Desde que empezamos a tener uso de razón, estamos recibiendo mensajes desde diferentes frentes sobre el amor. Da igual cuál sea la fuente, por lo general, se encargan de vendernos una serie de falsas verdades sobre el amor, que nada más lejos que ajustarse a la realidad, se aproxima a una parodia purpúrea de lo que nos encontramos cuando nos enfrentamos a las flechas de Cupido.

Quizá, en algún momento de tu vida, frases como “el amor puede con todo” o “el amor es para siempre” han resonado en tu cabeza como si de una voz en off se tratase. Estas frases, junto con otras como “si estamos enamorados, tenemos que desear estar siempre juntos” o “si me atrae otra persona, el amor se ha acabado”, conforman lo que se denomina “Mitos del amor romántico” (Marroqui, 2017). Pero, ¿qué son esos mitos? Son un conjunto de creencias erróneas acerca de las relaciones sexo-afectivas que actúan como la fórmula ideal para que aparezca la frustración, la insatisfacción y el fracaso; e incluso en algunas ocasiones, la toxicidad (Esclapez, 2022).

Como decía el amor, la mayoría de las veces, sí que tiene fecha de caducidad y no siempre es necesario que existan conflictos en la relación para que esta llegue a su fin. Si estás leyendo esto, a lo mejor estás en algún momento delicado de tu relación o has dejado de idealizar a tu pareja y estás buscando información de arroje algo de luz sobre el camino de baldosas amarillas a través del que huir del hechizo de Cupido.

Poner punto y final a una relación no suele ser una tarea sencilla, por lo que la mayoría de las veces, el punto final se queda en punto y aparte, y seguido, punto y coma, coma y vuelta a empezar. A continuación, encontrarás una serie de tips con los que afrontar tu ruptura de la forma más funcional posible, consiguiendo que esta experiencia sea un poco más llevadera.

1. No tomes decisiones precipitadas.

Es frecuente que estos pensamientos aparezcan junto con estados emocionales negativos intensos. Lo mejor será darte un tiempo para reposar el malestar y reflexionar de forma objetiva sobre ello cuando la agitación pase.

2. Elige el lugar adecuado.

Preferiblemente espacios en los que ambas partes se sientan cómodas para mantener la conversación.

3. Evita canales indirectos.

No recurras a terceras personas o envíes mensajes por miedo a tener una conversación con tu futura ex-pareja. Puede resultar tentador y liberador, pero es muy poco responsable a nivel afectivo (Esclapez, 2022).

4. La asertividad será tu mejor compañera.

Ten claras cuáles son tus necesidades y ponlas sobre la mesa sin sobrepasar las de la persona que tienes enfrente.

5. Evita los “y si…”.

Hablando de responsabilidad afectiva, es muy injusto para la otra persona dejar abierta la posibilidad de que se vuelva a dar otra oportunidad en un futuro. Esto podría entorpecer su duelo, enquistando el proceso.

6. Mantente firme en tu decisión.

¿Has oído hablar del contacto cero? Será tu mejor aliado una vez que hayas tomado la decisión y te hayas comunicado. Esto último es importante porque si no, estaríamos hablando de ghosting (Esclapez, 2022). Cuando decidimos establecer contacto cero, estamos poniendo un punto y final a la relación y al contacto, tanto físico como virtual, con esa persona. La idea es que cuanto menos información nos llegue sobre la persona en cuestión, el sufrimiento asociado a la ruptura cada vez será menor.

Es recomendable hacer algún ritual para hacer más notable el momento en el que se pone fin a la relación, por ejemplo, guardar todos los recuerdos en una caja y apartarla en un lugar poco visible. Otros consejos pasan por eliminar su contacto de las redes sociales o bloquearlo, cortar el contacto telefónico, no contactar con sus allegados, evitar hablar de su persona, evitar sitios en los que, con total seguridad, podáis coincidir, etc. (Esclapez, 2022).

Por último, es importante que tengas en cuenta que estos artículos no pueden utilizarse como sustituto a la terapia. La ayuda profesional es la mejor pauta para afrontar una ruptura y superar el duelo.

REFERENCIAS

Marroquí, M. (2017) Eso no es amor. Destino
Esclapez, M. (2022) Me quiero, te quiero. Una guía para desarrollar relaciones de pareja sanas (y mejorar las que ya tienes). Bruguera
Esclapez, M. (2023) Tú eres tu lugar seguro. Bruguera

Artículo elaborado por Noelia, alumna de la Universidad Europea de Madrid, participante en el Programa de Prácticas Universitarias de la Fundación Psicología Sin Fronteras. 

San Valentín real o ideal

La Real Academia Española (RAE) define el amor como “Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”.  Ilturralde de Ardavín (1994) explica el amor como aquella experiencia pura, honesta, inteligente que busca el bien del otro. Otra definición de amor es el conjunto de procesos mentales (motivaciones, pensamientos y emociones), reacciones hormonales, comportamientos y declaraciones que se manifiestan en las relaciones interpersonales (Yela, 2001). Sin embargo, definir el amor es un asunto complejo, existen tantas definiciones de amor como autores hablan de ello y casi tantos tipos de amor como tipo de personas y relaciones entre ellas (Sangrador, 1993).

A lo largo de la historia el amor ha sido un tema de gran interés y desconocimiento para el ser humano. Por ejemplo, Gottman en 1993, estudió las interacciones en parejas de diversas orientaciones sexuales para el desarrollo de un modelo matemático que fue capaz de predecir la estabilidad de una relación con 80-90% de precisión. El modelo cuantificaba la relación de la pareja a través del registro de comportamientos positivos (expresar gratitud, aprecio, interés, etc) y comportamientos negativos (expresar crítica, desprecio, actitudes desfavorables, etc) para calcular la duración de la pareja (Gottman, 1993). De este modo, se han elaborado diversas teorías y modelos explicativos con respecto a lo que abarca el amor y cómo nos relacionamos con él, como lo son también las teorías de apego o modelos de aprendizaje. Uno de los modelos más aceptados es el de la Teoría Triangular de Sternberg (Figura 1). Este modelo contempla el amor como un producto de tres dimensiones: la Intimidad, definida como el vínculo afectivo caracterizado por el apoyo emocional y comportamental mutuo, la pasión, definida como los deseos derivados de la activación sexual y la necesidad de contacto físico, y el compromiso, definido como el interés por conservar la relación a pesar de las dificultades que se presenten (Sternberg, 1986). Pocos años más tarde, Sternberg en 1988 desglosa la pasión en dos tipos: la pasión erótica (fisiológica) como la excitación sexual y por otro lado la pasión romántica (psicológica) como producto de sentimientos románticos que impulsan a conectar afectivamente con los demás.

