negativos y de no renuncia hacia la persona amada, ya que no es importante como sea el trato, sino la creencia todopoderosa del amor.

El segundo grupo habla sobre el amor verdadero y predestinado. Aquí el más conocido es el mito de la media naranja, aquel que por destino está asociado a una persona, y que será solo ese amor el encargado de hacerle feliz y conocer la verdadera naturaleza de este. El mito tiene un gran recorrido histórico, ya que fue en la Grecia clásica donde se originó. A través del mito del andrógino, propuesto por Platón en su libro, el banquete, pueden explicarse por qué consideramos tan importante la sensación de encontrarnos con nuestra mitad, como si fuéramos seres incompletos necesitados de otro individuo para obtener la felicidad y la auténtica realización personal. Evidentemente, la problemática que radica de este supuesto se puede observar a nivel individual en la búsqueda compulsiva de una pareja que nos complemente y a no sentir felicidad con las personas de nuestro alrededor pensando que habrá alguien mejor destinado a nosotros.

El tercer grupo aglutina todos aquellos mitos relacionados con la importancia del amor y la entrega total hacia este. La variedad de creencias que genera este grupo y la problemática principal para las personas radica en convertir al amor en el esquema central del sujeto y atribuirle capacidades más allá de lo realmente posible.

El último grupo de mitos tiene que ver con la posesión y exclusividad atribuida al amor y las relaciones sentimentales. El peligro de estos mitos, y en concreto el de los celos, se plasma en el control sobre las personas, cosa que origina problemas en todos los miembros de la pareja y contribuye a oxidar la misma de forma notable. Pensar que una forma de demostrar el cariño es la relacionada con la preocupación excesiva y control es errónea y puede cambiarse hacia formas más adaptativas y positivas de la expresión romántica (decir te quiero, preguntar cómo ha ido el día, expresar el apoyo a la pareja…)

En conclusión, los mitos nos ayudan a experimentar formas distintas de realidad, pero no podemos omitir su poder persuasivo sobre determinados constructos sociales, conocerlos y pensar sobre ellos nos hará más libres sobre nuestras decisiones. El amor romántico por su parte es cultural y aprendido, es el que conocemos y el que está presente en la mayoría de las etapas de nuestra de vida, a pesar de ello este no tiene por qué ser rígido ni invalidar otras formas diferentes de amar tanto para relacionarse como para convivir.

Flor María Pérez Paredes, febrero 2020

 

BIBLIOGRAFÍA

Galarza, M. L. E., & Távora, A. (2008). El amor romántico y la subordinación social de las mujeres: revisiones y propuestas. Anuario de psicología39(1), 59-73.

Ferrer, V. A., Bosch, E., & Navarro, C. (2010). Los mitos románticos en España. Boletín de psicología99, 7-31.

Pascual Fernández, A. (2016). Sobre el mito del amor romántico. Amores cinematográficos y educación

Pérez, V. A. F., Fiol, E. B., Guzmán, C. N., Palmer, M. C. R., & Buades, E. G. (2008). El concepto de amor en España. Psicothema20(4), 589-595.

Pérez, V. F., & Fiol, E. B. (2013). Del amor romántico a la violencia de género. Para una coeducación emocional en la agenda educativa. Profesorado. Revista de Currículum y Formación de Profesorado17(1), 105-122.

Platón, & Hernández, M. M. (2007). Banquete. RBA Libros.

Sangrador, J. L. (1993). Consideraciones psicosociales sobre el amor romántico. Psicothema5(Sup), 181-196.

 

 

 

Anteriormente, se habló en este blog de la adolescencia y la sexualidad, ahora queremos profundizar en el papel que tienen los equipos sanitarios en la educación afectivo-sexual de los adolescentes.

En el caso de los equipos de profesionales sanitarios (médicos, enfermeras, psicólogos) tienen en sus intervenciones como objetivo la promoción de la salud. En el caso de la sexualidad debemos tener en cuenta que esta promoción deberá englobar lo que se considera como salud sexual y la salud reproductiva.

Salud Sexual

“Integración de los aspectos somáticos, emocionales e intelectuales del ser sexual que enriquece la personalidad, la comunicación y el amor”

OMS, 1994

Salud Reproductiva

“Estado general de bienestar físico, mental y social, y no de mera ausencia de enfermedad a dolencia, en todos los aspectos vinculados con el sistema reproductivo y sus funciones o procesos”

OMS, 1994.

Todos los niñxs, y adolescentes tienen derecho a recibir una información y educación sexual, que no solo contenga conocimientos sobre reproducción y genitalidad, sino también actitudes, habilidades y valores necesarios para disfrutar de su sexualidad, tanto física como emocionalmente, individualmente y en sus relaciones con otrxs, y que les haga capaces de tomar decisiones informadas sobre su vida sexual.

¿A qué barreras se enfrentan los profesionales sanitarios en los centros médicos?

Desinformación

Los adolescentes no consideran el sistema de salud como un recurso accesible.

Falsas creencias

Pensamientos irreales o incluso mágicos con respecto a la sexualidad. En algunos casos también ciertas ideas relacionadas con el ser invulnerable: “eso a mi no me va a pasar”.

Barreras para la educación sexual

En muchas ocasiones es complicado el acceso a la información adecuada.

Falta de reconocimiento o aceptación de la sexualidad.

Así como el hablar de si están teniendo o tendrán pronto relaciones sexuales.

¿Qué se debe buscar desde las consultas en el ámbito sanitario?

  • Abordar el descubrir e incorporar en forma consciente las potencialidades de nuestro cuerpo como fuente de afecto, comunicación y placer.
  • Potenciar oportunidades para el desarrollo pleno de la adolescencia.
  • Promover una educación no sexista/no discriminatoria.
  • Impulsar la autonomía y el proyecto de vida.

