Respondido por: EQUIPO DE PSICOLOGÍA A TU ALCANCE

Criar a adolescentes puede ser un desafío, y la parentalidad positiva puede ser una estrategia valiosa en estos momentos. Aquí te ponemos algunas pautas en las que se basa la parentalidad positiva para orientarte:

  1. Comunicación Abierta y Empática
  • Fomenta un ambiente en el que tus hijos se sientan cómodos compartiendo sus pensamientos y sentimientos.
  • Escucha activamente, mostrando interés genuino en lo que tienen que decir.
  1. Establecimiento de Límites Claros
  • Define límites y expectativas claras para mantener una estructura.
  • Explica las razones detrás de las reglas y escucha sus opiniones.
  1. Reconocimiento y Reforzamiento Positivo
  • Elogia y refuerza comportamientos positivos.
  • Reconoce sus logros y esfuerzos, fortaleciendo su autoestima.
  1. Fomento de la Autonomía
  • Permite que tomen decisiones apropiadas para su edad, promoviendo la independencia.
  • Ofrece orientación en lugar de imponer control excesivo.
  1. Resolución Constructiva de Conflictos
  • Enfrenta los conflictos de manera calmada y respetuosa.
  • Anima a expresar sus emociones y busca soluciones juntos.
  1. Modelado de Comportamientos Positivos
  • Sé un modelo a seguir demostrando valores y comportamientos positivos.
  • Muestra habilidades de afrontamiento y resiliencia ante desafíos.
  1. Tiempo de Calidad
  • Dedica tiempo regularmente para actividades compartidas y conversaciones informales.
  • Fortalece el vínculo emocional y demuestra interés en sus vidas.
  1. Educación Emocional
  • Ayuda a identificar y expresar emociones de manera saludable.
  • Fomenta la empatía hacia los demás.
  1. Flexibilidad y Adaptabilidad
  • Ajusta las estrategias según las necesidades cambiantes de cada hijo.
  • Reconoce y celebra sus individualidades.

Recuerda que la parentalidad positiva no implica ser perfecto, sino esforzarse por crear un entorno de apoyo y respeto mutuo. Si encuentras desafíos específicos, la consulta con un profesional puede proporcionar orientación personalizada para tu situación. 

Estamos aquí para ayudarte en este proceso.

Para profundizar en el enfoque de la parentalidad positiva recomendamos el libro “Disciplina Positiva”, de Jane Nelsen. Este libro proporciona una perspectiva comprensiva sobre cómo criar a los hijos de una manera que fomente la cooperación y la responsabilidad, al mismo tiempo que fortalece la conexión emocional

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La pérdida repentina de un familiar es una situación complicada que coloca a la persona ante un proceso de duelo. El duelo puede vivirse como una especie de “túnel” por el que pasar, a lo largo del cual se va procesando la pérdida y se recorren diferentes fases. Los procesos de duelo no sólo hacen referencia a fallecimientos, si no a cualquier acontecimiento que implique la pérdida de algo valioso, por ejemplo, rupturas de pareja o amistades, migraciones, pérdida de proyectos, pérdidas materiales… Todos ellos se viven de manera muy personal, aunque comparten elementos comunes. Desde la psicología, se habla de fase o etapas del duelo, que hacen referencia al momento en el que se encuentra la persona con relación a la afectación por la pérdida. Estas etapas son la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación. Cada una tiene sus particularidades a nivel emocional, cognitivo, físico y social, además, no son escalones ni fases estancas, se entremezclan y no necesariamente tienen un orden estricto.

Por otro lado, la dificultad o facilidad para asumir un fallecimiento depende del vínculo con la persona que fallece, la implicación o el papel que cumplía, la predictibilidad de la pérdida, las condiciones en las que ocurre, la red de apoyo social, las habilidades de afrontamiento e inteligencia emocional… por lo que dependen de múltiples variables, haciendo que los procesos de duelo puedan convertirse en una situación psicológicamente delicada y difícil. Además de todos estos componentes, con frecuencia surgen otros aspectos como el miedo, la angustia por no comprender lo que ha sucedido, las complicaciones al afrontar la parte logística de un fallecimiento, la sensación de soledad, bloqueos emocionales, miedo al olvido, no saber cómo comunicarlo a otros familiares etc., que pueden agravar las dificultades emocionales propias del duelo o derivar en un proceso psicopatológico. 