Figura 1

Teoría Triangular de Sternberg.

teoría triangular de Stenberg

Nota. Imagen extraída de Psicología y Mente, 2024.

Yela 1996, teorizó sobre la posible evolución filogenética y culturas a lo largo de tiempo, situando a la pasión erótica como la más antigua y relacionado con los impulsos sexuales más básicos, después evolutivamente aparecería la necesidad de establecer y mantener vínculos fuertes (compromiso) y después surge la intimidad siendo la más compleja y dependiente de factores psicológicos y culturales. Por último y hasta la fecha exclusiva del ser humano, aparece la pasión romántica que fue consolidada socioculturalmente (Yela, 1996).

De los primeros mitos de amor son el de Andrógino, el cual explica que los seres humanos fueron castigados con la separación dual por lo que están de este modo condenados a encontrar su pareja (Pascual Fernández, 2016). Otro mito de la cultura literaria es el amor cortés caracterizado por la necesidad innata del ser humano de vivir un amor apasionado e ideal (Karandashev, 2015).  De este modo, durante las últimas décadas la literatura científica ha podido determinar una marcada presencia de siete mitos sobre el amor romántico (Bisquet-Bover et al., 2019) los cuales son:

  • La media naranja: idea de que cada individuo tiene su mitad.
  • La pasión eterna: la intensidad infrenable de las primeras fases del enamoramiento debe de mantenerse durante el tiempo.
  • La omnipotencia del amor: el amor como algo que solucionará todos los problemas de pareja.
  • El emparejamiento: Hace referencia que el estado de pareja es lo normal, siendo la soltería o la no monogamia lo extraño.
  • Ensalzamiento de los celos: los celos como una muestra de amor.
  • La exclusividad: hace referencia a la imposibilidad de enamorarse simultáneamente de más de una persona, excluyendo a la diversidad no monógama.
  • Matrimonio: como la máxima unión de la pareja, siendo el matrimonio como a lo que debe de conducir necesariamente el amor.

Numerosos estudios, a través de la Escala de Mitos hacia el Amor, reafirman que los adolescentes asumen las creencias y mitos preestablecidos sobre el amor y las relaciones románticas (Rodríguez-Castro et al., 2014). Estas ideas ficticias son promovidas por “dating shows” como por ejemplo el reality popular de La Isla de Las Tentaciones (Rebollo-Bueno, 2022). Programas como estos presentan un impacto social relevante no solo por lo que promueve sino por el público que atrae, predominantemente de jóvenes (Rebollo-Bueno, 2022). Además, está comprobado que la popularización de estos mitos y concepciones erróneas son un factor clave de riesgo de la violencia de género (Bisquet-Bover et al., 2019). De este modo, no hay que olvidar las personas nos desarrollamos en un marco contextual y cultura específica que influencia en la forma que tenemos de asumir, interpretar y sentir la variedad de fenómenos sociales (Hofstede et al., 2003). Se podría decir que, desde pequeños, aprendemos por las normas sociales si cómo, cuándo de quién y de qué no es capaz de enamorarse (Sangrador, 1993). De este modo, el amor y las relaciones románticas podrían ser percibidas tal y como las proyecta el contexto, siendo el modelo romántico un constructo social creado por la visión occidental (Verdú Delgado, 2014). Spinoza percibía el amor como un estado mental acompañado de la idea que hacemos de estar enamorados (Melamed, 2019) Entonces se plantea un debate a modo de cierre, ¿Nos enamoramos de la persona o de la idea que tenemos de ella?

 

REFERENCIAS

Armando, J. (2016). La teoría triangular del amor de Sternberg [Imagen]. Psicología y Mente. https://pymstatic.com/4955/conversions/triangulo-del-amor-de-sternberg-wide_webp.webp

Bisquet-Bover, M., Giménez-García, C., Gil-Juliá, B., Martínez-Gómez, N., & Gil-Llario, M. D. (2019). Mitos del amor romántico y autoestima en adolescentes. INFAD. Revista de Psicología, 1(4), 507-518. https://doi.org/10.17060/ijodaep.2019.n1.v5.1633

Gottman, J. M. (1993). A theory of marital dissolution and stability. Journal of Family Psychology, 7(1), 57–75. https://doi.org/10.1037/0893-3200.7.1.57

Hofstede, G., Garibaldi de Hilal, A. V., Malvezzi, S., Tanure, B., & Vinken, H. (2010). Comparing regional cultures within a country: Lessons from Brazil. Journal of Cross-Cultural Psychology, 41(3), 336-352.  https://doi.org/10.1177/0022022109359696

Ituarte de Ardavín, A. (1994). Adolescencia y Personalidad. México: Trillas.

Karandashev, V. (2015). A Cultural Perspective on Romantic Love. Online Readings in Psychology and Culture, 5(4),2-21. https://doi.org/10.9707/2307-0919.1135

 Melamed, Y. (2019). The enigma of Spinoza’s amor Dei intellectualis. Routledge, pp. 222-238 

Pascual Fernández, A. (2016). Sobre el mito del amor romántico. Amores cinematográficos y educación. Dedica: Revista de educación en Humanidades, 10, 63-78. http://hdl.handle.net/10481/41940

RAE (11 de febrero de 2024). Amor. Real Academia Española (RAE). https://dle.rae.es/amor

Rebollo-Bueno, S. (2023). Ideología y mitos del amor romántico en los dating shows. Estudio de audiencia de La isla de las tentaciones. Estudios sobre el Mensaje Periodístico, 29 (3), 677-688. https://doi.org/10.5209/esmp.84540

Rodríguez-Castro, Y., Lameiras-Fernández, M., Carrera-Fernández, M. V., & Vallejo-Medina, P. (2013). La fiabilidad y validez de la escala de mitos hacia el amor: las creencias de los y las adolescentes. Revista de psicología social, 28(2), 157-168. https://doi.org/10.1174/021347413806196708

Sangrador, J. L. (1993). Consideraciones psicosociales sobre el amor romántico. Psicothema, 5(Suplemento), 181–196. Recuperado a partir de: https://reunido.uniovi.es/index.php/PST/article/view/7188

Sternberg, R.J. (1986). A Triangular Theory of Love. Psychological Review, 93, 2, 119-135. https://psycnet.apa.org/doi/10.1037/0033-295X.93.2.119

Sternberg, R.J. (1988). El Triángulo del Amor: Intimidad, Pasión y Compromiso. Barcelona: Paidós. 1989.