Si desde los equipos sanitarios se consigue llegar a cumplir todos esos objetivos, se ayudará a los menores a adquirir una adecuada información disipando muchos de los mitos que existen en torno a la sexualidad y sus prácticas. Estos desarrollarán habilidades necesarias para su desarrollo en el día a día como son: pensamiento crítico, negociación y comunicación, confianza, empatía y capacidad para hacer preguntas y buscar ayuda.

Además, se deberá tener como objetivo que a través de toda esta educación afectivo-sexual se desarrolle adecuada autoestima, ausencia de prejuicios, respeto a los demás, actitud positiva en lo referente a su salud sexual y reproductiva.

En la actualidad contamos con muchos programas e información con una perspectiva de riesgo, en algunos casos olvidando promocionar el desarrollo de habilidades que busquen el crecimiento de la identidad y autonomía.

¿Qué se debe promocionar?

–       Autoconocimiento. –       Relaciones interpersonales.
–       Empatía. –       Toma de decisiones.
–       Comunicación asertiva. Límites. –       Refuerzo proyecto vital saludable.
–       Solución de problemas y conflictos. –       Manejo de emociones y sentimientos.
–       Pensamiento creativo. –       Manejo de tensiones y estrés.
–       Pensamiento crítico. –       Resiliencia.

¿Cuáles son las posibles dudas que puedan plantear los adolescentes en una consulta sanitaria?

Pueden acudir a la consulta en un centro sanitario con dudas respecto a sus sentimientos, al afrontamiento de determinadas situaciones o pensamientos, con respecto a relaciones sexuales, incluso con respecto a: ¿cómo funciona el cuerpo?

¿Cómo abordar esas dudas?

  • Motivar a explicar con sus propias palabras.
  • Fomentar que verbalicen sensaciones, y emociones.
  • Clarificar palabras técnicas.
  • Comprobar que lo han entendido.
  • Invitar a preguntar si no está claro.
  • Reforzar confidencialidad.
  • Motivar a la búsqueda de apoyo social

¿Qué se debe buscar desde la consulta de los Centros Sanitarios?

  • Integrar la educación sexual en la práctica clínica habitual.
  • Promover en las familias el tratar con sus hijxs los temas relacionados con la sexualidad sin eludir respuestas y en términos apropiados al nivel de desarrollo.
  • Proporcionar una educación afectivo sexual integral que respete la confidencialidad y reconozca los valores y creencias del adolescente y su familia.
  • Suministrar acompañamiento confidencial y sin prejuicios.

¿Cuál debe ser el rol del profesional?

Los profesionales sanitarios que acompañan en su práctica a los adolescentes deben asegurar la confidencialidad de la atención con respecto a su sexualidad. Así como mostrar el interés y la motivación adecuada para poder realizar el abordaje de los problemas de salud relativos a la sexualidad en esta etapa evolutiva. Todos los aspectos mencionados se verán reforzador por la muestra de una actitud empática y una buena relación profesional-paciente.

Los profesionales sanitarios deben ser quienes brinden la información y el apoyo a los menores, teniendo todo lo anteriormente mencionado en cuenta y llegando a través de la comunicación, y promocionando esta última. Se debe validar la importancia que la sexualidad tiene para los adolescentes y procurar fomentar los momentos adecuados para su correcto abordaje.

Los centros sanitarios forman parte de la educación afectivo sexual de los adolescentes y de sus familias por lo que debemos trabajar para que la comprensión de la relevancia de la información llegue a los profesionales, adolescentes y familias. Creando espacios adecuados para poder tratar los temas relacionados con la sexualidad en los lugares donde siempre habrá profesionales dispuestos a acoger a los menores y sus familias para poder acompañar en el descubrimiento y conocimiento de su sexualidad.

 

“Dónde haya un adolescente pujando por crecer, debe haber un adulto que ofrezca sostén para su empuje”.

Winnicott

 

Elena Valero Herranz. Enero, 2020

 

BIBLIOGRAFÍA

Câmara, S. G., Sarriera, J. C., & Carlotto, M. S. (2007). Predictores de conductas sexuales de riesgo entre adolescentes. Interamerican Journal of Psychology41(2), 161-166.

García Imia, I., Ávila Gálvez, E., Lorenzo González, A., & Lara Carmona, M. (2002). Conocimientos de los adolescentes sobre aspectos de la sexualidad. Revista Cubana de Pediatría74(4), 0-0.

Valli, Bustos. R., (2005). Adolescencia y salud: polimodal. Editorial Santillana.

Weiss M., Greco, M., (1995). Educación sexual: charlando sobre nuestra sexualidad en la escuela de hoy. Editorial Troquel

 

 

ruptura de pareja

Para entender una ruptura amorosa debemos conocer qué significa y qué supone para las personas que mantienen una relación de pareja.

La pareja puede percibirse como un tercero, los miembros de esta comparten vivencias, proyectos, emociones. Así, sus integrantes forman un tercer ente, el cual se nutre de sus conductas, aprendizajes, deseos y va evolucionando conjuntamente con los miembros que la forman.

Por tanto, la pareja es una estructura semipermeable separada del grupo social al que pertenecen sus miembros, esto se traduce en que esta consta de su propia capa que excluye a todos los demás y por eso puede crear su propia identidad como tercero. De ahí viene la importancia de realizar actividades solo con la pareja o llegar a conocer gestos y expresiones de esta sin necesidad de una comunicación verbal.

