En las últimas dos décadas ha habido un interés creciente en la investigación por identificar aquellas fortalezas humanas que funcionan como amortiguadores o resilientes ante la adversidad, facilitan una mayor satisfacción vital y median positivamente en las relaciones interpersonales e, incluso, en la actitud ante lo desconocido.
Con el objetivo de definir estas fortalezas humanas, Seligman junto a otros investigadores, hicieron una revisión de material filosófico y teológico de las virtudes y fortalezas consideradas en las distintas tradiciones culturales a lo largo del tiempo. De este modo, Peterson y Seligman, determinaron que la gratitud es una de las fortalezas que actúan como factor importante de resiliencia. Para estos autores, la gratitud se define como ser consciente y agradecido por las cosas buenas que suceden.
Otros autores la definen como reconocimiento: la persona que siente agradecimiento ha advertido, ha tomado conciencia de haber sido beneficiado. Atendiendo a esta definición, se tienen que dar tres condiciones que producen gratitud, la presencia de cada una de estas condiciones, aumenta la posibilidad de experimentar gratitud y la intensidad de esta experiencia.
Estas condiciones son: que se perciba el beneficio como valioso, que se reconozca y valore a quien hace el beneficio y que este se perciba como un regalo, como algo inmerecido. Así, esta percepción de agradecimiento provoca una emoción, un sentimiento de agradecimiento. A su vez, este sentimiento de agradecimiento se convierte en un estímulo que motiva al comportamiento prosocial y, se traduce en un comportamiento afectivo hacia el benefactor.
Los individuos agradecidos: experimentarían un sentido de abundancia, no sintiéndose deprivados en la vida; apreciarían en mayor medida la contribución de los otros en su bienestar; tenderían a apreciar los placeres simples, fácilmente accesibles a la mayoría de las personas y reconocerían la importancia de experimentar y expresar gratitud. Así, la experiencia de gratitud, no solo se limita a los beneficios recibidos por otros, sino también, se abre a otras prácticas que provocan esta misma experiencia, como puede ser, la contemplación de un amanecer o la experiencia de sentirse vivo.
Las personas agradecidas podrían encontrar aspectos positivos incluso en los acontecimientos generadores de sufrimiento. Esto implica que, las personas agradecidas serían capaces de extraer aspectos positivos y aprendizajes vitales de cada situación y, por tanto, les resultaría más fácil superar de forma positiva la adversidad.
Bernabé-Valero agrupa los efectos beneficiosos de la gratitud en dos grandes líneas, teniendo en cuenta la función que realizan: la función prosocial y, la función de promover el bienestar. Así, la gratitud, por un lado, es uno de los predictores más robustos de felicidad y, por otro, es una de las variables que más se relaciona con la consecución de relaciones sociales significativas. Diversos autores han determinado en sus investigaciones, la relación entre la gratitud y conductas prosociales, emociones positivas, satisfacción con la vida, optimismo, esperanza, vitalidad y, percepción subjetiva de felicidad. En cuanto a la relación entre gratitud y ansiedad y depresión, Moyano (2010), señala que la gratitud se asocia a un menor riesgo de desarrollar desórdenes psicológicos como la depresión o la ansiedad. Este mismo autor refuerza esta idea, al reconocer que la gratitud representa una habilidad primordial para desarrollar y mantener niveles adecuados de bienestar emocional, satisfacción y calidad de vida.
Para ejercitar esta fortaleza personal se pueden llevar a cabo diferentes ejercicios que se han mostrado eficaces en la práctica:
- Decir gracias: mantente alerta durante el día, intenta detectar pequeñas acciones que la gente lleva a cabo durante el día y que normalmente pasas por alto. Puede ser cualquier detalle mínimo, rutinario, pero que contribuye a que tu vida sea más fácil.
- Escribir una vez al día, durante una semana, tres cosas que consideras dignas de ser agradecidas y sus causas.
- Escribir una carta de agradecimiento a una persona importante y compartirla con él o ella.
Mercedes Fernández Rodríguez, febrero de 2022
BIBLIOGRAFÍA
- Bernabé-Valero, G. (2014). Psicología de la Gratitud. Integración de la Psicología Positiva y Humanista (Col. Cuadernos de Psicología 01). La Laguna (Tenerife): Latina.
- Bernabé-Valero, G., García-Alandete, J. y Gallego-Pérez, J.F. (2014). Construcción de un cuestionario para la evaluación de la gratitud: el Cuestionario de Gratitud20 ítems (G-20). Anales de Psicología, 30(1), 278-286.
- Caycho, T (2011). El concepto de gratitud desde una perspectiva psicológica. Revista de Psicología, 13(1),105-112.
- Moyano, N. (2010). Gratitud en la Psicología Positiva. Psicodebate. Psicología, cultura y sociedad. 10, 103-118.
- Seligman, M. E., Steen, T. A., Park, N., & Peterson, C. (2005). Positive psychology progress: empirical validation of interventions. American psychologist, 60(5), 410-421.