Verdú Delgado, A. D. (2014). El amor en la sociedad de consumo. Gazeta de Antropología, 30 (1) http://dx.doi.org/10.30827/Digibug.31068

Yela, C. (1996). Componentes básicos del amor: algunas matizaciones al modelo de Sternberg. Revista de Psicología Social, 11(2), 185-201. https://doi.org/10.1174/02134749660569341

Yela García, C. (2001). El amor desde la psicología social ni tan libres, ni tan racionales. Madrid: Pirámide.

Artículo elaborado por Salvador Trascasa Manzanedo, alumno de la Universidad Europea de Madrid, participante en el Programa de Prácticas Universitarias de la Fundación Psicología Sin Fronteras.

Duelo perinatal

Cuáles son algunas características de este duelo tan singular, y habitualmente silenciado, y qué necesitan las madres que pasan por una situación de este tipo son algunas de las cuestiones que se trataron en este coloquio con la psicóloga perinatal Vanessa Miranda.

Esta es la segunda tertulia sobre buenas prácticas organizada por el área de Feminismos y Género en 2022. Si anteriormente tuvimos oportunidad de hablar sobre los modelos tóxicos de sexualidad en la adolescencia, esta vez la reflexión se ha centrado en un tema silenciado, tal vez, como se apunta en el propio encuentro porque se cruza con dos tabúes: la mujer y la muerte.

Vanessa Miranda, psicóloga perinatal, doula y asesora de lactancia (@espaciomaternarte en Instagram), con amplia experiencia en el acompañamiento de maternidades, familias y duelos, charla con la coordinadora del área de Feminismos y Género, Paula Roldán, y el resto de asistentes sobre el duelo perinatal y ofrecen entre todas algunas claves para poder acompañarlo desde la perspectiva clínica, como amigas, como pareja, como familia.

Accede a la grabación de la tertulia siguiendo este enlace.

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El pasado 14 de febrero, el área de Feminismos y Género de la Fundación Psicología Sin Fronteras inició su actividad organizando una tertulia online en la que se presentaron los resultados de la investigación “La presencia de modelos tóxicos de sexualidad en la adolescencia”. Si no pudiste estar, ahora compartimos contigo el enlace al video de este encuentro.

Si deseas ver la tertulia “La presencia de modelos tóxicos de sexualidad en la adolescencia”, pincha aquí.

La tertulia estuvo moderada por la trabajadora social y especialista en violencia de género y atención desde la escucha, Esmeralda Bollada, y contó con la participación de la psicóloga y coordinadora del área de Feminismos y Género, Paula Roldán y del antropólogo y consultor independiente, David Kaplún.

Durante el encuentro, las personas asistentes tuvieron la posibilidad de participar y ofrecer su punto de vista sobre masculinidad, sexualidad y adolescencia, cuestiones que preocupan tanto a madres y padres como a profesionales de la intervención social y de la educación.

Violencia de Género Intervención terapéutica

Uno de los temas más controvertidos en lo referente a la Violencia de Género (VG) es tratar de averiguar por qué una mujer maltratada permanece en convivencia con su agresor.

Para lograr entenderlo vamos a hacer un recorrido por diferentes teorías.

Una de las teorías más antiguas es la postulada por Rhodes y Baranoff McKenzie la cual hace alusión a la condición masoquista de la mujer, en la que la violencia ejercería el papel de un mediador en el equilibrio, tanto de la relación de pareja, como de las necesidades individuales de sus miembros. Snell, Rosenwall, y Robey, señalan que los periodos de conducta violenta «liberaban» al hombre de su angustia por su inoperancia como tal, al tiempo que permitían a la mujer obtener una satisfacción masoquista; esta última «ayudaba» a la mujer a manejar «su culpa» derivada de su propia «hostilidad expresada en su conducta controladora y castradora». Para La Violette y Barnett, la imposibilidad de controlar la agresión generará en la víctima una afectación motivacional y pasividad y por consiguiente numerosas dificultades para solucionar problemas. La confrontación con la situación genera un trauma emocional a la víctima, lo que conlleva emociones como: frustración, tristeza y una sensación de indefensión ante cualquier situación, lo que nos lleva a mencionar el modelo de Walker, indefensión aprendida, el cual postula que cuando una mujer está sometida a la violencia incontrolable o eventos tremendamente aversivos, su respuesta de reacción queda bloqueada, ya que cualquier conducta que emita será castigada. Otra de las teorías que cobran sentido es la de dependencia emocional. Bajo el paraguas de “amor romántico” la víctima comienza a sentir una fusión con su pareja hasta que acaba siendo un anexo de él, se convierte en algo imprescindible para ella, da igual el trato que le dé, ella seguirá junto a él, aunque le agreda, según señala Walter Riso.

Según Jenkins, las teorías feministas respecto a las emociones y las relaciones sociales revelan asociaciones simbólicas de la emoción con lo irracional, incontrolable, peligroso, natural y femenino. Según la autora, la escasa atención que se presta a las emociones y los sentimientos proviene o tiene su origen en la ideología de la sociedad occidental y patriarcal, a menudo imbuida en el dualismo mente-cuerpo, donde prima la valoración cognitiva frente a la emocional.

La violencia contra las mujeres es una expresión del poder y dominio de los hombres sobre las mujeres, fruto de la estructura social patriarcal que asigna roles de desigual valor a hombres y mujeres, y que se traducen en determinados estereotipos de masculinidad y feminidad, con sus correspondientes mandatos de género, para cumplir adecuadamente lo que la sociedad patriarcal espera de unos y otras Dio Bleichmar, Levinton

Más allá de las diferentes perspectivas teóricas que tratan de explicar y abordar por qué se produce y mantiene el maltrato, vemos que es una conducta aprendida e intencionada con un objetivo claro, controlar la relación, gestionar la ira, etc. En este contexto de desigualdad, es fácil dominar la situación, aunque genere daño y sufrimiento.

Así mismo, la intervención en mujeres que han vivido situaciones de VG no resulta un proceso sencillo, en este sentido es importante mencionar qué deberíamos explorar en una víctima de VG para no caer en intervenciones indiferenciadas. Conviene tener en cuenta la particularidad de cada mujer, la fase del proceso que está atravesando, su grado de conciencia del problema y otros factores que le han conducido a esa situación.

Es por esto, que es interesante hacerse la pregunta respecto a: ¿Qué importancia tiene una intervención terapéutica desde una perspectiva humanista?