De esta forma, teniendo en cuenta lo descrito, la pareja se transforma en un nicho donde las personas llegan a desarrollar parte de su intimidad, e identidad, incluyendo la sexualidad, los proyectos a largo plazo, donde buscan y encuentran el apoyo recíproco, etc. Por consiguiente, en las parejas se dan relaciones simétricas de igualdad, objetivos y deseos, a menudo comunes y suelen ser de libre elección, pudiendo elegir a la persona que va a ostentar el cargo de pareja.

No hay una única manera de ser pareja, ya que cada cual vive esta experiencia de una forma única y diferenciada a la de los demás. Los límites de donde empieza y acaba son difusos, consecuentemente podemos hablar de parejas, ya que cada una puede aportar algo al concepto global que todos compartimos.

A pesar de considerarse un constructo difícil de definir y haber tantas parejas como personas que las forman, podemos hablar de tres conceptos que se relacionan con las personas que comparten una vinculación romántica: intimidad, deseo y compromiso. Y son estos tres conceptos y lo que implican cuando se desarrollan durante un tiempo los que suponen un cambio abrupto en las personas que pasan por una ruptura de pareja, ya que puede suponer una perdida del vínculo de apego y de parte de las estructuras que definían a esos sujetos (objetivos comunes, proyectos, amigos, aficiones…).

Aunque la pareja es una fuente de seguridad y apego, no está exenta de amenazas que pueden suponer su perdida, tales como: celos, falta de metas conjuntas, problemas en la comunicación, desajustes en el compromiso o problemas eróticos. Todas estas dificultades pueden desembocar en una ruptura de pareja, la cual deja sentimientos de tristeza, ansiedad, inseguridad, culpa, falta de autoestima, dependencia emocional, etc.

Cabe destacar que una ruptura amorosa puede relacionarse de forma clara con un proceso de duelo, ya que este implica los sentimientos negativos tras una perdida relevante para la persona. Así, este se describe mediante la experimentación de síntomas depresivos o ansiosos.

Perder una pareja puede suponer en algunos casos una de las experiencias más dolorosas en la vida de las personas, de acuerdo con esto es bastante frecuente que se experimenten sentimientos asociados a la tristeza, falta de sueño, y de concentración, y en algunos casos recurrir al alcohol y a las drogas, además de pensamientos o intentos autolíticos.

Consejos para superar una ruptura

 

Dentro de las pautas para superar una ruptura, podemos encontrar las siguientes:

  • Debido a toda la carga emocional que experimentamos durante esta etapa de ruptura, algo muy beneficioso es ventilación emocional, la expresión de todas las emociones que contenemos dentro, sabiendo que poco a poco irán reduciendo su nivel de malestar y haciéndose cada vez menos descontroladas.
  • Unido a esto, contar con un grupo de amistades o familiares con los que poder hablar nos será sumamente beneficioso, tanto para la gestión emocional, como para la realización de actividades agradables con ellos. Quizá en un primer momento no nos apetezca reunirnos con nuestro grupo social, pero llevar a cabo el primer paso hará que los siguientes sean mucho más sencillos, así que es importante asistir a las reuniones o planes que vayan surgiendo.
  • Por otro lado, realizar actividades nuevas gratificantes o simplemente recuperarlas puede suponer una disminución de los sentimientos desagradables. De esta forma tómate tu tiempo para pensar y analizar qué puede hacerte feliz o qué te gustaría probar o aprender y llévalo a cabo.
  • Este momento es uno muy adecuado para pensar en ti, mimarte y tomar parte del tiempo libre para preocuparte por ti mismo y realizar actividades centradas en ti y en tu bienestar personal.
  • Proponerte metas a medio y largo plazo, elaborar proyectos profesionales o personales, elaborar planes de futuro… te mantendrá concentrado e interesado en nuevas habilidades o formación, la cual supondrá un importante beneficio para tu autonomía y autoestima, esto es muy importante, ya que puede verse mermada después de una ruptura de pareja. Así, construir de nuevo nuestro autoconcepto será una de las metas más importantes, realizando actividades que nos llenen y consiguiendo los logros que poco a poco vayamos planteándonos, siempre teniendo en cuenta realizar acciones realistas y alcanzables en periodos más o menos cortos de tiempo.

En algunos casos, las estrategias orientadas a la evitación pueden ser beneficiosas, ya que evadir un problema, el cual no tiene una solución controlada por uno mismo, puede ayudar al bienestar psicológico. Por esta razón, conductas como evitar llamar o coger el teléfono a tu expareja, evitar el contacto con ella durante los periodos más cercanos a la ruptura y evitar rememorar mediante fotos, objetos… a esta pueden servir para superar antes los sentimientos de ansiedad y tristeza.

Concluyendo, son muy importantes las conductas y acciones llevadas a cabo durante este momento, sobre todo las centradas en uno mismo, aquellas que nos proporcionan felicidad y seguridad en nosotros; pero es igual de importante el pensamiento respecto a este fenómeno, entendiendo que nadie es posesión de nadie y que tenemos libre elección, tanto para la búsqueda de una pareja como para terminar con esa relación; que hay situaciones permanentes y otras que no lo son y que en muchos casos no tenemos el control de las mismas, sino que se mueven a la vez que otras variables, las cuales son imposibles de predecir.

Flor María Pérez Paredes. Enero 2020

 

BIBLIOGRAFÍA

Barajas Marquez, M.W., Cruz del Castillo, C., Fuentes, J., (2017) Caracterización de una ruptura de pareja en universitarios y diferencias en la evaluación cognoscitiva del evento. Journal of behavior. Health and Social Issues 9, 99-104

García, F. E., & Ilabaca Martínez, D. (2013). Ruptura de pareja, afrontamiento y bienestar psicológico en adultos jóvenes. Ajayu Órgano de Difusión Científica del Departamento de Psicología UCBSP11(2), 42-60.