Es por ello, que ante situaciones como la del ejemplo, se recomienda buscar ayuda profesional, con el objetivo de contar con una guía y acompañamiento para transitar las diferentes etapas, pudiendo comprender lo que sucede en cada una de ellas y afrontarlo de la mejor manera posible con las herramientas adecuadas.

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La terapia EMDR es un modelo terapéutico que se utiliza para procesar experiencias traumáticas y reducir los síntomas asociados al trauma. Este método se basa en la idea de que, cuando experimentamos eventos traumáticos, la información relacionada con el trauma puede almacenarse de manera disfuncional en nuestro cerebro, lo que puede contribuir a la persistencia de síntomas como ansiedad, flashbacks o pesadillas. Durante las sesiones de EMDR, se utiliza una forma de estimulación bilateral, a menudo movimientos oculares, para ayudar al cerebro a procesar la información de manera más adaptativa. Esto implica recordar el evento traumático mientras se sigue con los ojos un movimiento bilateral.

El objetivo de EMDR es facilitar la reorganización de las memorias traumáticas, permitiendo que el cerebro procese la información de manera más saludable, integrando el trauma de una manera que disminuya su impacto emocional negativo. A medida que avanzamos en el proceso, muchos pacientes experimentan una reducción significativa en los síntomas asociados al trauma.

Es importante destacar que EMDR es un modelo estructurado y centrado en el trauma, y su aplicación puede variar según las necesidades individuales del paciente.

Si quieres profundizar en esta información te recomendamos el libro “Supera tu pasado” de la escritora Francine Shapiro fundadora de este modelo de terapia.

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Lo primero de todo deberías empezar a validarte, no exigir con cumplir criterios externos. Hay que aprender a poner límites a la hora de decidir qué planes quieres hacer y cuántos, sin la obligación de sentir la necesidad de cumplir expectativas externas. Recuerda que priorizarte no es ser egoísta, porque no estás haciendo daño a los otros si decides no participar en algún plan. Es normal que toda la presión que la sociedad ejerce sobre el consumismo, las tradiciones y todos los pensamientos terminen afectando a cómo te sientes. Para evitar la culpabilidad por los gastos ocasionados de todo ello es importante realizar un cálculo que te permita ser previsora, priorizando las necesidades y el gasto destinado a ellas. En relación al tema de regalos, es necesario que recuerdes que lo verdaderamente importante es la simbología, es decir, el valor de ese regalo como significado e intención, no como algo económico ni perfecto. A la hora de realizar todas las compras de Navidad, no vale de nada haber conseguido todo si por el camino te dejas la salud mental, mucho estrés, muchos nervios… Por eso cuando se vayan a realizar es importante que te encuentres calmada, que sea en un momento en donde estés tranquila sin prisa y sobre todo no condicionada por lo que encuentres. Visualiza esas compras con un estado tranquilo, disfrutando del proceso de entender que el hecho de hacerlo ya implica valor, independientemente del resultado centra la atención en el proceso de elección y no en el resultado. Rodéate de tu círculo y permítete compartir tu mundo emocional con ellos, para sentirte validado, acompañado y escuchado en todo ello.

Construye espacios en donde puedas disfrutar de la tranquilidad y calma y trata de encontrar un rato todos los días para ello. Disminuye las expectativas y realiza un reparto equitativo de las tareas con esos espacios de autocuidado diario. No se trata de hacer felices al resto, porque eso no depende de ti. Tu obligación es que seas feliz, con la serenidad de ir en una dirección y un camino, aunque no siempre se esté alegre. Es por ello que se trata de aprender a disfrutarlas desde la capacidad en la elección y toma de decisiones, sabiendo establecer los límites, manifestar cómo te sientes, hacer peticiones y comunicar y expresar lo que te gusta de lo que te disgusta. Es necesario tomar consciencia de lo que quieres y de lo que sientes para evitar actuar en disonancia con ello. Sin olvidar que no decides qué piensas, pero sí puedes decidir qué hacer con esos pensamientos. Y tratar de ignorarlos y olvidarlos, es irlos a buscar.