Cuando una mujer que ha sufrido/está sufriendo VG, acude o solicita ayuda; es común que muestren dificultades en expresar lo que les pasa, o pueden hacerlo de forma disociada, caótica o incongruente, lo que puede hacer dudar de la veracidad de su relato. Pueden expresar una amplia gama de sentimientos de gran intensidad: “Las mujeres traumatizadas se pueden encontrar aprisionadas entre los extremos de la amnesia y de revivir el trauma, entre mareas de sentimiento intenso y abrumador y áridos estados en los que no tienen ningún sentimiento, entre la acción irritable e impulsiva y una completa inhibición de la acción” Herman, J.

Es por esto por lo que desde una perspectiva humanista hemos querido centrar la intervención focalizándonos en las emociones de la persona afectada, de esta manera podemos ayudar a la aceptación de lo ocurrido y a la gestión emocional de los eventos vividos. En este sentido, las emociones que en mayor medida tienden a vivenciar las mujeres bajo una situación de VG son: miedo, culpa y vergüenza.

  • Miedo: El miedo es una emoción básica, es una señal informativa de que un peligro nos acecha. Nos ayuda a relacionarnos con el ambiente. Sin miedo no podríamos sobrevivir.
  • Culpa: desde un punto de vista psicológico; se entiende por culpa a una acción u omisión que provoca un sentimiento de responsabilidad por un daño causado. Desde la intervención humanista se entiende que dicho sentimiento aparece por dos motivos: cuando se altera su código de valores y como resultado de aquellos resentimientos no expresados hacia aquellas figuras que son consideradas como significativas para ella.
  • Vergüenza: implica la idea de defecto o inferioridad y una sensación de amor no correspondido y no digno de respeto, donde se asume que debe haber algo malo en mí, pero no se sabe bien qué es. A menudo este sentimiento viene acompañado de episodios donde la mujer se autoinculpa.

Una de las funciones del sentimiento de culpa, es la de regular los comportamientos perjudiciales para la convivencia en sociedad. Podemos en este sentido entender la culpa como una emoción de control. Existe un código moral, propio de cada cultura y religión, que marca los comportamientos inaceptables y los “mandatos” (mandamientos) que deben cumplirse. Las transgresiones de dichos mandatos son los llamados pecados (no desobedecerás, no desearás el mal al prójimo, etc.). El sentimiento de culpa está ahí para notificarnos que algo anda mal en nosotros, en nuestra conciencia. La frase “me duele la conciencia” vendría a ser algo así como: me siento culpable, ya que muchas veces la culpa aparte de sentirla se piensa dentro de nosotros, a través de nuestros juicios.

El sentimiento que se relaciona con la culpa es la vergüenza. En la culpa la preocupación está puesta en el otro, al que se identifica como dañado, mientras que en la vergüenza la preocupación está puesta en uno mismo, en cómo me percibe el otro. Nos juzgamos negativamente, nos rechazamos, nos sentimos culpables y nos castigamos.

En una situación donde se produce maltrato, el sentimiento de culpa nace de un no entendimiento del sistema, al no saber atender eso que está sucediendo fuera la única manera que tiene la mujer maltratada para poder mantener el amor hacia la pareja y el equilibrio en el sistema, llevan a que ella se haga culpable de la situación que se genera y de este modo, preservar el amor.

Sentirse culpable significa sentirse mal respecto a algo sobre lo que ya no podemos intervenir y respecto a nosotros mismos como personas.

Para finalizar, a través de la revisión de los testimonios de mujeres que han sufrido VG, una gran mayoría coinciden en que las ataduras emocionales son increíblemente poderosas. Las emociones en sí, no inhiben el proceso terapéutico, pero sí la incapacidad de las personas para manejar las emociones y usarlas bien.

La intervención terapéutica, al menos al principio, debería resultar reconfortante y tiene que permitirle a la persona liberarse en primer lugar del miedo y de la culpabilidad. Más adelante, cuando el sufrimiento disminuya y la mujer esté más restablecida, se podrá intentar comprender por qué entró en ese tipo de relación destructiva, y por qué no pudo defenderse.

De igual relevancia, en la intervención en mujeres que sufren/han sufrido VG es importante la integración de las dimensiones sensoriales, afectivas, intelectual, social, y espiritual, para permitir una experiencia global donde la vivencia corporal pueda traducirse a palabras y la palabra pueda ser vivenciada corporalmente, teniendo especial cuidado a que todo ello se pueda trabajar en un espacio de seguridad y cuidado por y para ellas.

Por último, hay que señalar que mujeres que han vivido bajo una situación de VG y mujeres que han salido de una situación de malos tratos por parte de sus parejas, dicen que no les gusta que nos referíamos a ellas como víctimas, que prefieren ser consideradas supervivientes.

Marta Narro Rodríguez, Psicóloga colegiada M-34798

 

BIBLIOGRAFÍA

  • Rhodes, N.; Baranoff McKenzie, E., «Why do battered women stay? Three decades of research», Aggresion and Violent Behavior, 1998, 3, 4, pp. 391-406
  • Snell, J.E.; Rosenwald, R.J.; Robey, A., «The wife-beater’s wife: A study of family interaction». Arch Gen Psychiatry, 1964, 11, pp. 107-113
  • LaViolette, A.; Barnett O., It could happen to anyone. Why battered women stay,2nd ed., Thousand Oaks, California, Sage Publications, 2000. Jenkins, J. H., “The psychocultural study of emotion and mental disorder”, en: Bock, P.K., eds, Handbook of psychological anthropology, Westport, Connecticut, Greenwood Press, 1994.
  • Dio Bleichmar, E. (1991). La depresión en la mujer. Madrid: Temas de Hoy.
  • Herman, J. (2004). Trauma y recuperación. Madrid: Espasa Hoy.
qué es el duelo psicológico

¿Qué es duelo?

El duelo se define como un proceso psicológico y emocional que se inicia tras una pérdida y dependerá de la importancia de ésta. El duelo habitualmente se asocia con la muerte de un ser querido, pero en realidad las personas a lo largo de nuestra vida sufrimos separaciones o pérdidas de algo o alguien que es importante para nosotros, se da por ejemplo con la pérdida del trabajo por despido o jubilación, de un objeto valioso o por una enfermedad o pérdida de capacidades de uno mismo u otros, entre otras.

Al igual que no todas las personas somos iguales, tampoco lo son todos los procesos de duelo, aun así, existen unas características comunes en el proceso.  Esta manifestación del duelo se puede agrupar de la siguiente forma:

  • Dimensión física. Se trata de las formas fisiológicas que aparecen en el duelo, como dolor o molestias en el estómago, opresión en el pecho o la garganta, palpitaciones, tensión muscular, disnea, cambios del sueño, entre otras.
  • Dimensión emocional. En este punto se apuntan los cambios de estado de ánimo como tristeza, ira, culpa, miedo, ansiedad, venganza o incluso alivio.