Márquez, M. W. B., Forteza, C. F. G., del Castillo, C. C., & García, R. R. (2012). El significado psicológico de una ruptura de pareja significativa en jóvenes universitarios. Psicología iberoamericana20(2), 26-32.

 

 

el lenguaje de la violencia de género

Definimos violencia de género como todo tipo de agresión física, sexual, verbal o psicológica hacia una persona por el mero hecho de ser mujer u hombre. Actualmente, se hace mayor referencia a la violencia de género como la violencia que ejercen los hombres sobre las mujeres estén o hayan estado en una relación sentimental. Según una recogida de datos de “EL PAÍS”, se estima que han muerto 1.026 mujeres desde el 2003 a manos de sus parejas o exparejas en España.

Cuando se narran hechos como estos solemos darle mayor importancia a la violencia física, ya que es la que provoca los daños más visibles e incluso, en muchos casos, la muerte. Pero… ¿Existe otro tipo de violencia aparte de la que se profesa físicamente? ¿Es posible que la sociedad ejerza violencia de género sobre las mujeres, de forma continua e imperceptible?

Con ello hacemos referencia a insultos, faltas de respeto, miradas y gestos de desprecio, ignorar a la persona, apartarla del ámbito social, familiar, etc. Pero no solo los agresores directos ejercen violencia de género sobre las mujeres, la sociedad en sí la crea e incide en ella continuamente. Hablamos en este caso de violencia simbólica o cultural, la cual encontramos presente en diversos ámbitos como el arte, la religión, medios de comunicación e incluso el lenguaje.

 

Y es en esta última “arma”, en la que haremos, en esta ocasión, mayor hincapié, pues es tan sutil como dañina. La lengua es la forma predominante que utilizamos los humanos para comunicarnos, con ella no solo transmitimos el mensaje, influimos también en la manera de sentir y en la mentalidad de los receptores. En la lengua y literatura española hallamos varios métodos por los cuales se violenta a la mujer:

  • Utilizando los genéricos en masculino. La RAE no admite hacer referencia al término femenino “ellas” cuando existe al menos un varón en el grupo, pero sí es posible a la inversa y expresa a su vez que es más adecuado decir “ellos” que “ellos y ellas”, en caso de haber un par de mujeres en un grupo de hombres, por economizar.

“Ese dejar de existir en la lengua aboca a las mujeres a la nada, las rebaja y las humilla”. (Calero, Fernández. 2019).

  • En las diversas asimetrías léxicas, ejemplo de ello son los oficios. A la hora de denominar ciertos trabajos encontramos que hay palabras que designan a los hombres, pero no a las mujeres y muchos de ellos, hacen referencia a puestos “importantes” o de altos cargos, como, por ejemplo: (la) gerente y no la gerenta, (la) médico y no la médica, jefe (puesto de importancia), jefa (utilizado mayormente de forma peyorativa). Incluso encontramos sustantivos con ambas formas gramaticales, pero con diferente significado: secretario (cargo importante), secretaria (subordinada de alguien). De esta manera, las niñas no pueden sentirse identificadas y de una forma inconsciente asientan que los médicos, gerentes, puestos de mayor relevancia… recaen en hombres, privándolas de esta manera de recursos motivacionales que sus compañeros masculinos adquieren por múltiples vías.
  • La RAE, por otra parte, vigoriza tales asimetrías, dotando a los sustantivos y adjetivos femeninos de términos “insultantes” y fortaleciendo las virtudes de los hombres. Al buscar el significado de hombre, observamos que la mayoría de los significados son exaltantes y prominentes, hombres de deber, de honor y fortaleza, si, por el contrario, nos fijamos en el significado de mujer, predomina el término prostituta en numerosas definiciones. Ocurre de forma similar cuando indagamos en sustantivos como perro/a, zorro/a, donde el significado en masculino hace referencia al animal o a la astucia, y, en cambio, al tratarse del término en femenino, en ambas situaciones son referenciados como insulto hacia las mujeres. Provocando a su vez en ellas baja autoestima, frustración, falta de referentes, etc.

Si indagamos con esmero encontraremos que la lengua y literatura española infravalora a las mujeres, alzando del mismo modo a los hombres, otorgándoles el poder y el deber de permanecer por encima. En nuestra mano está no favorecer dichas conductas lingüísticas que repercuten tan negativamente. Tal y como expone Anna María Fernández, “el lenguaje no es sexista ni androcentrista: quienes lo compartimos y utilizamos somos los responsables de darles esas características”.

Raquel Almodóvar Ruiz, noviembre 2019

Bibliografía:

  • Calero, Fernández, Mª A. (2019) De cómo la lengua violenta a las mujeres. Curso Miriadax. Universitat de Lleida.
  • Castaño, Estébanez, I. (2019) Paradigma de las violencias de género e interseccionalidad. Curso Miriadax. Universitat de Lleida.
  • Cronología de víctimas mortales de violencia de género de 2019. Madrid (2019). Página web: https://elpais.com/sociedad/2019/02/06/actualidad/1549439631_636546.html
  • Fernández, A,M. (2012). La violencia en el lenguaje o el lenguaje que violenta. México: Ítaca Uam.
  • Peris, Vidal, M. (2015) La importancia de la terminología en la Conceptualización de la Violencia de Género. Oñati Socio-legal Series.
  • Varela, N. (2013). Violencia simbólica. Página web: http://nuriavarela.com/violencia-simbolica/
violencia de género

La Organización Mundial de la Salud, expone la definición de violencia de género en boca de las Naciones Unidas como “todo acto de violencia que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada”. Se trata de una definición clara y sencilla, que resulta de interés ampliar. Todos conocemos los actos de violencia física que ejercen los agresores a las mujeres, pero, ¿cuán dañina es la violencia que no percibimos a simple vista?