Las emociones no son buenas ni malas, son adaptativas y nos ayudan a adaptarnos al entorno. Es normal que en un proceso de duelo aparezcan varias emociones dependiendo del contexto, por ejemplo: Si unos padres han perdido a su hijo en un accidente de moto, pueden sentir tristeza por la pérdida, culpa en el caso de que ellos le hubiesen regalado esa moto como premio a final de curso o ira y venganza si el accidente ha sido provocado por un conductor que dio positivo en el test de drogas.

Todas las emociones son válidas y no debemos sentir culpa o vergüenza de ellas, es importante expresarlas, gestionarlas y en caso de no poder hacerlo buscar ayuda profesional.

  • Dimensión cognitiva. Se trata de aquellas manifestaciones como dificultad para concentrarse, rumiación de ideas, falta de interés.
  • Dimensión conductual. Esta dimensión se refiere a los cambios del comportamiento respecto a la situación previa. Aislamiento, hiperactividad, aumento o inicio de consumo de tabaco, alcohol u otras drogas, realizar conductas de riesgo, autolesiones.
  • Dimensión social. La persona puede aislarse socialmente, tener enfrentamientos con familiares o amigos, culpar a otros de olvidar al difunto demasiado pronto.
  • Dimensión espiritual. Este apartado hace referencia a la parte más mística de una pérdida, preguntas sobre la vida y la muerte, replantearse valores, creencias o formas de vida anteriores.

 

Fases del duelo

Distintos autores han hecho sus propias teorías acerca el duelo y las fases que se dan durante el mismo. No todas las personas somos iguales, por lo que el proceso de duelo tampoco es igual en todos. Las fases del duelo no tienen unos límites rígidos establecidos y se pasa de una a otra de una forma clara, es decir las fases fluctúan unas con otras. De la misma forma no todas las personas pasaran por todas las fases necesariamente.

La teoría más extendida es la de Elisabeth Kübler Ross y a continuación se describen las fases:

Fase Negación

Fase Ira

Fase Negociación

Fase Depresión

Fase Aceptación

Negar la realidad de la pérdida y lo que sucede de forma explícita o implícita. Sentimientos de rabia, venganza, resentimiento.

Búsqueda de culpables

Sensación de control, que se puede manejar la pérdida.

“Hacer tratos” con entes divinas

Culpa y responsabilidad de lo ocurrido.

(No tiene relación con una depresión patológica)

Sensación de tristeza y vacío, conexión con la realidad.

Se acepta la pérdida.

El dolor se va reduciendo.

Vuelta a experimentar sentimientos agradables poco a poco.

 

¿Cuándo pedir ayuda?

En primer lugar, es importante diferenciar entre lo que es un duelo normal y un duelo complicado. Hay ocasiones en las que la persona durante la primera fase tiene cierto embotamiento y sensación de irrealidad, lo cual es normal, en el caso de que esta situación se mantenga en el tiempo y la persona siga sin mostrar ninguna expresión emocional no se iniciaría el proceso de duelo. Parece que la causa de un duelo complicado es el bloqueo del dolor.

El manual DSM-5 recoge este segundo tipo Trastorno de duelo complejo persistente, señalando que el duelo debe ser persistente durante al menos 12 meses y ser desproporcionado en función de su cultura o religión. Para poder catalogarse como tal, además de cumplir una serie de criterios como, por ejemplo: importante dificultad para aceptar la muerte, incredulidad o anestesia emocional, autoinculparse de la muerte de la persona, evitación de recuerdos de forma excesiva, deseos de morir, soledad o desapego de otros, disminución de la identidad propia o dificultad para mantener interés por otras actividades o personas. Este malestar además debe afectar de forma significativa en la vida social, laboral u otras áreas.

Se puede buscar ayuda profesional en cualquier momento del duelo siempre que la persona lo crea conveniente, pero hay situaciones en las que recurrir a la atención psicológica es necesaria. El objetivo en una intervención debe ser mejorar la calidad de vida de la persona con duelo.

Cristina García Heras, abril 2020

 

BIBLIOGRAFÍA

  • American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (DSM-5®). American Psychiatric Pub.
  • Bayarri, E. Z. (2004). Manejo del duelo en Atención Primaria. Conceptos básicos. Semergen: revista española de medicina de familia, (1), 8-11.
  • Cabodevilla, I. (2007). Las pérdidas y sus duelos. In Anales del sistema sanitario de Navarra (Vol. 30, pp. 163-176). Gobierno de Navarra. Departamento de Salud.
  • Cuadrado i Salido, D. (2010). Las cinco etapas del cambio. Capital humano241, 54-58.
  • Dávalos, E. G. M., García, S., Gómez, A. T., Castillo, L., Suárez, S. S., & Silva, B. M. (2008). El proceso del duelo. Un mecanismo humano para el manejo de las pérdidas emocionales. Revista de Especialidades Médico-Quirúrgicas13(1), 28-31.
fake news

Con el transcurso de los años, ha ido aumentando la propagación de bulos, rumores y falsas noticias. Es algo que siempre ha estado ahí y hemos estado expuestos a ello durante un largo tiempo, pero a medida que la tecnología ha ido avanzando, gracias a Internet y a las diversas redes sociales, se ha ido propagando a una velocidad mucho más seria y preocupante. Los bulos y noticias falsas, también conocidas como “fake news”, comúnmente se propagan mediante las redes sociales, pero en ocasiones también los medios ayudan a su propagación. La inmediatez informativa exige rapidez, exige que las noticias no sean contrastadas como deberían y ahí nacen las falsas noticias y bulos.

 

El hecho de contrastar informaciones y verificarlas es un trabajo que implica detenimiento, precisión y una inversión de tiempo que a veces no se puede brindar, sobre todo cuando la noticia sale de redes sociales. Sin una inspección del contenido, la historia cobra vida propia, se vuelve viral y se difunde de boca en boca o a través de nuestras pantallas digitales, hasta que se vuelve tan viral que resulta creíble y difícil de desmentir.

Basado en diferentes datos empíricos, recientemente se ha descubierto que la red que propaga las noticias falsas y los bulos es muy diferente de la de las noticias reales. La falsedad se propaga sorprendentemente con mayor rapidez, y no solo eso, sino que llegan mucho más lejos, y de manera más profunda que las noticias de verdad, que tienen un argumento válido que las sustenta.

Estas fake news, que pueden llegar a ser historias o incluso declaraciones inventadas sin ningún tipo de confirmación, deambulan en línea a través de la vía de las redes sociales. La rápida circulación de estas noticias puede calar rápidamente y de manera negativa en la opinión pública y distorsionar la sociedad. Muchas de ellas son noticias inofensivas, no creadas intencionadamente, pero también las hay intencionadas, noticias que crean amenazas para la sociedad. Por ello, es importante que, al ser muy difícil de impedir la divulgación de estos rumores falsos, los medios fiables estén preparados para responder y minimizar el riesgo, corrigiéndolas independientemente del contenido. Detectarlas a tiempo es algo crucial. El término “falso” ya es suficientemente negativo, por lo que es importante que al desmentirlas no se empleen más términos negativos, porque pueden llegar a reforzar la mentira e incluso a asumir un riesgo innecesario; es clave dar un mensaje coherente y evitar la repetición del contenido falso.

Ajeno al hecho de que se difundan rápidamente o que la gente pueda creerlas o no, existe un riesgo significativo para las personas que las reciben, así como para las industrias e incluso los gobiernos. Por lo general, los bulos no traen consecuencias positivas. Al propagar un bulo, se crea una idea falsa en las personas, algo lejos de la realidad que conlleva una consecuencia negativa. Las falsas noticias tienen un poder de destrucción en muchos ámbitos, como puede ser el periodístico o el político.

 

Es cierto que no todas las falsas noticias son igual de impactantes e irreparables, pero en ocasiones pueden sembrar el miedo en las personas, y hacer que se creen situaciones que estén fuera de control. Llega un momento en el que, al recibir tanta información, ni siquiera pensamos en contrastarla, y ya no sabemos qué información es creíble y útil y la que no lo es, y eso es algo peligroso. Dejamos de hacer caso a lo que realmente deberíamos considerar importante, o hacemos demasiado caso a cosas que ni siquiera son ciertas. Condicionamos nuestras opiniones y pensamientos y actuamos de manera irracional cuando nos invade el miedo y la incertidumbre. Por eso es importante ser conscientes, no dejar que nuestra mente se alimente de la prisa y pararnos a pensar de dónde viene la información, de si podría ser mentira, y contrastarla.  Pensar antes de actuar, y sobre todo ser cautos al reenviar un mensaje, por ejemplo de WhatsApp y no ayudar al caos ni a la difusión de noticias falsas. Recuerda no compartir nada en “modo automático”.

Otra recomendación a tener en cuenta, es revisar quién es el transmisor, no es lo mismo un video anónimo que si proviene The New York Times… y ya para finalizar identifica la fuente original de la información y confirma la información en los sitios oficiales de la fuente.

Al final, lo mejor es ir a las fuentes originales.

María Lapeña Illán, marzo 2020

 

BIBLIOGRAFÍA

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  • Manzano Carrilero, A. (2018). La importancia de la verificación de las informaciones en la era de la posverdad. El desarrollo de iniciativas periodísticas frente a bulos y noticias falsas (Bachelor’s thesis).
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el poder del miedo

El mundo actual está impregnado de miedo, y a veces podemos encontrarnos en situaciones en las que actuamos movidos por temor. La gran influencia de los medios de comunicación nos hace pensar en lo asustados que “deberíamos estar” desde que nos levantamos y vemos las noticias de la mañana. La gran noticia del coronavirus y su extensión resuena por todos sitios a todas horas (radio, televisión, redes sociales, personas de nuestro alrededor, conversaciones ajenas en la cola del supermercado…). Esto hace que nuestros temores se multipliquen y nos podamos encontrar agitados, en estado de alerta, sin dejar de pensar en la enfermedad, con aumento del ritmo cardíaco, sudoración, temblores, insomnio…

 

Todos los medios anuncian los síntomas de la enfermedad, lo importante que es lavarse las manos y mantenerse a más de un metro de las personas, sobre todo si nos hallamos en población de riesgo, pero ¿qué hay del malestar psicológico? ¿Qué podemos hacer si nos encontramos aterrados todo el tiempo?

El Colegio Oficial de Psicólogos tiene recomendaciones para este caso en particular. Antes de nada, es importante identificar los pensamientos que pueden generarnos malestar, reconocer nuestras emociones y aceptarlas. No nos tenemos que dejar engañar por las noticias falsas, por lo que debemos buscar pruebas de realidad y datos fiables en medios oficiales. De esta forma, podremos informar a nuestros seres queridos de manera realista, sin propagar un miedo infundado, y evitando la sobreinformación que en muchas ocasiones resulta abrumadora y confusa.

El autocuidado mental es necesario, tanto para los pequeños como para los adultos. Continuar con nuestras rutinas y procurar hacer vida normal dentro de lo posible es esencial. También hay que tener cuidado con las conductas de rechazo y discriminación. El miedo puede hacer que reaccionemos de manera impulsiva, pero si lo tenemos en cuenta con antelación, podremos evitarlo. Debemos mantener una actitud optimista y objetiva, apoyándonos en familia y amigos para mantener la calma y adaptarnos a la situación. Evitar hablar constantemente del tema nos ayudará, pudiendo poner nuestro foco de atención en otros temas relevantes en nuestra vida, puesto que esta no se ha paralizado por el COVID-19, y continúa a pesar del miedo.

En cuanto a los más pequeños, ocultarles el problema y no explicárselo es un error, puesto que la confusión, sumado a lo que escuchan en todos los medios, hace que magnifiquen el problema, sintiendo un gran miedo a enfermar y morir. Una forma de protegerles de estos pensamientos es explicárselo de forma sencilla y realista, trabajando la información con dibujos y preguntándoles cómo se sienten y qué pueden hacer para tranquilizarse. Es posible que detrás del miedo se halle desinformación, confusión o tristeza, y comprenderlo, explicar correctamente las medidas de seguridad que deben tomar e informar de que se está trabajando para acabar con este peligro, es muy importante para su bienestar.

 

En internet se encuentran varios medios para explicarles la situación, tales como el cuento “¡Hola! Soy el coronavirus”, las campañas de información infantil sobre el coronavirus y las infografías del Ministerio de Sanidad o el uso de canciones infantiles para el lavado de manos, recomendación de organizaciones infantiles como Unicef (https://www.instagram.com/p/B9g39i3DASk/).

Todos hemos podido vivir en primera persona las consecuencias del miedo, resultando en una histeria colectiva que ha empujado a la gente a acudir en masa a supermercados para abastecerse de comida y utensilios de limpieza.