Hablamos entonces de la violencia psicológica. La violencia física, por tanto, siempre viene precedida de ésta, en la cual se incluyen los continuos ataques verbales y conductuales que recibe la víctima por parte del hombre. De este modo, siguiendo unas fases concretas se crea un círculo del cual es difícil salir.

Dichas fases son:

  • Fase de acumulación de la tensión: los conflictos van surgiendo dentro de la pareja. El agresor expresa violencia mayormente de forma verbal, impide la comunicación con la víctima con el objetivo de posicionarse sobre ella y controlarla. El agresor “demuestra” a la víctima que es superior a ella y de la misma manera la excluye de su mundo social y familiar, haciéndola sumisa.
  • Fase de agresión: Tal y como indica el título, en esta fase predominan los notorios malos tratos psicológicos y físicos agravando los síntomas de ansiedad, estrés y temor en la mujer.
  • Fase de reconciliación o “luna de miel”: el agresor se muestra arrepentido, convenciendo a la víctima de que fue puntual y no volverá a ocurrir.

Todas estas fases introducen a la mujer en un estado de descontrol, sumisión, ansiedad, depresión, inadaptación social y disfunciones sexuales. Inhibiendo así sus capacidades, recursos y habilidades para reaccionar ante dichas situaciones. Diversos autores indican que el pasar por todo tipo de violencias verbales, físicas, psicológicas y sexuales, provoca en las mujeres trastorno por estrés postraumático (TEP) (Kessler, Sonnega, Hughes y Nelson, 1995) y/o Trastorno adaptativo (TA) (American Psychiatric Association, 2014).

Hallamos diversas opiniones en nuestra sociedad acerca de la violencia de género, por desgracia actualmente siguen persistiendo los prejuicios a las mujeres tanto por hombres como por otras de su mismo sexo, juzgándolas y culpándolas por permanecer o fomentar la situación en la que se encuentran. Es fundamental comprender la importancia del maltrato psicológico y saber actuar de forma adecuada lo antes posible contando con la mediación de profesionales (psicólogos, trabajadores sociales, médicos, agentes de seguridad…)

Por desgracia las mujeres no son las únicas víctimas cuando se da violencia de género en el seno familiar, los hijos de estas suelen ser víctimas potenciales en estas situaciones y, como con ellas, aunque no halla muestras de violencia física se dan rasgos psicológicos característicos y muy determinantes para su salud presente y futura.

Ya sea por recibir violencia directamente del agresor o de forma indirecta al presenciar la violencia dirigida a su madre, o cuando ésta es incapaz de atender sus necesidades básicas, físicas y/o emocionales.

Esto provoca en los niños múltiples alteraciones emocionales tales como ansiedad, depresión, baja autoestima y negligente o nula vinculación afectiva con sus progenitores, lo que deteriorará sus futuras relaciones. Del mismo modo podemos percibir en estos niños y niñas, un posible retraso en el lenguaje, escasa intencionalidad de comunicación, falta de habilidades sociales, fracaso escolar, conductas problemáticas o por el contrario ser víctimas (de nuevo) en el ámbito escolar (bullying), etc.

Por ello desde el ámbito de la salud, los profesionales (médicos de cabecera, psicólogos, etc) debemos estar alerta cuando demos con mujeres y niños con características similares. Estar bien cualificado y hacer las preguntas adecuadas pueden sacar a la luz situaciones de violencia de género que a simple vista (como las agresiones físicas) no se ven, pero que relucen al estudiar debidamente los síntomas psicológicos y conductuales de los afectados.

SI CONOCES ALGÚN CASO O CREES QUE SE PUEDE ESTAR DANDO UNA SITUACIÓN DE VIOLENCIA DE GÉNERO, NO TE CALLES, POR ELLA, POR ELLOS.

HAY SALIDA, 016

Raquel Almodovar Ruiz, Noviembre 2019

Bibliografía:

  • Calero, Fernández, Mª A. (2019) De cómo la lengua violenta a las mujeres. Curso Miriadax. Universitat de Lleida.
  • Castaño, Estébanez, I. (2019) Paradigma de las violencias de género e interseccionalidad. Curso Miriadax. Universitat de Lleida.
  • Cronología de víctimas mortales de violencia de género de 2019. Madrid (2019). Sitio web: https://elpais.com/sociedad/2019/02/06/actualidad/1549439631_636546.html
  • Fernández, A,M. (2012). La violencia en el lenguaje o el lenguaje que violenta. México: Ítaca Uam.
  • Peris, Vidal, M. (2015) La importancia de la terminología en la Conceptualización de la Violencia de Género. Oñati Socio-legal Series.
  • Varela, N. (2013). Violencia simbólica. Sitio web: http://nuriavarela.com/violencia-simbolica/
  • Del Prado, Ordóñez Fernández, M, y González, Sánchez, P. (2012). Las víctimas invisibles de la Violencia de Género. 2019, de SciELO Analytics. Sitio web: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1699-695X2012000100006&lng=es&nrm=iso&tlng=es
  • Arce, R; Fariña, F, y Vilariño, M. (2015). Daño psicológico en casos de víctimas de violencia de género: estudio comparativo de las evaluaciones forenses. Revista Iberoamericana de Psicología y Salud, 6, 72-80.
  • Ciclos de la violencia de género. (2011). Blog sobre Violencia de Género. Sitio web: noalmaltrato.com
  • Violencia contra la mujer. Organización Mundial de la Salud. Sitio web: https://www.who.int/topics/gender_based_violence/es/

 

 

adolescencia y sexualidad

“La sexualidad tiene un importante papel en el desarrollo de una vida plena y gratificante, no se puede separar del derecho al placer del derecho a la vida”

 

Cuando hablamos de sexualidad estamos hablando de un proceso vital humano, es inherente al ser humano.  La sexualidad es un constructo muy amplio, es necesario entenderlo en las distintas etapas del desarrollo para poder comprender una parte fundamental del ser humano.