 

Esto es una clara consecuencia del pánico desatado por el desconocimiento de lo que pueda deparar el futuro. Podría decirse que el miedo está contagiándose mucho más rápido que el propio virus.

Sin embargo, es importante, de nuevo, ser objetivos y atender a la información ofrecida por las grandes cadenas alimenticias, tales como Mercadona, que garantizan el correcto abastecimiento de comida. Del temor a quedarnos sin comida o papel higiénico suficiente pasamos al temor a ser contagiados por alguien cercano a nosotros.

Basta con toser en público para ver las caras de repulsión y comprobar que todo el mundo da un paso lejos de nosotros. El miedo a veces se refleja en forma de ira, llegando a discusiones acaloradas en trenes, o incluso aterrizajes forzosos de aviones, únicamente por toser o estornudar en una época en la que estas acciones ofenden y aterran.

En conclusión, aparte de conocer las medidas de seguridad tanto físicas como psicológicas para defendernos ante esta amenaza, es importante confiar siempre en medios oficiales y ser objetivos. Nos encontramos en una época en la que tenemos los mejores índices de seguridad, aunque esto no se vea reflejado en la sensación de seguridad de las personas. Este miedo es inducido, planificado y estructurado, y es importante percatarse de su intencionalidad para ver que en realidad está beneficiando a unos cuantos mientras el resto se siente desesperanzados. Por tanto, debemos responder al temor con solidaridad, unidad y una adecuada respuesta colectiva.

Paula López Cortés, Marzo 2020

 

BIBLIOGRAFÍA

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Primeras relaciones en la infancia y la adolescencia

En la infancia temprana entablamos nuestras primeras relaciones y estas son fundamentales tanto para el establecimiento de relaciones futuras, como para lograr los retos y las tareas de cada momento vital.

Desde la psicología se da gran importancia a la calidad del vínculo con las relaciones primarias (padres, tutores, o personas que cumplan con la función de cuidar), ya que ayudan a sentar las bases para que la vida psicológica y emocional se desarrollen con normalidad. Aun cuando se establecerán varios vínculos en el transcurso de la vida, las primeras relaciones son cruciales. Este vínculo primario se refiere a la relación que tiene lugar entre un bebé y sus cuidadores, y cuya calidad contribuye, en gran parte, a que ese nuevo ser tenga seguridad física y emocional. Sobre esta idea se podría decir que un adecuado desarrollo se apoya en la presencia de estas“figuras de apego”. Cuando las figuras cuidadoras cumplen con la tarea de calmar la angustia o la ansiedad que puede llegar a experimentar un bebé en momentos de estrés o exceso de estímulos, podríamos hablar de que cumplen una función de “apego seguro”. Es importante nombrar que hay otros tipos de apego menos positivos que no cumplirían esta función reguladora, generando rechazo, enojo, exceso de vinculación o bien, ambigüedad en la relación.

Es así como el apego seguro juega un papel esencial para tener relaciones de calidez, confianza y seguridad, facilitando la expresión y regulación emocional, además de ayudar a tejer bajos niveles de tristeza, rabia y miedo en etapas posteriores.

En la adolescencia la relación con las figuras cuidadoras no es menos importante y aunque el adolescente buscará otras relaciones de apoyo en sus amigos o pareja, en esta etapa de transición la familia sigue siendo el eje primario por ser el círculo donde el joven ha estado inmerso desde la infancia. Esta transición, que está marcada por cambios tanto biológicos (por ejemplo, hormonales) como psicológicos, debe tener como resolución, en términos más o menos normales, que el adolescente vaya formando su propia identidad y vaya consiguiendo su autonomía personal. Por esta razón, el funcionamiento más o menos normal de la familia, sobre una capacidad adecuada de resolución de conflictos y la cohesión entre sus miembros, aportará un mayor bienestar en la vivencia de la adolescencia.

El afecto, la supervisión, el establecimiento de límites, el que los hijos confíen aspectos de su vida privada a los padres y el humor existente en la relación, han sido considerados como impulsores del desarrollo positivo en los adolescentes. De ahí que las relaciones asertivas entre padres e hijos faciliten el aprendizaje de comportamientos positivos como la empatía, ayudando, a su vez, a la inhibición de comportamientos como la agresividad.

Por el contrario, el conflicto entre los padres o la falta de cercanía de estos con los hijos parece estar relacionado con un peor desarrollo psicológico y emocional. En este sentido, cabe hacer distinción entre este tipo de supervisión y el control autoritario, ya que, al parecer, este puede contribuir al desarrollo de actitudes de pasividad, conformismo y a la falta de adquisición de habilidades de comunicación tan necesaria en los adolescentes, lo que en ocasiones puede llevar a hacer uso de la agresión física o verbal para relacionarse con los demás. De manera similar y en situaciones más graves, como por ejemplo el maltrato sufrido en la infancia, guarda relación con un mayor riesgo de ejercer violencia de género en caso de ser hombre y de ser víctima de la misma en caso de ser mujer.

Finalmente, se destaca como una de las funciones más importantes de los padres (o de las personas que desempeñen este rol) el control parental positivo, el cual supone en buena medida que esa supervisión y establecimiento de límites ayuden a consolidar una autonomía en proceso de desarrollo.  Si bien es cierto que la labor de la educación cuenta de entrada con una brecha generacional que complica la relación entre padres e hijos adolescentes, es un reto enfocar a los jóvenes hacia vinculaciones más sanas e igualitarias en su presente y su futuro.

Natalia Zuloaga, febrero 2020

 

BIBLIOGRAFÍA

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mitos del amor romántico

El amor puede definirse entendiéndolo desde el punto de vista fisiológico, como las reacciones cerebrales y corporales que surgen cuando se siente una atracción por alguien. Si lo estudiamos desde una posición más amplia, el amor puede ser visto desde una perspectiva conductual, las cosas que se hacen por amor; sentimental, como sentimiento surgido de una emoción innata; y como una actitud, predisposición positiva hacia otra persona.

El amor cuenta con una base adaptativa, que sirve para unir a los individuos y refuerza el vínculo gregario que como especie necesitamos.

Todo este constructo multidisciplinar del amor se encuentra integrado en el pensamiento mediante un sistema de aprendizaje. De esta forma, los ideales románticos se van gestando durante la niñez y adolescencia y se transfiere no solo a las relaciones futuras, sino en un abanico de pensamientos y creencias sobre lo que es el amor. Y a raíz de esto se puede cuestionar la identidad de la naturaleza de este.

Podríamos decir que para cada uno puede significar algo diferente, ya que la expresión de los sentimientos es subjetiva, pero en nuestra cultura los mitos asociados a este concepto de amor son amplios y bien extendidos, compartidos por la gran mayoría de la población en todas sus edades.

Relacionado con esto, el ideal romántico compartido se expresa a través de una serie de axiomas, verdades que creemos sin cuestionarnos y modulan nuestra forma de pensar y actuar.

Y es precisamente este amor que sentimos y expresamos el comúnmente llamado amor romántico.

Este concepto y lo que lleva asociado es cultural y nació durante la Grecia clásica. Platón ya definía varios tipos de amor, cada uno relacionado con una conducta y unos valores diferentes: Eros (amor pasional), Afrodita (amor afrodisiaco) y Ágape (afecto).

La etapa medieval y siglo XVIII contribuyen a la formación del concepto romántico que hoy conocemos. Durante estos periodos históricos se producen las formas de amor cortés y el romanticismo, los cuales estaban basados en la distinción de roles de género. Durante estos periodos la conducta de cortejo masculina estaba orientada hacia el rol activo, era él el responsable de conquistar a su amada y, por tanto, ella debía dejarse conquistar.

Aquí, pueden empezar a atisbarse pequeños trazos de lo que hoy en día conocemos como la diferenciación de roles femeninos y masculinos, ya que la síntesis del amor romántico se basa en conductas distintas de hombres y mujeres, como si cada uno tuviera su propio repertorio de actuaciones y comportamientos, su guion en relación con lo que se espera de ellos por su género.

Entendiendo qué podemos definir como amor y qué lleva asociado aquel que conocemos como romántico, los mitos siempre han acompañado a la historia de humanidad, ya que han dado sentido aparte de la realidad humana. Por tanto, aunque en un principio esto sirviera a las personas para pensar sobre objetos o situaciones alejados de ellos y darles un significado imaginativo, actualmente los mitos pueden suponer un lastre y cuestionarlos es parte fundamental de la apertura a nuevas ideas.

Como se mencionaba anteriormente, el amor está sujeto a una serie de verdades que no se cuestionan (mitos) y que orientan a las personas a la hora de experimentarlo. Los más importantes se plasman en la siguiente tabla:

GRUPO 1: “El amor todo lo puede”

GRUPO 3: “El amor es lo más importante y requiere entrega total”

1.     Falacia de cambio por amor

2.     Mito de la omnipotencia del amor

3.     Normalización del conflicto

4.     Creencia en que los polos opuestos se atraen

5.     Mito de la compatibilidad del amor y el maltrato

6.     Creencia de que el amor ‘verdadero’ lo perdona y a guanta todo

12. Falacia del emparejamiento y conversión del amor de pareja en el centro y la referencia de la existencia

13. Atribución de la capacidad de dar felicidad

14. Falacia de la entrega total

15. Creencia de entender el amor como despersonalización

16. creencia en que si se ama debe renunciarse a la intimidad

GRUPO 2: “El amor verdadero predestinado”

GRUPO 4: “El amor es posesión y exclusividad’”

7.     Mito de la media naranja

8.     Mito de la complementariedad

9.     Razonamiento emocional

10.  Creencia en que solo hay un amor ‘verdadero’ en la vida

11.  Mito de perdurabilidad, pasión eterna

17. Mito del matrimonio

18. Mito de los celos

19. Mito de la fidelidad y la exclusividad

A pesar de que estos mitos suponen la forma de entender y expresar el amor en nuestra cultura, y en algunos casos ser entendidos como relación directa del cariño expresado en la pareja, tienen una vertiente negativa que puede generar numerosos problemas en las personas. A continuación, se pasa a describir cada grupo.

El primer grupo hace referencia a la concepción de que el amor todo lo puede y engloba diferentes pensamientos sobre la omnipotencia de este. Además, sustenta la base de que por amor puede realizarse cualquier acto y que todo puede justificarse si se hace por amor. La problemática principal de este grupo se plasma en todas las creencias acerca de la posibilidad de cambiar a alguien indistintamente de los esfuerzos que esto ocasione, pensando que podemos conocer al otro mejor que él mismo y que sabemos sin lugar a dudas qué es lo mejor para esa persona. Además, la idea de que si es amor se debe aguantar y perdonar cualquier acto puede ocasionar en las personas sentimientos negativos y de no renuncia hacia la persona amada, ya que no es importante como sea el trato, sino la creencia todopoderosa del amor.

El segundo grupo habla sobre el amor verdadero y predestinado. Aquí el más conocido es el mito de la media naranja, aquel que por destino está asociado a una persona, y que será solo ese amor el encargado de hacerle feliz y conocer la verdadera naturaleza de este. El mito tiene un gran recorrido histórico, ya que fue en la Grecia clásica donde se originó. A través del mito del andrógino, propuesto por Platón en su libro, el banquete, pueden explicarse por qué consideramos tan importante la sensación de encontrarnos con nuestra mitad, como si fuéramos seres incompletos necesitados de otro individuo para obtener la felicidad y la auténtica realización personal. Evidentemente, la problemática que radica de este supuesto se puede observar a nivel individual en la búsqueda compulsiva de una pareja que nos complemente y a no sentir felicidad con las personas de nuestro alrededor pensando que habrá alguien mejor destinado a nosotros.

El tercer grupo aglutina todos aquellos mitos relacionados con la importancia del amor y la entrega total hacia este. La variedad de creencias que genera este grupo y la problemática principal para las personas radica en convertir al amor en el esquema central del sujeto y atribuirle capacidades más allá de lo realmente posible.

El último grupo de mitos tiene que ver con la posesión y exclusividad atribuida al amor y las relaciones sentimentales. El peligro de estos mitos, y en concreto el de los celos, se plasma en el control sobre las personas, cosa que origina problemas en todos los miembros de la pareja y contribuye a oxidar la misma de forma notable. Pensar que una forma de demostrar el cariño es la relacionada con la preocupación excesiva y control es errónea y puede cambiarse hacia formas más adaptativas y positivas de la expresión romántica (decir te quiero, preguntar cómo ha ido el día, expresar el apoyo a la pareja…)

En conclusión, los mitos nos ayudan a experimentar formas distintas de realidad, pero no podemos omitir su poder persuasivo sobre determinados constructos sociales, conocerlos y pensar sobre ellos nos hará más libres sobre nuestras decisiones. El amor romántico por su parte es cultural y aprendido, es el que conocemos y el que está presente en la mayoría de las etapas de nuestra de vida, a pesar de ello este no tiene por qué ser rígido ni invalidar otras formas diferentes de amar tanto para relacionarse como para convivir.

Flor María Pérez Paredes, febrero 2020

 

BIBLIOGRAFÍA

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