Desde que la los primeros años de vida el niño experimenta sensaciones placenteras al tocarse, ser acariciado, o besado. Una vez comienza la adolescencia comenzarán a sentir mayor interés por todo lo que respecta a la sexualidad.

Los menores ven las expresiones de afecto y las actitudes sexuales de los adultos que le rodean, en la televisión, series, películas, videoclips, y en algunas ocasiones tratará de imitar. Por lo tanto, es responsabilidad de los adultos que rodean a los menores educar en las relaciones afectivo-sexuales.

Es importante tener en la cabeza alguna que otra pincelada de cómo se produce en los adolescentes que nos rodean los cambios relacionados con su desarrollo con respecto a su sexualidad en función de su edad. En la siguiente tabla queremos resumirlo.

Adolescencia inicial (10 a 12 años) –        Primeros cambios puberales.

–        Se inicia la diferenciación sexual.

–        Comienza la preocupación por su imagen física.

–        Deben adaptarse a su nuevo cuerpo.

–        Experimentan frecuentes fantasías sexuales.

–        Generalmente se inicia la masturbación.

–        Etapa del conocido “amor platónico”.

Adolescencia media (13 a 17 años) –        Incapacidad de los adolescentes para anticipar consecuencias de sus conductas sexuales.

–        Generalmente comienzo de la menstruación.

–        Se produce el distanciamiento afectivo familia.

–        Dudas con respecto orientación sexual.

–        Primeras relaciones con parejas.

–        Inicio de las conductas de riesgo.

Adolescencia tardía (17 a 21 años) –        Consolidación de la identidad personal y sexual.

–        Consolidación de la capacidad de intimar.

–        Autoimagen más realista, madura.

–        Relaciones de pareja más estables

 

 

¿Qué elementos determinan el inicio de la actividad sexual?

Elementos determinan inicio actividad sexual

¿Cuándo hablamos de sexualidad de cuántas cosas estamos hablando?

Hablamos acerca de identidad de género, qué es la convicción íntima y profunda que tiene cada persona acerca de su pertenencia al sexo femenino o masculino, independientemente de sus características cromosómicas (lo que pone en nuestro ADN). La identidad de género es el aspecto más básico de nuestra identidad, y está relacionado con nuestro reconocimiento y aceptación de nosotros mismos.

También se incluye dentro de sexualidad lo referente a la orientación sexual entendida como el sentimiento de atracción sexual y emocional persistente hacía hombres y/o mujeres. Aparece de manera espontánea durante la niñez y se hace evidente durante la adolescencia inicial. No es una decisión consciente.

Al decir sexualidad estamos hablando además de conducta sexual que no se refiere sólo a la relación sexual coital es una amplia gama de comportamientos que se dan en la sexualidad: besos, caricias, masturbación.

Debemos también saber diferenciar de todo lo anterior otro concepto que se incluye como es el del rol sexual entendida como la forma en la que nos comportamos (a través de cómo se nos ha educado), pudiendo estos comportamientos ser los esperados para un  hombre, mujer, o en algunos casos no estar definida por el concepto antiguo del género binario.

Añadir el concepto de identidad sexual que es el modo de ser, de relacionarse, y de vivir como un hombre, una mujer, etc. Es una función normal del ser humano. Comienza a construirse desde el nacimiento pero se define al final de la adolescencia a lo cual contribuye todo lo anteriormente nombrado.

Y por último las actitudes y valores en la sexualidad. Estos son acerca de nuestro comportamiento sexual, nuestro rol sexual, y nuestra orientación sexual, son aspectos de gran importancia en el desarrollo y vivencia de nuestra sexualidad. Nuestras actitudes y valores están determinados por las expectativas de nuestras familias y la sociedad en la que vivimos.

La etapa evolutiva de la adolescencia es una etapa evolutiva que será difícil superar de la mejor manera si no lo hacemos conociendo y entendiendo la sexualidad en toda su amplitud. La adolescencia está plagada de cambios tanto físicos como emocionales que influirán en la construcción de cada una de las personas, por lo tanto las conductas sexuales estarán influidas por todo aquello que ocurra en esta etapa.

La sexualidad abarca muchas facetas y concierne más cosas que la relación sexual coital, tiene que ver con cómo nos vivimos, cómo nos conocemos, la afectividad hacia nosotros y hacia el otro.

Elena Valero Herranz

Octubre, 2019

Referencias bibliográficas

Câmara, S. G., Sarriera, J. C., & Carlotto, M. S. (2007). Predictores de conductas sexuales de riesgo entre adolescentes. Interamerican Journal of Psychology41(2), 161-166.

García Imia, I., Ávila Gálvez, E., Lorenzo González, A., & Lara Carmona, M. (2002). Conocimientos de los adolescentes sobre aspectos de la sexualidad. Revista Cubana de Pediatría74(4), 0-0.

Garcia-Vega, E., Robledo, E. M., García, P. F., & Izquierdo, M. C. (2012). Sexualidad, anticoncepción y conducta sexual de riesgo en adolescentes. International journal of psychological research5(1), 79-87.

Valli, Bustos. R., (2005). Adolescencia y salud: polimodal. Editorial Santillana.

Weiss M., Greco, M., (1995). Educación sexual: charlando sobre nuestra sexualidad en la escuela de hoy. Editorial Troquel

 

 

 

 

 

 

 

 

imagen corporal

El ideal de cuerpo perfecto no ha sido siempre el mismo, ha ido cambiando a lo largo de los años hasta llegar a nuestros días en los que se establece que un cuerpo bonito es delgado, con curvas en el caso de las mujeres y grande y musculado en el caso de los hombres.

La sociedad ha dotado al aspecto corporal de un papel muy importante, llegando incluso a asociarse una buena imagen corporal con el éxito.

Estos ideales presentan un problema para la mayor parte de la población ya que supone plantearse unos objetivos que resultan difíciles de lograr o inalcanzables. El no poder conseguir esos objetivos provoca una frustración en aquellos que pretenden llegar a ellos y no lo consiguen. Estadísticamente se da una mayor insatisfacción corporal en las mujeres que en los hombres. Los datos muestran que las adolescentes son más vulnerables, pero la cifra de hombres se va incrementando con los años.

En la formación de la imagen corporal entran en juego factores socioculturales y factores personales.

Los factores socioculturales son los llamados estereotipos, y en mayoría suelen ser de género y ejercen en las personas una presión para alcanzar ese ideal de belleza impuesto. Calado (2001) apunta que en quienes no se alcanza este ideal se producen sentimientos de culpa. En distintas investigaciones encontramos que los trastornos de la conducta alimentaria se unen a otros cuadros clínicos como puede ser la depresión, la ansiedad, trastornos de la personalidad, trastorno obsesivo compulsivo o abuso de sustancias.

La imagen corporal se relaciona con aspectos del desarrollo humano como la autoestima y el autoconcepto, la sexualidad, las relaciones familiares o la identidad, según María Calado, por lo que es importante una adecuada salud mental. Esto explica que una mala imagen corporal conlleve una baja autoestima, sentimientos de culpa con las comparaciones o ponerse a uno mismo como peor a otros, ansiedad social anticipatoria, depresión y desesperanza o vergüenza.

Todo ello interacciona con los factores personales que forjan la imagen corporal mediante procesos perceptivos, cognitivos, afectivos y comportamentales.

 

Cuando la percepción, la cognición y la emoción se encuentran pueden provocar rechazo hacia sí mismo y una necesidad de cambio para alcanzarlo mediante conductas que pueden ser adecuadas (estilo de vida saludable, alimentación y ejercicio adecuado) o inadecuadas (dietas restrictivas, ejercicio excesivo, obsesión por el físico y la comida).

Por todo ello se relaciona directamente la imagen corporal con los trastornos de la conducta alimentaria.

Cuando hablamos de trastornos de la conducta alimentaria lo primero que se nos viene a la cabeza es anorexia y bulimia nerviosa.

 

La anorexia nerviosa se caracteriza por una restricción de la ingesta de alimentos, tanto en tipo de alimento como en cantidad, provocado por un miedo a ganar peso y el deseo de bajar de peso debido a una alteración en la forma en la que la persona se ve a sí misma, además, existe una negación del peligro que supone su bajo peso.  La anorexia nerviosa es el trastorno mental con mayor mortalidad.

Estás personas tienen pensamientos obsesivos sobre el peso, la comida y la imagen lo que conlleva mucha ansiedad, baja autoestima e incompetencia.  Algo típico también son las listas de alimentos prohibidos que van aumentando con el tiempo y la ingesta de cantidades cada vez más pequeñas de alimentos y rituales obsesivos durante las comidas.

Dentro de la anorexia nerviosa encontramos dos tipos: tipo restrictivo en las que no existen episodios de atracones o purgas y la pérdida de peso se debe principalmente a la dieta, el ayuno o el ejercicio físico excesivo y de tipo con atracones/purgas en el que la persona sufre episodios de atracones o purgas ya sea a través del vómito, laxantes o diuréticos.

Por otro lado la bulimia nerviosa comparte muchas características con la anorexia nerviosa. Las características principales de este trastorno son la presencia de atracones (ingesta de alimentos en poco tiempo y una sensación de pérdida de control), como consecuencia la persona realiza conductas compensatorias inapropiadas (vómitos, laxantes, diuréticos, enemas u otros fármacos y ejercicio excesivo)

Aparecen sentimientos de culpa, ansiedad y sensación de pérdida de control.  Es común encontrar conductas de riesgo como consecuencia de la impulsividad como las autolesiones y consumo de sustancias.

A nivel médico existen graves consecuencias como alteraciones cardiovasculares y de termorregulación, lesiones en el trasto gastrointestinal o alteraciones hidroeléctricas

Por último, el trastorno por atracones, en este caso la persona presenta episodios de atracones como en la bulimia, pero con ciertas particularidades como una ingesta más rápida de lo normal, sensación desagradable pero satisfecho a la vez, ingestas sin hambre, comer a solas y culpa por los atracones.  A diferencia de la bulimia nerviosa el trastorno por atracones no existen estrategias compensatorias inadecuadas.

Estas personas muestran un peso normal o sobrepeso, tratan de bajar de peso pero no pueden a causa de los atracones.

En resumen, muchas personas en mayor o menor medida tienen conflicto entre la imagen corporal que tienen con la ideal que se nos bombardea desde las redes sociales, televisión, cine, revistas… debemos ser conscientes de nuestras limitaciones y nuestros puntos fuertes. Además, es importante tomar conciencia sobre los trastornos de la conducta alimentaria para poder abordarlos de forma precoz para evitar consecuencias graves irreversibles.

Cristina Garcia Heras, noviembre 2019

 

Referencias:

  • Calado Otero, María (2011). Liberarse de las apariencias. Género e imagen corporal. Psicología Pirámide.
  • Ezpeleta, Lourdes; Toro Trallero, Josep (2014). Psicopatología del desarrollo. Pirámide.
  • Franco Paredes, Karina; Mancilla Díaz, Juan Manuel; Vázquez Arévalo, Rosalía; Álvarez Rayón, Georgina Leticia y López Aguilar, Xochitl (2011). El 30 papel del perfeccionismo en la insatisfacción corporal, la influencia sociocultural del modelo de delgadez y los síntomas de trastorno del comportamiento alimentario. Universitas Psychologica [edición electrónica] , Vol. 10 (3) SepDic, 829-840.

 

bipolares humanos

“Parece que eres bipolar”, “está loca, creo que es bipolar”, “estás como una cabra”,

“¿no serás bipolar?”

Son algunas de las expresiones que, frecuentemente, escuchamos decir a las personas: pero… ¿cuánta verdad hay dentro de estos comentarios?

 

El trastorno bipolar es un trastorno mental grave circunscrito a prejuicios y miedos por parte de la sociedad. Se caracteriza por cambios duraderos en el estado de ánimo de la persona, alterando su funcionamiento diario en el área social, laboral, familiar, etc. Por tanto, el cambio de opinión o emoción en un momento determinado o bajo una situación concreta no indica que una persona “sea bipolar”.

Existen dos tipos dentro de esta afección:

Trastorno bipolar tipo I y trastorno bipolar tipo II. En el trastorno bipolar tipo I, existe, al menos, un episodio de depresión mayor y un episodio de manía. En cambio, en el tipo II, se presenta, al menos, un episodio de depresión mayor y un episodio de hipomanía. Para poder comprender mejor de lo que estamos tratando, vamos a explicar en qué consiste cada episodio.

El episodio de depresión mayor conlleva un estado del ánimo bajo o tristeza diaria, falta de interés y/o placer, pérdida o aumento del peso corporal, falta de energía, irritabilidad, alteraciones en el ciclo del sueño, sentimientos de inutilidad o culpabilidad excesivos, incapacidad para concentrarse y pensamientos de muerte o desinterés por vivir (de lo que hablaremos más adelante).

El episodio de manía consiste en disminución de la necesidad de dormir, aumento de la autoestima o sentimiento de grandeza, más hablador de lo habitual, fuga de ideas o sensación de que los pensamientos van demasiado rápido, facilidad de distracción, aumento de la actividad dirigida a un objetivo o agitación no dirigida a un objetivo,  participación excesiva en actividades que tienen muchas posibilidades de consecuencias dolorosas y poca necesidad de dormir. El nivel de alteración es tan grave que puede llevar a la hospitalización de la persona.

El episodio de hipomanía tiene sintomatología semejante al episodio de manía pero con menor intensidad. La alteración que produce también es suficientemente grave como para causar hospitalización o problemas laborales y sociales.

Anteriormente, hemos mencionado la ideación suicida o el desinterés por vivir que se puede experimentar en un episodio depresivo. Es un tema muy relevante y hay ciertos factores de riesgo dentro de la conducta suicida que debemos tener en cuenta: ser hombre, estar en paro, aislamiento social, estado civil, edad, acontecimientos vitales previos, enfermedades; entre otros. Es importante concienciarnos con este asunto, ya que hay muchas creencias erróneas sobre él como: “quien lo dice no lo hace y quien lo hace no lo dice”, “el suicidio no se puede prevenir”, “hablar del suicidio aumenta su riesgo” … Cuando tengamos el conocimiento de que alguien pueda tener ideas de quitarse la vida o desgana por vivir, debemos tenerlo en cuenta con la seriedad necesaria sin juzgarlo y pidiendo ayuda si no sabemos cómo actuar.

 

Otro aspecto muy preguntado es si el trastorno bipolar tiene cura. No la tiene. Es una enfermedad crónica que debe ser controlada con fármacos (siempre recetados por un psiquiatra) que ayuden a regular y estabilizar la sintomatología que se presente, siendo un tratamiento individualizado. Además, se debe compaginar con un terapia psicológica que ayude a la persona a entender su situación y afrontarla lo más adaptativamente posible.

Tenemos claro que el trastorno bipolar es una enfermedad grave que no se cura y que conlleva un tratamiento para toda la vida, pero ¿por qué aparece? ¿naces con él? ¿se contagia? ¿se aprende?. Hay varios factores que intervienen en su aparición, tanto biológicos como variables de personalidad, acontecimientos vitales estresantes etc. No se ha llegado a una conclusión exacta sobre su origen, aunque una de las teorías más aceptada es una predisposición a desequilibrios bioquímicos bajo ciertas condiciones que desencadenan el trastorno. Se considera una posible herencia genética, existiendo una alta concordancia a presentar dicho trastorno entre gemelos monocigóticos. En cuanto al primer episodio, éste es precipitado por un acontecimiento estresante. El cual conlleva unas consecuencias y cambios cerebrales que aumentan las posibilidades del desencadenamiento del siguiente episodio.

En resumen, debemos diferenciar el trastorno bipolar de los cambios de humor que podemos tener todas las personas en el día a día por el simple hecho de ser seres emocionales. Es importante sensibilizarnos sobre este tema para poder empatizar y desestigmatizar el trastorno bipolar, dejando de bromear acerca de él y de las consecuencias que puede tener en la vida de la persona que lo sufre.

No somos bipolares, somos seres humanos con diferentes luchas internas y externas en las que debemos respetarnos, tanto a nosotros mismos como a lo demás.

 

Olaia Fernández Fernández

 Octubre, 2019

Referencia

  • APA (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-V) (Fifth Edition). Washington, DC: American Psychiatric Association.